Algunos dicen que es un barrio tristón. Otros no llegan a eso. Sí es cierto que un paseo por la calle Torcuato Luca de Tena, donde conviven ortopedias y un McDonalds con fruterías de barrio, revela muchos rostros de lo que es la vida: quien va con bulla quizás va contento... pero una chica que va más pausada tiene los ojos rojos, la nariz roja... y no es de la alergia. Es la vida junto al Virgen del Rocío, el mayor hospital de Andalucía, el de referencia para su entorno, pero también para muchas especialidades en la provincia de Sevilla y en toda la comunidad. Quien entra en un hospital, no lo hace por gusto. Y tampoco quien toma café en algún establecimiento de toda la vida. O son sanitarios en su tiempo de descanso, o son acompañantes de pacientes, de los de ingresados y días y noches de ojeras y tensión.
Pasión es comerciante y vecina del barrio desde hace 25 años. Regenta un kiosco en la esquina entre calle Bami y Torcuato Luca de Tena. "Es un buen barrio, pero los gorrillas se mantienen, que son los que han dado algún problema. Mientras está la zona azul, no vienen". Desde diez minutos antes de que acaben, ya están cogiendo sitio en las calles. "Son los mismos, te conocen y no te dicen nada. Siempre viene alguno nuevo que si les contestas te dicen: 'tú eres una chula', porque yo soy muy fresca, es verdad, porque no me dan miedo".
Una realidad de la que hablan los vecinos mayoritariamente es que achacan a la cercanía con las Tres Mil Viviendas la existencia de peleas cada cierto tiempo. "Yo no lo veo inseguro, pero el problema es que no soy cagona". Al nuevo alcalde, José Luis Sanz, esta "peleona", como ella misma dice, ya no sabe qué pedirle. "Porque aquí todo el que ha querido hacer algo la ha cagado, entonces, ¿qué le voy a pedir?", dice desde el otro lado del mostrador junto a chucherías y periódicos. "Ya, el pobre, cómo va a mejorar la cosa". Habla, eso sí, de problemas en las aceras. Y hasta en la propia circulación de coches. Si hay calles muy transitadas en Sevilla, esta es una de ellas.
"Al nuevo alcalde no le pido nada. Ya tantos intentaron meter mano y la 'cagaron' que no sé qué pedirle"
El barrio está marcado por la continua presencia de pacientes, de personas que ingresan, pero también de las pruebas... Y de los sanitarios. "En mi bloque", prosigue Pasión, "casi todos son ya estudiantes" de las carreras del ámbito de la salud, que rematan sus estudios con un periodo en el hospital. "Esto parece un hotel, en verano se queda vacío. Me gustaría ver más vecinos que alquileres", apostilla, porque un alquilado, al final, ciertamente, tiene una vida de paso.
En los bajos de muchos bloques fueron floreciendo esos negocios destinados a un público más joven. Las cafeterías para sanitarios y pacientes continúan, pero no es difícil encontrar establecimientos de kebabs, además del citado McDonalds. "Es como el centro. Allí los pisos son turísticos, pero aquí son de estudiantes".
La convivencia entre sanitarios y el barrio no es mala en el día a día. El problema del gran prestigio del Virgen del Rocío, eso sí, es que además de ser el referente andaluz y provincial de tantas especialidades, es también una especie de 'centro de salud' para Bami y los barrios del entorno. Miguel Ángel Montilla, del Sindicato Médico Andaluz, explica que "sentimos que hay un abuso de las urgencias, sobre todo infantiles. Al final, estamos también muy cerca de las Tres Mil, y eso se nota, porque vienen de ese barrio con mucha frecuencia".

Como instituciones, su sindicato y el propio hospital mantienen relación con su entorno con asociaciones de pacientes, pero reconoce que no tanto con las asociaciones de vecinos. Y eso que "sufrimos los mismos problemas, por ejemplo de falta de aparcamiento, por la coacción de los gorrillas, y para aparcar, al final, lo que estamos es en competencia con el barrio".
Para los negocios, y en general para la vida del barrio, el hospital es fuente de alegrías y penas. Preguntamos a Pasión si cree que Bami mejoraría si, hipotéticamente, como quien hace magia, retirase de ahí el hospital. "Hombre, pero... si yo como de eso... ¿que tiene cosas malas? Claro, pero no me imagino esto sin el Virgen del Rocío", dice entre risas.

Antonio Manuel Román es cuponero también en la calle Bami. En el entorno, los trabajadores de la ONCE se cuentan por docenas. ¿Quién no ha ido de paso al Virgen del Rocío y se ha llevado su cupón, como quien pide suerte en salud y en dinero, todo a la misma vez? Con su sordera parcial, ayudado de un aparatito en el oído, dice que hasta a él le incomoda tanta ambulancia. Y eso que lleva muchos años. "Yo veo mucho mangante". Pero no por atracos, al menos en su experiencia. "Mucho billete falso, te intentan engañar, hay gente que nos busca a nosotros", los cuponeros, "para intentar hasta devolver mal el cambio. El objetivo es encontrar gente que no vea bien".
La seguridad no es lo que más aprecian los vecinos y comerciantes de Bami. De hecho, en campaña electoral, cuando Habla Bami se reunió con el entonces alcalde, Antonio Muñoz, le trasladaron sus quejas de suciedad en las calles, especialmente en las adyacentes al hospital, o la falta de seguridad en parques infantiles, reclamaciones que se unen a falta de mantenimiento o proyectos mal concebidos que provocaron plazas desangeladas y sin sombra.

Elena trabaja en una peluquería, una que mantiene su clientela de siempre, a pesar de que se vaya haciendo mayor. "Con la zona azul hay menos gorrillas, pero yo, que trabajo aquí, te digo que el barrio no me gusta". El barrio es, en todo aspecto, un contraste. Viven sanitarios, en viviendas amplias, con buenas calidades, aparcamiento... junto a una clase obrera de toda la vida, además de la influencia de algunas zonas conflictivas del Polígono Sur. "Yo veo normal ya ese contraste, gente que viene a pedir junto a gente con dinero".
Silvia trabaja en una cafetería y reconoce que es un poco solitario por la noche. "Cuando había más gorrillas todo el día, había más conflicto", por lo que eso se ha calmado un poco. Luna es también empleada en una frutería. La vida, dice, es el de los estudiantes. Otra compañera muestra una herida que se hizo al entrar a trabajar por la mañana, "que me he caído con el patín por un boquete". Una clienta, que también trabaja en el entorno, ve los mismos problemas de seguridad y mantenimiento. Luna también le ha tomado el pulso a Bami. "Aquí hay falta de seguridad y mucha persona mayor que va faltando, y los hijos prefieren poner la casa en alquiler".

Lidia lleva 10 años, desde que comenzó con su mercería, trabajando en Bami. "El hospital lo es todo para nosotros, nos da de comer, es la desgracia de unos", los pacientes, "y la alegría de nosotros". Ha notado mucho la restricción que se impuso hace unos años de que los sanitarios no salieran a la calle, más allá del recinto del hospital, sin uniformes. "Ahora tienen que cambiarse", y en su rato libre, al ser más aparatoso, ya no paran tanto en el comercio tras el café.
Vivir junto a Virgen del Rocío, coinciden algunos comerciantes consultados y vecinos, no es, de por sí, cómodo. Bami está en transformación, en búsqueda de un nuevo equilibrio, entre vecinos de siempre y que cada vez hay más estudiantes y sanitarios que prefieren mudarse por la cercanía con el Virgen del Rocío.