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Sevilla en primavera son un cúmulo de sensaciones que muchas veces se escapan del entendimiento. Todo empieza en Semana Santa, donde las lágrimas y los aplausos compiten por ver quién se hace notar más, aunque en muchas ocasiones, la mayoría de ellas, significan lo mismo. La capital hispalense saca su museo a la calle para que el que quiera lo vea. Los sentidos se entremezclan. La vista, el olfato, el oído e, incluso, el tacto afinan su capacidad para no perderse ni un detalle durante más de una semana.

Ser un experto en la Semana Santa de Sevilla es casi imposible. Más para el que ha nacido fuera y se dedica, principalmente, a observar para camuflarse. Todo el lenguaje ya se ha extendido a gran parte de Andalucía, pero sigue habiendo cosas que sólo se pueden vivir en Sevilla durante esta semana. Los olores del incienso y azahar o las marchas de las mejores bandas de música de toda la comunidad toman las calles para acompañar siglos de patrimonio.

Dar consejos es complicado. Incluso podría decirse que es aventurado. La Semana Santa de Sevilla hay que descubrirla y es necesario dejar que te sorprenda pese a que todo está calculado al milímetro y a golpe de click se puede descubrir el lugar de una marcha o de una saeta. Sin embargo, la complejidad de las calles también provoca que sea necesaria alguna mínima indicación. Contradicciones con las que hay que convivir.

¿Primera vez en Semana Santa? Lo que debes saber

Lo primero que hay que tener claro es que quien mucho abarca, poco aprieta. Es decir, lo mejor es no agobiarse por no poder ver todas las cofradías de un día. De hecho, es lo normal y asumirlo puede evitar algún sofocón. Otra de las cuestiones importantes que hay que tener en cuenta es que la Semana Santa es un evento dinámico, pese a que en los últimos años las sillas y 'acampadas' han ganado popularidad. Quizás elijas no moverte, pero no te 'mosquees' si otra persona va en busca de los pasos.

Dicho lo cual, a diferencia de otras ciudades, en contra de Sevilla juegan dos cosas: es muy grande y el tiempo de paso de cada hermandad es bastante largo, salvo excepciones. Esto significa que si quieres aprovechar el día, tienes que recortar de otras cuestiones. Una de ellas es el momento de la cena. Existe dos opciones para evitar que se marchen las horas sin haberte llevado siquiera un montadito a la boca. La más sencilla es traer comida de casa. La otra, intentar comer en los barrios donde no haya cofradías durante ese día, ya que la acumulación de gente será bastante menor.

Un nazareno de La O por el río.
Una de las claves es que hay muchas formas de disfrutar la Semana Santa de Sevilla.   MAURI BUHIGAS

En Sevilla hay que olvidarse de la Carrera Oficial. No hay sillas en Campana y apenas se puede ver por encima de las vallas. No obstante, esto no significa que no haya otros puntos de especial interés donde ver las cofradías. También espacios amplios como las Setas o Reyes Católicos, donde con cierta distancia se puede disfrutar de todo el patrimonio para aquellos que no sean amante de la bulla. El que pueda, que coja un programa de mano para orientarse, por muy cutre que pueda parecer.

Aunque la ciudad en los días previos ya vive con intensidad la salida de los primeros nazarenos a la calle, la llegada del Domingo de Ramos es especial. Hay quien apuesta por el traje de chaqueta y sorprende al forastero. Entre otras cosas porque esto coincide en muchas ocasiones con los más de 30 grados que suele haber por estas fechas. Ni se critica, ni se juzga. El que no quiera, que no se lo ponga.

Algunas pinceladas sobre los recorridos

A partir de ahí, dejando a un lado todo lo superficial que tanto juego da pero que tan poco aporta a los debates realmente importantes, algunas de las estampas más típicas del primer día de la Semana Santa de Sevilla son La Paz por el Parque de María Luisa, la Hiniesta de vuelta por los callejones de su barrio, la Amargura por Santa Ángela de la Cruz o La Estrella con sus más de 3.000 nazarenos cruzando el puente. Esto no significa que el resto de hermandades no merezcan la pena o que estas no tengan otros momentos destacados, pero la máxima de la Semana Santa de Sevilla es que hay que elegir.

El Lunes Santo posiblemente sea uno de los días con más gente en la calle, donde saber moverse por la ciudad aporta mucho para ver pasos, pero también no agobiarse. Aunque es un día donde San Gonzalo ha ganado mucho protagonismo (y hay personas que se concentran en el Baratillo hasta tres y cuatro horas antes para ver el saludo), es un día con mucho por paladear. Sobre todo cuando cae la noche y las hermandades de negro se hacen con el centro. 

