La Rosa de Oro para la Macarena: la primera Virgen Dolorosa que la recibe desde su creación en el siglo XI

La distinción pontifica solo la tienen en España la Virgen de la Cabeza y la de Montserrat. En todo el mundo son 18 las advocaciones marianas universales las que la poseen, desde que fue creada por el Papa León IX

La Rosa de Oro de la Macarena.
La Rosa de Oro de la Macarena.

Monseñor Edgar Peña Parra, sustituto de la Secretaria de Estado y legado pontificio para el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular de Sevilla, presidió el acto de entrega de la Rosa de Oro a Nuestra Señora de la Esperanza Macarena, una distinción concedida por el Papa a imágenes de la Virgen María como reconocimiento a una extensa y profunda devoción. La de San Gil es la primera Dolorosa que la recibe.

La basílica la ocuparon hermanos de la hermandad, expresamente invitados,  y autoridades, mientras que en el exterior se instalaron sillas en el atrio y alrededor del templo además de dos grandes pantallas para seguir la ceremonia a través de Macarena TV. Monseñor Edgar Peña estuvo acompañado, entre otras autoridades eclesiales, por el arzobispo de Sevilla, monseñor Saiz Meneses, y el nuncio de Su Santidad, monseñor Bernardito Auza. Entre las civiles estuvieron el presidente del Parlamento, Jesús Aguirre; el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, y la consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, Patricia del Pozo.

monseñor Edgar Peña ofreciendo la Rosa de Oro.
Monseñor Edgar Peña ofreciendo la Rosa de Oro.

La liturgia de este acto consistió en la celebración de la Palabra, comenzando con el canto Duc in altum interpretada por la Coral Polifónica y la Escolanía de la Hermandad de la Macarena. En su intervención, monseñor Edgar Peña, explicó que el Papa “normalmente concede esta distinción a los grandes santuarios marianos del mundo, o también a las grandes advocaciones de la Virgen María”, como es el caso de la Macarena. Seguidamente reflexionó sobre el papel de la esperanza en el contexto social y eclesial.

“Es un reconocimiento a la profunda fe y devoción”

La Esperanza estuvo al pie del presbiterio y dirigiéndose a Ella, el prelado dijo que “cada uno hemos venido a esta basílica como peregrino, y el peregrino viene siempre necesitado de que la Virgen escuche nuestras plegarias y atienda nuestras súplicas”. Al término de su alocución, y tras expresar el “saludo afectuoso y bendición de parte del Papa Francisco”, el legado pontificio colocó la Rosa de Oro a los pies de la Virgen, que se encontraba en el presbiterio, momento en el que los asistentes rompieron la solemnidad del acto con un largo aplauso acompañado por el repique de las campanas de la basílica.

La Esperanza Macarena con la Rosa de Oro a sus pies.
La Esperanza Macarena con la Rosa de Oro a sus pies.

Cerró el acto el arzobispo de Sevilla, que agradeció el regalo de la Rosa de Oro y reiteró el agradecimiento hacia monseñor Edgar, que “ha sido las manos, los pies, la voz y la presencia del Santo Padre entre nosotros”. Esta entrega de la Rosa de Oro “es un reconocimiento a la profunda fe y devoción que los sevillanos, y los hermanos de la Macarena, han demostrado a lo largo de los siglos” y concluyó diciendo que “esto nos invita a seguir en el amor a María Santísima”.

El Papa León IX la creó en el año 1049

La Esperanza Macarena se suma, de este modo, a la relación de devociones marianas españolas a las que se ha entregado la Rosa de Oro: la Virgen de Montserrat y la Virgen de la Cabeza. En todo el mundo, diferentes papas han concedido 18 a reconocidas devociones marianas. Se trata, en cualquier caso, de la primera Virgen Dolorosa que recibe esta distinción en el mundo. La Rosa de Oro quedará de forma permanente a los pies de la Virgen, que ya por la noche, fue trasladada a su paso de palio para su participación en la procesión de clausura del Congreso Internacional de Hermandades.

Esta distinción pontificia fue creada por el Papa León IX en 1049. En origen, la Rosa de Oro se otorgada fundamentalmente a personalidades católicas preeminentes, emperadores, reyes, duques y a algunas advocaciones de la Virgen María. La primera fue concedida en 1096 a Fulco IV de Anjou.

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KIKO ABUIN 1

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