Hay una ley no escrita en Sevilla que señala que un bar no puede ser histórico si de sus paredes no cuelga algún cuadro cofrade. Es algo que prácticamente ofrece el mismo porcentaje de acierto que una barra de madera en la que se apunta con tiza. Estos mismos bares son los que durante años han acumulado a personas en sus puertas con una cerveza en la mano. La singular imagen ha ido desapareciendo por la regulación municipal hasta el punto de que en redes nació una campaña bajo el lema de 'los tanques a la calle'. Un tanque es como se conoce en algunos de estos establecimientos a una cerveza.
Un 21 de junio a mediodía con más de 30 graos uno no espera encontrarse en el bar Vizcaíno demasiado ambiente, pero lo hay. Algunos parroquianos acuden a su cita con el mítico establecimiento de la calle Feria. Uno de los que el nuevo alcalde de Sevilla, el popular José Luis Sanz, ha señalado tras tomar posesión como emblemático para que exista cierta permisividad de cara a esta práctica que muchos defienden como la "idiosincrasia" sevillana.
En el Vizcaíno se leen varios carteles en paredes y cristales con la prohibición de sacar los vasos a la calle. Lo curioso de este bar es que pese a ser nombrado habitualmente como uno de los más afectados por estas restricciones, trabajadores y clientes niegan haber tenido problemas. "Lo hemos tenido siempre claro, ni nos ha afectado ni nos han llamado nunca al orden porque siempre lo hemos cuidado", dice uno de los camareros.
Este mismo empleado reconoce que Sanz se ha dejado ver por allí "porque queríamos que sirviésemos como recurso". No obstante, desde el bar le han pedido que deje de mencionarlos por si se molesta algún otro local. En un día como hoy, hay más gente en el interior que en el exterior por las temperaturas. Mientras un señor pide un semiseco, otro lee el periódico en la esquina.
Otro cliente deja la cerveza en la mesa y sale a fumar. Curiosamente es trabajador del Ayuntamiento. "Mientras no se moleste a nadie, veo bien que se puedan sacar", comenta. La peculiaridad del Vizcaíno es que frente a él hay una plaza amplia donde apenas se molesta. "En otros bares se hacía ya prácticamente una botellona y no dejaban ni pasar a la gente con los carritos", comenta. Como asiduo a este establecimiento, también habla sobre su experiencia con la policía y la rigidez de la normativa. "Aquí pasan los agentes de la policía y los saludo".
Aunque se presenta como José, por la calle lo acaban de saludar como Pepe. También está sentado en el Vizcaíno con una cerveza y un cigarro. "Te puedes poner en la puerta, aquí nunca ha habido problema". Habla alguien que conoce el bar desde que nació y que establece en Las Setas una frontera entre el barrio y la zona para los turistas. "Puede ser que en otrso bares más céntricos haya habido problemas, depende del sitio. De toda la vida se han sacado los vasos a la calle y no ha pasado nunca nada", afirma. No obstante, reconoce que tiene que haber ciertos límites para no molestar a los vecinos.
La ruta continúa por la Campana. Habrá a quien le sorprenda que en una zona tan turística también haya locales con solera. Existen. Uno de ellos es la Taberna Manolo Cateca, un esquina que antes de las 13 horas ya está llena. Varios señores en la barra hablan de fútbol, algo que tampoco puede faltar. Lo extraño es que no lo hacen del Betis o del Sevilla, sino de la trayectoria del Atlético Tetuán.
Durante muchos años aquí también se ha consumido de pie en la calle, pero los tiempos han cambiado. "Si no hay mesa, no se puede consumir fuera", señalan con rotundidad. La intención de José Luis Sanz con la normativa en este bar es indiferente. "Que cambien lo que quieran, yo voy a seguir igual".
