El drama migratorio a las puertas de una casa de la olvidada pedanía de Cuartillos

Un grupo de senegaleses junto a sus hijos, once menores, apoyados por vecinos de la pedanía de Jerez, protesta por las condiciones en un centro de acogida, que niega tajantemente problemas. "Presionan porque están desesperados por los papeles para trabajar", asegura la dirección, que acaba viendo cómo uno de ellos es evacuado en ambulancia

Un hombre porta a Pape, desplomado, tras una tarde de tensión a las puertas de un centro de acogida de migrantes en Cuartillos, Jerez, este pasado jueves.
Un hombre porta a Pape, desplomado, tras una tarde de tensión a las puertas de un centro de acogida de migrantes en Cuartillos, Jerez, este pasado jueves. JUAN CARLOS TORO

Andalucía fue el destino de uno de cada cuatro de los 14.000 migrantes subsaharianos que llegaron en patera a España por la ruta canaria en otoño pasado. Pape Abdou y su hijo Mohamed Samba son dos de estas personas procedentes en su mayoría de Senegal que fueron repartidas por el territorio nacional. Pape y su hijo acabaron acogidos en Cuartillos, en un centro de la Asociación Familia Vicenciana (Afavi) en la pedanía de Jerez, a 2.600 kilómetros de su tierra.

Este pasado jueves, horas antes de que arrancara la campaña para las elecciones europeas del próximo 9J —donde uno de los ejes centrales de la campaña es el reto migratorio entre los 27 estados miembros de la UE y combatir discursos xenófobos alentados por la ultraderecha—, Pape y su hijo, junto a otros siete migrantes adultos y otros diez menores acogidos en el centro, salieron del mismo cansados de un trato que consideran indigno.

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Un migrante conversa con un vecino de la pedanía, con maletas y otros vecinos al fondo, y otros compatriotas en el exterior del centro de acogida.   JUAN CARLOS TORO

Vecinos y vecinas de la localidad jerezana corroboran sus versiones y mantienen que "algo falla ahí dentro". "Yo veo a algunos más delgados"; "les hemos dado ropa y se las guardan bajo llave, como la comida, no quieren contacto con nosotros", apuntan dos vecinas de una barriada sensibilizada con la situación de estas personas.

La salida de Pape coincide con la llegada de un documento que está remitiéndose a todos estos migrantes que arribaron desde octubre pasado en Canarias y fueron desplazados a la Península, para ser posteriormente distribuidos por comunidades con una descoordinación muy criticada por administraciones autonómicas y locales. Como beneficiario del Programa de Atención Humanitaria, por el que diferentes entidades de ayuda y ONG reciben casi 400 millones de euros del Estado, Pape ahora debía firmar la prórroga de ingreso extraordinario en este centro de acogida humanitaria adherido al programa, en este caso esta residencia de Afavi en Jerez. Pero ni él, ni sus compañeros con sus hijos quieren seguir allí. "Niños vomitan, trato no bueno", aseveran sin entrar en más detalles. 

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Menores junto a sus padres, en Cuartillos, Jerez.   JUAN CARLOS TORO
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Las maletas en la puerta.   JUAN CARLOS TORO

Pero Pape no quiere firmar, no quiere seguir en este centro y sus compañeros le secundan. "Ministra buena, ministra buena, ahí no corazón", chapurrean en una mezcla de francés y español —entre ellos hablan en wólof—, dando a entender que están agradecidos con la acogida por parte de las autoridades españolas, a la par que denuncian unas malas condiciones en el centro que la dirección de este, consultada por lavozdelsur.es, niega tajantemente, achacando más la situación a que "están desesperados por tener papeles para poder trabajar. Ya llevan aquí tres meses, pero no tengo una varita mágica para que esos papeles lleguen".

