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Dieta Ecológica, cuatro hectáreas para regresar al futuro: agricultura sostenible en Los Alcores

José Joaquín de los Santos recoge el testigo de su padre, Cesáreo, tras quince años cultivando productos ecológicos en pleno escarpe de la comarca sevillana

José Joaquín en los cultivos de Dieta Ecológica.
José Joaquín en los cultivos de Dieta Ecológica. MAURI BUHIGAS
16 de marzo de 2025

Hace unas décadas, la mayoría de las familias compraban frutas y verduras directamente a los agricultores locales, muchas veces en aquellas plazas de abastos llenas de vida y de trueques. Sabían quién cultivaba sus naranjas, de qué campo venían sus tomates y qué manos habían recolectado su lechuga. Sin embargo, con la industrialización del sector agroalimentario, ese vínculo se perdió. Supermercados, cadenas de distribución y una producción en masa enfocada en la estética antes que en el sabor hicieron que el consumidor quedara lejos del productor.

En los últimos años, ha surgido un movimiento que busca recuperar ese contacto entre el campo y la mesa. Dieta Ecológica es un claro ejemplo de ello. Fundada por José Joaquín de los Santos, esta empresa familiar ha conseguido que más de 200 pedidos semanales lleguen a cualquier rincón de España sin perder la esencia de la agricultura tradicional

Hortalizas y frutas listas para ser repartidas.
Hortalizas y frutas listas para ser repartidas. MAURI BUHIGAS

"Nos han comprado desde pueblos de apenas 50 habitantes hasta apartamentos en el centro de Madrid y Barcelona", explica de los Santos. "Pero lo que más nos enorgullece no es el número de pedidos, sino la fidelidad de nuestros clientes. Hay familias que llevan más de diez años pidiéndonos las naranjas con las que hacen su zumo cada mañana".

De la tradición al futuro: un legado de generaciones

José Joaquín proviene de una familia con una larga tradición agrícola. "Soy la sexta generación de agricultores en mi familia, aunque probablemente sean más", comenta. Sus raíces están en la campiña andaluza, en El Viso del Alcor, donde su familia cultivaba cereales y legumbres en una época en la que más de la mitad de la población vivía del campo.

El gran cambio llegó en los años 80, cuando su padre, Cesáreo de los Santos, adquirió una huerta en Los Alcores y apostó por la citricultura. Este profesor jubilado tuvo una visión adelantada a su tiempo, pues decidió seguir métodos de cultivo más naturales, evitando el uso excesivo de productos químicos.

José Joaquín junto a su padre, Cesáreo, rodeado de vacas y naranjos.
José Joaquín junto a su padre, Cesáreo, rodeado de vacas y naranjos. MAURI BUHIGAS

"Mi padre siempre tuvo claro que la tierra es un equilibrio y si la tratas con respeto, ella te lo devuelve en forma de alimentos de mejor calidad", explica José Joaquín. Hoy, además de todo lo relacionado con la agricultura, también crían ganado que pasta en total libertad entre naranjos de calidad óptima, para posteriormente vender a otros negocios una carne de calidad inigualable. 

Desde pequeño, José Joaquín pasaba los días en el campo con su padre. "Desde los diez años iba con él, disfrutaba de la naturaleza e intentaba ayudar en lo que podía", recuerda. Su padre no solo le enseñó a trabajar la tierra, sino que le inculcó un profundo respeto por ella: "Nunca olvidaré cómo me explicaba la importancia de observar las plantas y el suelo antes de actuar. Me decía que la tierra siempre te da señales, solo hay que saber leerlas".

Esa conexión con el campo lo llevó a estudiar Ingeniería Técnica Agrícola y, posteriormente, un máster en Agricultura Ecológica. Y eso que como alumno en su etapa de la EGB y el BUP no fue la mejor. Fue en esta etapa universitaria cuando comprendió el impacto de los fitosanitariosinorgánicos y decidió apostar por un modelo de producción más limpio. "Mi padre ya tenía su huerto de autoconsumo sin tratamientos. Yo investigué más a fondo la composición de los fitosanitarios y me di cuenta del daño que hacían", explica.