El camino tenía una parada obligada en el El Tremendo, sin embargo la baraja está echada. La ruta continúa hacia Luis Montoto donde se encuentra Bar Jota, uno de los más afectados por las restricciones. La policía lo denunció el primer día de la desescalada por el exceso de aforo. Allí, una cerveza es un tanque. Se trata de un auténtico templo de pocos metros conectado a través de un pronunciado escalón con la calle. Las diez mesas que hay en la acera están ocupadas.
"De momento la normativa no ha cambiado", señala su responsable a lavozdelsur.es. Aquí están a favor de que haya flexibilidad con ciertos establecimientos, "por lo menos con los que llevamos muchos años". "El Jota lleva 100 años abiertos", defiende. Sobre la puerta, el cartel fecha la inauguración en 1936. Este hostelero confía en que haya cierto diálogo para llegar a un acuerdo con el gobierno municipal sin perjudicar tampoco al resto de ciudadanos.
"Yo me encargo de llevarme bien con los vecinos y tener esto limpio". En este sentido, comenta que los sevillanos nacen con la lección aprendida y saben donde ponerse para no molestar. Una de las fechas más conflictivas de este lugar es la Semana Santa. El bar reconoce que si la normativa que limita la venta de alcohol sigue como hasta ahora, se planteará abrir el próximo año "porque no sale rentable". "No puedo estar recogiendo los veladores".
La hora de la cerveza acaba en el Coronado. "Me cago en la leche, cómo está esto", dice un cliente que abandona el local. Lo cierto es que apenas se cabe. Ni dentro, ni fuera. Las mesas están ocupadas. El camarero avisa a un señor que apoyado en la pared se bebe una cerveza. "Aquí no se puede". La norma sigue igual, o en una mesa, o dentro del establecimiento.
Aquí también han tenido problemas con las autoridades en alguna ocasión por la normativa. De momento, pese a los anuncios, nada ha cambiado y prefieren ser prudentes. "Ha salido en el periódico, pero hasta que no sea oficial...", responde el mismo trabajador al tiempo que reconoce que están esperando a que se abra "la veda". "Ahora estoy haciendo el trabajo de camarero y de vigilante", protesta sobre la situación. Antes de volver a entrar, vuelve a llamar la atención de un señor que está apoyado en la reja de la puerta.
Precisamente, este hombre que ha sido apercibido confiesa que le parece bien que existan limitaciones. "Hay que dejar a la gente pasar", dice ya sentado en un taburete. "Uno no pasa nada, pero si se ponen cuatro la cosa se complica". De momento, el nuevo equipo de gobierno no ha contactado con estos bares.
La versión del gobierno socialista
La polémica de la que José Luis Sanz ha hecho bandera de campaña no es nueva. El propio Ayuntamiento se pronunció cuando todavía era gobernado por el PSOE. El consistorio emitió un comunicado con notas aclaratorias para frenar la avalancha de críticas. En él señalaba que la ordenanza que obliga a estos comportamientos es de 2013, es decir, aprobada por el último gobierno municipal del Partido Popular y explicó que "se actualizó en 2017 y en 2020 para flexibilizarla y permitir un mayor uso de las terrazas por parte de los negocios de hostelería".
ACLARACIÓN Y COMUNICADO
— Ayuntamiento de Sevilla (@Ayto_Sevilla) April 20, 2023
ante la confusión generada en torno al marco normativo de consumo de bebidas de pie en el exterior de establecimientos.
1. La ordenanza municipal que regula el funcionamiento de VELADORES es de 2013. Solo se actualizó en 2017 y 2020 para flexibilizarla ⤵️ pic.twitter.com/r20JqEm6Kw
Además, el gobierno socialista hizo referencia a la ordenanza de contaminzación acústica, también aprobada por el alcalde del PP José Ignacio Zoido. "Fue aprobada en 2014, estableciendo la prohibición de servir bebidas o comidas al público cuando éste las consuma de pie. No se han incorporado nuevas restricciones desde entonces", afirma. Por último, el Ayuntamiento se amparó en la ley antibotellón andaluza que rige en toda la comunidad por igual.
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