En cuanto a la situación de este pasado jueves, con un montón de mochilas, maletas y bolsos apilados a las puertas del centro, "ellos son solicitantes de protección internacional y aquí no se ha echado a nadie, salen y entran; y el único que tiene que firmar es uno porque ha llegado el papel. La puerta se cierra por la noche y nadie ha pasado una noche fuera. No hemos tenido problemas con ninguno". ¿Y dónde está el problema, que también denuncian algunos vecinos y vecinas? "Los vecinos le ha comprado ropa a los niños, los han querido llevar a la Feria... lo que queráis, siempre se les ha dicho", asegura la responsable de las instalaciones.

Y añade: "Si hay otro problema como es la comida... les cuesta la comida española, a mi las lentejas me cuestan, pero si viene un catering (como el de los colegios) y me las pone por delante... nosotras comemos aquí. Hoy han comido espirales con tomate y revuelto con patatas. Y cuando fue el Ramadán han cocinado su comida y han tenido su regalito".

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Menores a las puertas del centro de acogida en Jerez.   JUAN CARLOS TORO
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Servicios de emergencias, desplazados a la pedanía.    JUAN CARLOS TORO

El delegado de alcaldía, José Barriga, trata de mediar entre la dirección del centro, "que le ha dado a elegir entre marcharse o firmar", y el grupo de migrantes. Cariacontecido, algo sobrepasado por la situación y porque ni sabía que al lado de casa había un centro de acogida, solo espera que nadie duerma al raso o perdido por la campiña de Jerez. Si ya de por sí es difícil gestionar un olvidado núcleo de población rural, falto de casi todo, manejar un asunto de este calado ya supera los límites de cualquiera.

Los hijos de estas personas permanecen ajenos al conflicto, unos circulan en bicis por la zona, otros ya patean la pelota con otros niños de Cuartillos. La sencilla integración social de la inocencia infantil, alejada de bulos y vicios. Numerosos vecinos y vecinas se concentran en torno a la casa de la avenida del Cosmos en la pedanía para garantizar que el grupo de personas regresa al centro de acogida sin mayores problemas.

Cuando están a punto de reconducir la situación, bajo el compromiso de denunciar estas condiciones ante la Administración, ya con conocimiento del problema por parte de la subdelegada del Gobierno, Blanca Flores —recientemente también se pidio trato digno para migrantes acogidos en Campano, Chiclana—, Pape sufre un ataque de ansiedad, se golpea con una piedra al caer al suelo, y varios hombres le sujetan, le levantan las piernas y tratan de reanimarle.

Hay niños que ni se dan cuenta de los momentos de tensión que están viviéndose, no se percatan de que hay adultos con la cara desencajada, de que hay un niño, el hijo de Pape, que llora angustiado con los cascos sobre los hombros. El drama de la migración en Cuartillos, en la puerta de casa del Jerez rural, las zonas rurales, las zonas olvidadas del mundo desarrollado. 

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Vecinos de Cuartillos, con José Barriga a la cabeza, asisten a la mediación entre el centro y los migrantes.   JUAN CARLOS TORO

España, publicaban recientemente los medios, necesitará 24 millones de inmigrantes para mantener la relación entre trabajadores y pensionistas. Los empresarios están a favor de regularizar muchas de estas situaciones. Pero la bucrocracia y el tiempo político siempre es diferente al que marca la realidad social. La espera de la ambulancia se hace eterna hasta que al fin llega. El senegalés es evacuado a un centro hospitalario para la conveniente exploración médica. Él de momento no ha firmado la prórroga.

"Nosotros respetamos normas, respetamos normas, pero queremos buen trato, ahí no, ahí no", dice otro de los migrantes. Los compatriotas de Pape y Mohamed Samba, mientras el padre va camino del hospital, han recogido las maletas y han vuelto a Santa Catalina, que así se llama el centro de Afavi en la pedanía jerezana. Santa Catalina, cuentan los dominicos, fue una mujer en el siglo XIV que, a pesar de su poca preparación, se involucró en la convulsa política de su época y el servició a los más necesitados. 

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Fundador y Director General de ComunicaSur Media, empresa editora de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero'.

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