Cesáreo de los Santos, lejos de mostrarse escéptico ante los nuevos conocimientos de su hijo, lo apoyó desde el principio.

Su idea quedó plasmada en su proyecto de fin de máster, en el que diseñó una comercializadora ecológica que ofreciera productos frescos y sin intermediarios. En 2010, con la ayuda de un familiar informático, pusieron en marcha www.dietaecologica.com. Su padre, aunque ya con muchos años de experiencia, se convirtió en uno de sus principales colaboradores. "Hasta el día de hoy, sigue siendo una pieza clave en la empresa. Se encarga de los riegos, el ganado y las plantaciones. Y lo más importante: sigue transmitiéndonos su sabiduría cada día". 

Un crecimiento sostenible basado en la confianza

Dieta Ecológica comenzó con un único producto: la naranja. "Los precios que nos pagaban en la cooperativa no cubrían los costes de producción y sabíamos que nuestra fruta tenía una calidad excepcional. Necesitábamos dignificar nuestro trabajo con un precio justo", explica De los Santos. Así nació la venta directa, que poco a poco fue ampliando su catálogo en función de la demanda de los clientes. Lo que empezó con 1.000 metros de huerta de autoconsumo hoy son cuatro hectáreas de producción ecológica diversificada. Además de cítricos, actualmente cultivan una gran variedad de hortalizasde temporada, apostando siempre por la biodiversidad y el respeto al ciclo natural de las plantas.

A diferencia de muchas empresas que buscan escalar rápidamente, Dieta Ecológica ha crecido de manera sostenible y manteniendo su filosofía: "Nuestro objetivo nunca ha sido crecer por crecer, sino mejorar la calidad y mantener la cercanía con los clientes", subraya. El contacto directo con los consumidores ha sido clave para este éxito, ya que "muchos clientes buscan un buen producto en el que confiar. Para ellos, no es lo mismo comprar en un supermercado que saber exactamente quién ha cultivado sus tomates o recogido sus naranjas", señala.

Naranjas de Dieta Ecológica.
Naranjas de Dieta Ecológica. MAURI BUHIGAS

Otra de las razones del crecimiento de Dieta Ecológica ha sido la adaptación a los cambios del mercado sin perder su esencia. En estos años han aprendido a escuchar a sus clientes y a adaptarse a sus necesidades sin traicionar sus principios. Por eso, además de fruta y verdura fresca, "hemos empezado a ofrecer productos elaborados con ingredientes ecológicos, como conservas o aceites", comenta De los Santos.

El reto de la certificación y los falsos ecológicos

El auge del mercado ecológico ha traído consigo un problema: la proliferación de productos que se venden como ecológicos sin cumplir los estándares reales. Como en todos los sectores, hay quienes están por convicción y quienes "solo ven una oportunidad de negocio", señala De los Santos. Para garantizar que el consumidor pueda diferenciar un producto ecológico auténtico de uno que solo usa la etiqueta como reclamo, es fundamental mejorar la transparencia en la certificación.

Quizás, añade, "sería útil un sistema informático que enlazara todas las certificaciones para garantizar aún más la trazabilidad". Aun así, considera que el mejor aval es el conocimiento directo del productor, pues quien les compra "sabe de dónde viene cada naranja, cada calabacín o cada patata. No necesitan intermediarios que les aseguren que es ecológico, porque lo ven en nuestra forma de trabajar".

Exigente es el desafío que presenta el impacto de los lobys de fitosanitarios, que según De los Santos han alimentado un discurso de desconfianza hacia la agricultura ecológica. "Grandes multinacionales de productos químicos se han encargado de sembrar dudas sobre la viabilidad de la agricultura ecológica, cuando en realidad los datos demuestran que es sostenible y necesaria". A su juicio, la manipulación informativa en redes sociales y medios afines a la industria química genera confusión en los consumidores. Y es tajante: "Hay mucha sobreinformación y en ese ruido es difícil que la verdad se imponga".

