Aunque la sociedad española haya mandado a Mariano Rajoy a buscar setas a Santa Pola, su sombra sigue siendo alargada. Tanto es así que algunas de tus últimas declaraciones son un ejemplo claro de rajoyismo puro. Pedir una Memoria Histórica “que no mire hacia atrás” está a la altura de “España es una gran nación y los españoles muy españoles y mucho españoles” o “It´s very difficult todo esto”.
Tus palabras darían risa si no fuera porque revelan esa actitud cobardona, equidistante y anorgásmicamente ideológica que tanto el PSOE andaluz como el nacional han llevado a cabo en los últimos cuarenta años en relación con la Memoria Histórica. Sobre este asunto ha reflexionado de manera brillante el crítico literario David Becerra, quien en su libro La guerra civil como moda literaria analiza ese fenómeno tan posmoderno de escribir novelas históricas sin historia, que es algo parecido a los dislates que tú vas soltando por ahí, el último en un coloquio organizado por Diario Sur y Unicaja Banco en Málaga.
Así, el contrasentido de Memoria Histórica “que no mire hacia atrás” no es tal. En el fondo lo que nos has querido decir está muy claro. Se trata de abogar por una reconstrucción despolitizada y deshistorizada de la Historia. Es decir, vamos a rendirle homenaje a las víctimas de la guerra civil y del franquismo (acto noble y justo que nadie con un mínimo de sensibilidad puede cuestionar), pero poniendo la lupa únicamente en la tragedia humana, personal y conmovedora, lo cual además sirve para calmar vuestra mala conciencia de socialistas que han renunciado al socialismo.
Para eso hay que hablar mucho de reconciliación –ese mantra implantado desde el minuto uno de la Transición– y menos o casi nada de reparación o de justicia. Memoria Histórica sí, pero sin tocarle los dídimos a los vencedores. Memoria Histórica sí, pero sin acabar con los privilegios que disfruta aún hoy esa clase dominante que lo es a costa de la explotación y del robo sistemático sobre los vencidos. Memoria Histórica sí, pero votando en contra de la derogación de la Ley de Amnistía de 1977. Memoria Histórica sí, pero sin investigar los crímenes franquistas. Memoria Histórica sí, pero sin hablar de lucha de clases, de injusticia social, de expropiación, de desigual reparto de la riqueza. Memoria Histórica sí, pero con buen rollo, reconciliación, mirada al futuro y foco en el discurso individual y humanista: caos en la República, guerra entre hermanos, represión en los dos bandos, etc. El relato franquista, o sea.
La Memoria Histórica sin historia es como la cerveza sin alcohol, el yogur light, la coca-cola Zero, la leche de soja, las hamburguesas vegetarianas o los políticos sin ideología como tú, que se abrazan al postureo y al populismo más cateto para seguir manteniendo la brecha –o más bien el abismo– entre clases. La posmodernidad es el triunfo de la revolución conservadora que apuesta por el fin de la Historia y pretende hacernos creer que hemos llegado al mejor de los mundos posibles. La posmodernidad es ofrecernos un mundo sin conflictos o un mundo que reduce sus conflictos a la parte sentimental o psicológica. La posmodernidad eres tú, Susana, abarrocada de gestos, minimalista en verdades y vacía de Historia.
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