La Paz en su recorrido del pasado año.
La Hermandad del Porvenir es la encargada de inaugurar el Domingo de Ramos.  MAURI BUHIGAS

Si durante el día la alegría del barrio del Tiro de Línea o San Pablo toman el Casco Histórico (sin dejar de mencionar al Beso de Judas o a Las Aguas), el andar racheado de Santa Marta en su entrada, el paso consecutivo de Vera-Cruz y Las Penas por el Salvador o el transcurrir solemne de El Museo por Castellar ponen el broche de oro a la jornada.

Elegir un momento de toda la Semana Santa de Sevilla es prácticamente imposible. Pero una de las opciones tiene que ser la salida de El Cerro, especialmente de su Virgen de los Dolores con el himno de Andalucía. A partir de ahí todo puede saber a poco, pero es una jornada que se puede aprovechar muy bien en las Setas con el paso de San Esteban y San Benito (hermandades que también se pueden disfrutar en la Cuesta del Rosario).

Si lo que se busca es algo diferente, los Jardines de Murillo son el lugar indicado para ver a la Candelaria. Por el centro, además, se puede buscar a la Bofetá y los Javieres en la zona norte del Casco Antiguo y a Los Estudiantes y Santa Cruz por los aledaños de la Catedral sin que la bulla sea un impedimento.

San Esteban por las Setas.
Las zonas amplias son la mejor opción para evitar grandes agobios.  MAURI BUHIGAS

El Miércoles Santo también guarda mucho barrio. San Bernardo y Nervión marchan muy temprano al centro. La primera de ellas tiene marcado en su recorrido el Puente de los Bomberos. Una opción para optimizar el día es irse al entorno de la calle San Vicente y ver el paso de El Buen Fin y las Siete Palabras, con el Carmen y la Lanzada muy cerca. En la última parte del día hay que elegir entre la entrada del Baratillo o los Panaderos por El Salvador.

Hay quien elige descansar el Jueves para llegar en plenitud a la Madrugá, pero eso supondría perderse la entrada de Montesión en Correduría, los Negritos por la Plaza del Pan, Las Cigarreras en su novedoso recorrido por los Jardines de Murillo o la salida de Pasión en El Salvador. Sin dejar de lado a la Exaltación, el Valle o la Quinta Angustia, que normalmente son cómodas de ver en sus recorridos de vuelta.

La Madrugá de Sevilla: cómo vivirla sin morir en el intento

Llega la Madrugá y hay poco que decir. La Macarena por Parras o Triana por el Baratillo y Pureza. Estampas típicas, pero para las que hay que sacrificar la noche completa. La calle Feria o Reyes Católicos en la ida son alternativas más 'livianas' para ambas. En cualquier caso, la noche tiene mucho más con la salida de El Silencio, el Gran Poder por el Museo, Los Gitanos por Dueñas o El Calvario en la Magdalena.

La Esperanza Macarena en su Basílica.
La Esperanza Macarena en su Basílica.

El Viernes la zona del Baratillo puede ser mucho más aprovechable que en días anteriores. Primero porque hay menos aglomeraciones y segundo porque El Cachorro y La O pasan de forma consecutiva. Antes, el propio entorno del Arenal permite ver a la Carretería y a la propia Soledad de San Buenaventura, que transcurre en su vuelta por Molviedro; después será Monserrat la que transite por Arfe para entrar en su capilla de la Magdalena. San Isidoro en la Cuesta del Rosario antes de su entrada, lugar por donde poco después se puede ver a la Sagrada Mortaja.

El Sábado Santo en Sevilla hay más cofradías que en la mayor parte de la comunidad un Domingo de Ramos. Hasta cinco hermandades hacen estación de penitencia y, aunque las posibilidades son pocas por su cercanía a la Carrera Oficial, una parada obligada es con el Santo Entierro y su Canina por la calle Cuna. Una zona que se puede aprovechar para ver el discurrir de la Soledad de San Lorenzo.

También la Cuesta del Rosario es lugar de tránsito en esta jornada con el paso consecutivo de Los Servitas y la Trinidad. Por su parte, el Sol se puede disfrutar desde el mediodía en su entrada en el Casco Histórico. La Semana Santa la cierra el Resucitado con horas complicadas, aunque para aquellos que no disfruten de madrugar siempre queda la entrada en Santa Marina.

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Emilio Cabrera.

Emilio Cabrera

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