Un brote de uno de los cultivos.
Un brote de uno de los cultivos. MAURI BUHIGAS
Manojo de cebolletas recién cogidas.
Manojo de cebolletas recién cogidas. MAURI BUHIGAS

El escepticismo es otro reto al que se enfrentan los productores ecológicos. Antes la gente desconocía lo ecológico, pero ahora "hay demasiados mensajes contradictorios, y muchos consumidores terminan dudando. Se preguntan si realmente hay diferencia o si todo es marketing. Por eso, es fundamental la labor de divulgación y que prueben el producto de verdad", comenta.

En su experiencia, el contacto directo con los consumidores es clave para romper esas barreras. Cuando un cliente prueba un tomate o una naranja ecológica, nota la diferencia: "La mejor forma de combatir el escepticismo es a través de la experiencia". También valora el papel de las tiendas especializadas que, según él, "no solo venden un producto, sino que forman y conciencian sobre lo que significa realmente la agroecología".

El futuro de Dieta Ecológica

"Queremos seguir mejorando en calidad, en servicio, pero sin perder esa relación de confianza", afirma De los Santos. A futuro, su objetivo no es la expansión masiva. Quieren perfeccionar el modelo actual "manteniendo la cercanía con nuestros clientes y seguir fomentando la agroecología como una alternativa real".

En cuanto al perfil de sus clientes, explica que estos buscan más que un sello ecológico. No compran por el etiquetado, sino por la confianza en el productor, "por el canal corto de comercialización y porque se sienten parte de un modelo sostenible", asevera. Considera que este tipo de consumidor está cada vez más informado y valora aspectos como la conservación del medioambiente y el comercio justo.

También estudian nuevas estrategias para llegar a más consumidores sin perder su esencia. De los Santos, desde Huerta Cesáreo, a caballo entre El Viso del Alcor y Carmona, apuesta por potenciar la distribución a través de pequeños comercios especializados, "que comparten nuestra filosofía y garantizan que el producto llegue con todas sus cualidades intactas". La relación con otros pequeños productores ecológicos es clave en este proceso, pues considera que el apoyo mutuo fortalece el sector. Las tiendas especializadas de las que hablaba antes suelen estar gestionadas por personas que creen en la agroecología por vocación, y ese compromiso es lo que permite que nuestro trabajo siga adelante", apostilla.

Trabajadores de Dieta Ecológica durante la jornada en el campo.
Trabajadores de Dieta Ecológica durante la jornada en el campo. MAURI BUHIGAS
Puerros listos para su venta.
Puerros listos para su venta. MAURI BUHIGAS

El trato con la competencia también es un factor determinante. Hay productores, cuenta, "que entran en la agricultura ecológica solo porque es un mercado en crecimiento, pero sin convicción. No buscan mejorar la calidad del producto ni la sostenibilidad, solo aprovechar la demanda. Con el tiempo, esos proyectos suelen desaparecer", afirma José Joaquín. Para Dieta Ecológica, la clave es diferenciarse a través del compromiso y la transparencia sin entrar en la guerra de precios con los supermercados, "solo en valores. Ofrecemos cercanía, calidad y un modelo sostenible. Y eso es algo que nuestros clientes valoran cada día más".

A pesar de los retos, la familia De los Santos, con Cesáreo y José Joaquín al frente, mantiene una visión optimista sobre el futuro. Cada vez más gente se preocupa por lo que come, por su salud y por el planeta. La agricultura ecológica es parte de la solución, y "si seguimos trabajando con honestidad, cada vez seremos más".

Es lo que les diría a aquellos que aún no han dado el salto: "Ofrecemos salud para las familias; la conservación del medio ambiente para que nuestras generaciones futuras puedan vivir al menos como nosotros; y que apuesten por el sector primario de cercanía, que recuerden cuando tuvimos la crisis del Covid, quiénes estaban aportando alimentos, desinfectando calles y ayudando a la población. Los agricultores siempre estaremos ahí". Y como dice su amiga Conchi: "Seamos el cambio que el mundo necesita". Un lema que Dieta Ecológica quiere que llegue a todos los rincones.

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Ezequiel García Barreda

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