Que la Semana Santa es un motor económico es conocido por todos. Cuando llega la fecha se habla del dinero generado por la hostelería o de la ocupación hotelera en cada una de las ciudades de Andalucía. Sin embargo, alrededor del mundo cofrade existen otras actividades económicas que se mezclan con la faceta artística y que pasan más desapercibidas.
Es difícil que en estas latitudes no haya visto alguna vez a una de las dolorosas más famosas de Andalucía inmortalizada en una piel. Lo mismo con los cristos. En Sevilla ocurre con el Gran Poder, la Esperanza Macarena, la Esperanza de Triana, el Santísimo Cristo de las Tres Caídas o Jesús de la Sentencia, por hablar de los más conocidos.
Esta forma de llevar la devoción en la piel se extiende por muchos rincones. Cada pueblo y cada rincón tiene una imagen predilecta. Y muchos de sus devotos deciden tatuársela en la piel para llevarlos siempre con ellos.
El tatuaje cofrade se ha convertido en un género propio para determinadores tatuadores. No obstante, no hay demasiados especializados en la materia. Uno de los que sí lo está es José Antonio Gómez, de 53 años. Y además, lo afirma sin complejos. José Antonio es el responsable de Libertopia, un estudio de tatuaje situado a escasos metros de la Basílica de la Macarena.
Gómez señala que no es un género que esté extendido, ni siquiera en Sevilla. "No sé por qué el tatuador no le da protagonismo. No sé si no le ven potencial o es que no quieren que lo etiqueten", afirma sobre el sector. Él es todo lo contrario, "no me asusto, ni creo que me etiquete hacer imágenes cofrades. No sé por qué no se huye de hacer el David de Miguel Ángel pero no eres receptivo para hacer el Tres Caídas". El Tres Caídas, por cierto, fue la primera imagen que tatuó, "salió bien".
José Antonio era frigorista, pero hace unos años dio un giro a su vida. Se cansó de hacer lo que le tocaba y se lanzó hacia su vocación: el arte. Su estudio abrió las puertas hace un año, pero ya llegan personas de distintos rincones de Andalucía para ponerse en sus manos. "Quería llevar la estética por dentro y por fuera. Que lo que hiciera estuviera relacionado con el mundo del arte", apunta.
Una parte de su estudio es una galería. Allí se observan distintos dibujos y bocetos. Muchos de ellos pueden acabar en cualquier hombro, antebrazo o gemelo. Él aconseja sobre lo que le proponen, pero no impone. "Lo que sale en Sevilla esta semana son obras de arte. Es un museo que lo sacamos a la calle. Existe una magia súper artística", dice sobre la dificultad para ser sevillano y no ser cofrade.
Con su experiencia y visión intenta hacerle ver al cliente que cada formato tiene sus características. Es decir, la piel no es lo mismo que un lienzo. En cualquier caso, José Antonio disfruta haciendo estos encargos. "Puedes tener una imagen de referencia, pero llega un momento en el que lo que estás haciendo cobra vida y tienes que ser fiel a lo que estás formando. Cuando ven el Cristo o la Virgen y observas la cara que ponen es como un pago previo", explica sobre el proceso.
Antes de plasmar la tinta le gusta hablar con el cliente para conocer sus emociones y estrechar el vínculo. "Me gusta que no sea frío, sino una relación más humana", dice sobre su forma de trabajar. "Es importante que te recuerden y te llamen José, no sólo es cobrar y adiós".
Aunque hay tatuadores que realizan sus obras en un solo día, José Antonio prefiere dividirla en dos. Eso sí, cada una de seis o siete horas. Cree que no se puede hacer a la ligera porque se trata de un retrato "que tiene que quedar para toda la vida" y "para analizarlo tiene que haber dos sesiones".
Según él, el cliente habitual no cumple los estereotipos que uno podría pensar. Ni siquiera tiene procedencia. Recientemente, una persona de Benacazón le pidió el Tres Caídas de Triana, "se enteran por el boca a boca".
De momento no es una corriente, pero está dispuesto a iniciarla y que el resto se sume. "Me gustaría que el mundo cofrade, ya sea de Cádiz o Huelva, tenga su referencia. Hacerte con un nombre y que te busquen en redes, por ejemplo", manifiesta sobre el futuro de este género para su actividad diaria. "Es un orgullo que te vengan de Huelva y te digan que quieren a la Virgen de su pueblo".
Aun así, tampoco hay mucho margen para innovar. "El mundo cofrade es clásico", asegura sobre las peticiones. "Tienes que modular la idea prefijada y decir lo que funciona más y mejor. Das un asesoramiento. Si se deja guiar, bien y si tiene una idea fija pues no podemos hacer nada", sentencia.
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