Sevilla comenzó 2024 con presupuestos municipales prorrogados, es decir, volviendo a estar en vigor los de 2023, cuando el gobierno municipal era el del PSOE y se sacaron las cuentas adelante con apoyo de Cs. El PP, en el poder desde junio, necesita entonces unos presupuestos que lleven su firma para cerrar el círculo del arranque de su gestión municipal y cumplir con promesas electorales importantes para la ciudad, como inversiones o mejoras en limpieza y seguridad.
La mayoría que dio la investidura al popular José Luis Sanz no está para estos presupuestos. Porque Vox, cuando no directamente, sí deslizándolo, lleva tiempo poniendo como condición para aprobar el presupuesto su entrada en el gobierno. Y a diferencia de otros municipios o comunidades autónomas, las diferencias son grandes entre las dos formaciones y sus concejales, no ya por distancia política, sino también personal, como se ha vislumbrado en muchos plenos. Los delegados del PP, a menudo, se han enzarzado más con los de Vox que con la izquierda.
En esta maraña, se abrían dos opciones reales de presupuestos: o pactaba el PP con el PSOE -que le aprobó las ordenanzas fiscales- para sacar adelante las cuentas, o se echaba en manos de Vox a pesar de todo. A pesar de esa distancia política casi personal, pero a pesar también de que Sanz ha conformado un gobierno que debería romper para hacer sitio a la ultraderecha. La tercera opción, que por momentos parece la más realista, es que no hubiera presupuesto y pasara todo 2024 con cuentas prorrogadas, lo que obligaría a llevar enmiendas a pleno muy asiduamente, e incluso convocando a los concejales a plenos extraordinarios para votar modificaciones presupuestarias para casi cualquier medida, con la consiguiente negociación particular en cada punto. Eso desgastaría enormemente al gobierno municipal, a sus trabajadores de confianza y altos gestores de funcionarios municipales.
Esas eran las tres vías hasta hoy. Porque Podemos ha lanzado tres propuestas de máximos dentro de una batería de 19 enmiendas. Hay tres puntos que son líneas rojas. La primera es impedir los vertidos de Aznalcóllar que llegarán al Guadalquivir por Santiponce. Difícil, no imposible. El Ayuntamiento podría proponer medidas concretas basadas en lo que ya pidió Podemos con los ecologistas: medir las aguas del río y torpedear el proyecto exigiendo más información.
La segunda línea es poner tope a los alquileres. Consistiría en declarar algunos barrios zonas tensionadas, en base a un informe para hacerlo que ya tendría la empresa municipal Emvisesa. Con eso, se iniciaría un proceso contemplado en la Ley de Vivienda que impediría seguir subiendo los precios. Difícil, pero no imposible del todo.
En tercer lugar, romper con Endesa, la empresa detrás de los cortes de suministro en barrios en exclusión. Podemos quiere impedir que el Ayuntamiento contrate con el gigante energético (hablan de 14 millones anuales en contratos públicos), seguido de una posible constitución de una empresa municipal para autoabastecer los edificios municipales. Difícil, pero no imposible.
El plazo para presentar enmiendas acabó el pasado viernes y solo Podemos las ha presentado. Ni Vox ni PSOE quieren saber nada, porque dicen que no ha habido reuniones con ellos de parte del gobierno municipal, que no ha habido interlocución. Ambas formaciones consideran que no es un presupuesto realista. Vox dice que no elimina partidas que consideran importantes eliminar, gastos superfluos, entre los que habrían cosas como ayudas a terceros países. Acusa al PP de hacer unos presupuestos similares a los del PSOE. Por su parte, los socialistas dicen que las cuentas no contemplan medidas anunciadas como la bonificación del transporte público, y reclaman más medidas sociales.
Y en esta ecuación, faltaba un actor. Si por la mañana Podemos decía que presentaba las enmiendas con tres líneas rojas, al mediodía IU afeaba a Podemos su postura. Ambas formaciones, como se recordará, concurrieron juntas, obteniendo dos concejales, uno para cada partido. Susana Hornillo e Ismael Sánchez se han entendido en los plenos manteniendo posturas comunes a la hora de votar. Y han buscado una política de colaboración basada en 'no pisarse'. Mandan notas de prensa independientes, realizan manifestaciones públicas independientes, tienen su propia agenda... Pero sin pisarse o sin airear discrepancias.
Pero, quizás por una coincidencia en el calendario, este martes ha habido el primer gran conflicto público. IU no suscribe las enmiendas presentadas y no participa en la negociación con el PP. "En la Mesa de Partidos de la coalición, de la que formamos parte, se aprobó, por unanimidad en su día, la presentación de una enmienda a la totalidad así como el voto en contra a la propuesta de presupuestos. Esta decisión es absolutamente incompatible con la negociación de enmiendas parciales", dicen desde IU.
Por eso, a día de hoy, Podemos es el único partido abierto a negociar con el PP. Y, ¿qué dice el gobierno municipal?
El delegado de Hacienda, Juan Bueno, en rueda de prensa ha dicho que agradece a Podemos su postura. Por entonces, aún parecía que IU estaba en el barco, o no se sabía bien si la propuesta era de Con Podemos-IU o solo de Podemos, hasta que se confirmó lo segundo. Bueno ha hablado de líneas "rosas" o inicios para negociar. Las tres grandes líneas rojas de Podemos son difíciles de cruzar. Aunque no imposibles. Si esas líneas son rojas de verdad, quizás no haya margen. Pero si hay posibilidad de intercambio, de que el PP ceda en otros puntos y Podemos acepte rebajar pretensiones, quizás haya un apoyo al PP por parte de Podemos.
El problema, ahora, es la matemática básica. Porque dos concejales de Podemos-IU sí permitían sacar adelante el presupuesto. Uno de Podemos, no. El PP podría pactar bajo la sensación de que igualmente las cuentas no se harán realidad. Por todo esto, Sevilla tiene un algo especial. El Ayuntamiento, uno de los más importantes de España y Andalucía, donde el PP se sentiría más cómodo con Podemos que con Vox. Donde Podemos tiende la mano con el PP, pero es IU -la de Sumar- la que se la retira en una confusión en la izquierda. Una más, todo hay que decirlo.
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