Cuando uno comienza a pasear por la calle Castilla, en Triana, Sevilla, espera ver iglesias, bares y comercios tradicionales. Sin embargo, poco antes de llegar al callejón de la Inquisición y a escasos metros de entrar en San Jacinto y el Altozano, encuentras un edificio amarillo que está presidido por un plátano, impulsado por una banana con toques juveniles y frescos. No cabe duda de que llama la atención.
Aunque el logo no tenga nada que ver, se trata de una tienda de cómics que desde hace un año regentan José y Laura. La llegada de esta singular librería a este barrio sevillano, lejos de encontrar el rechazo de los vecinos ha provocado todo lo contrario. "Una vecina nos había dicho que estaba contenta porque habíamos puesto la imagen corporativa amarilla, como los toldos del bloque", cuenta entre risas Laura. Por redes de vez en cuando también reciben mensajes que preguntan si todo el edificio es de la tienda de cómics.
La ingenuidad del chascarrillo choca con la realidad. Ambos se dedicaban a la docencia universitaria, o eso pretendían. José sigue en ello, aunque con poca estabilidad y viajando a Huelva cada poco mes para impartir clases en Filología Árabe. Laura directamente ha dicho basta y ha dejado la tesis a un lado para abrir este negocio. Mientras muchos cerraban tras la pandemia, ellos abrían. "Fue en plena crisis. Queríamos montar algún negocio y esperamos a que pasara el confinamiento", cuentan.
Esta antropóloga confiesa que cuando se embarcó en esta aventura no era excesivamente aficionada al cómic, aunque le llamaban la atención. En cualquier caso, veía que en la Universidad no había demasiado futuro. "En antropología es complicado, son departamentos muy pequeños y pocas facultades. También hay poco relevo generacional. Gente con la tesis terminada desde hace una década y currículum increíble está haciendo 3 horas en Huelva y 2 en Cádiz, ¿eso es lo que tú quieres?".
Por su parte, José da clases desde hace 20 años y actualmente se encuentra a caballo entre Sevilla y Huelva, aunque denuncia que a veces ha tenido dos o tres contratos distintos a lo largo de un año. Los cómics han sido una pasión desde su infancia cuando a los 8 años de edad cayó entre sus manos un ejemplar de Conan. La pandemia, cuando a los profesores de su categoría no los incluyeron en el ERTE, fue el impulso definitivo para lanzarse a este negocio. "Está la cosa fatal por su parte y por la mía, peor. Así que por lo menos vamos a decidir sobre nuestra pobreza", dice este profesor de filología árabe que en su momento estuvo enamorado de las Bellas Artes.
Aunque no es la única tienda de cómics de la ciudad, sí que ambos tienen claro que quieren quesea "algo que se diferencie" sin un público concreto para que "tenga cabida todo el mundo de todas las edades". En sus estanterías Marvel, DC, manga, Conan, García y muchos más se intercalan. En una de las esquinas, las recomendaciones que hace la propia librería, que no siempre son novedades, "nunca va a faltar un corto y un Conan. Son lecturas que nos van gustando o cómics de largo recorrido que le dan mil vueltas a los de esta semana".
Aunque empezaron desde cero, sin ningún cliente, ya hay ciertos compradores habituales: desde Miguelito, un niño que con 12 años que se lleva manga de terror, hasta señores con más de 60 años coleccionistas de toda la vida. También hay quien cumple el estereotipo de sevillano cofrade, aunque Fernando —uno de los clientes más fieles de la tienda— afirma que no es lo habitual entre los lectores de este formato.
Sobre el empleo de ser librero, Laura señala que "tienes capacidad de influencia bastante alta porque mucha gente no sabe lo que llevarse". En este sentido cuenta la relación que se establece con el cliente y su relación con dar clases en la universidad. "Tenía la tensión del síndrome del impostor, pero es algo que pasa en todos los trabajos. A veces he estado súper preparada para dar clase de alguna cosa que he estudiado, me he preparado respuestas a un momento de preguntas y los chavales están esperando que acabe la clase y no te preguntan". La clave, la honestidad en el cara a cara.
El sector en Andalucía
En la industria, pocos son los que pueden vivir de ella en Andalucía. Banana Cómics también ha nacido como un espacio de difusión. Todos los sábados hay algún evento con autores locales para charlar o firmar. José habla de una crisis perpetua del sector. "Recuerdo que en 1987 los editores ya hablaban de la crisis y la burbuja del cómic". En la actualidad, Diego Galindo es el dibujante de los cómics de Stranger Things en Estados Unidos, Isra –otro autor local– ha conseguido vender en América los derechos de una historia inspirada en San Juan de Aznalfarache. Otros, sin embargo, a pesar del talento y de haber realizado algunas obras, tienen que optar por el pluriempleo.
Gentrificación e inflación
El barrio ha cambiado mucho en los últimos años. Ambos han crecido a esta orilla del río por lo que han visto todo lo que ha supuesto la gentrificación de la zona. "No me alegro porque soy vecina de toda la vida, el barrio está mucho más caro", dice. Sin embargo, una gran parte de los ingresos del negocio llegan a través de los turistas: "Para el negocio es mejor que haya más turistas. Siempre se quieren llevar regalitos y aumentan las ventas. Cada día a las ocho de la tarde ves a los turistas llegar en manada con las maletas por la calle".
En los últimos meses, con la pandemia primero y la coyuntura internacional después, ha subido el alquiler, la luz e incluso los envíos. Pese a ello, el negocio aguanta. "La pasta ya la hemos perdido", señala José. "Cubrimos gastos y cada mes vamos a más", dice Laura. Ambos esperan que ahora, con las navidades a la vuelta de la esquina, el crecimiento siga su curso. Uno de los secretos está en la gestión que hacen de las redes: "Me he abierto TikTok con 45 años que tengo y he bailado".
El podcast
Aunque la tienda apenas lleva un año, la trayectoria de José y Fernando es mucho más amplia en este mundo. Desde hace nueve años dirigen el podcast TDT Cómic con el que empezaron varios, pero en el que, por diversas circunstancias de la vida, sólo quedan ellos dos. Confiesa que es una afición que les abre puertas. No sólo han conocido a través de él a autores y editores, sino que también tienen un espacio reservado ya en algunas ferias que se celebran en España.
El podcast también tiene su espacio en la tienda con una pequeña sala que hace de estudio de grabación. "Al final entró en el proyecto", dice José sobre si estaba previsto este espacio en la idea original del local. Fernando, por su parte, reconoce que "es más divertido grabar en persona".
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