Hace cinco años que Desirée Rodríguez (Cádiz, 1980), Olga Sánchez (El Puerto, 1975) y Lucía Fuentes (Rota, 1991) coincidieron en el Ciclo Superior de Vitivinicultura y Enología, en el IES Santo Domingo (El Puerto). En un tiempo donde los vinos resucitan sobre el mantel de casa, cada una decidió apuntarse por diferentes motivos.
Desirée, que se había licenciado en Derecho, se encontraba en el paro y un anuncio del telediario le abrió los ojos. Olga, profesional de la hostelería y que había estudiado Química en la Universidad de Cádiz, también estaba desempleada y se animó a estudiar el ciclo, a pesar de que "el horario era horrible". Y Lucía, la benjamina, cuenta que dejó la carrera de Biología en la Universidad de Sevilla al tercer año, cuando un día, en Aponiente, con un amontillado en boca, se dijo a sí misma: "Lucía, te estás equivocando".
En julio de 2015, con el título del ciclo bajo el brazo, las tres empezaron a echar currículums. No obstante, ya tenían claro que se iban a dedicar a lo más difícil: producir vino. "En septiembre de ese mismo año ya empezamos a elaborar", sonríe Desirée. Cuando se propusieron llevar a cabo su propia casa de vinos, lo primero que pensaron fue en diferenciarse de las demás referencias del Marco.
Por ello, apostaron por la variedad moscatel —de una viña de Chipiona— y hacerlos en seco, un vino más comercializado en Valencia, pero inexistente en el Sur. Así nació 4ojoswines, "porque cada uno le echábamos un ojito", explica con arte Olga, quien indica que son cuatro y no tres porque en principio un chico también formaba parte del proyecto hasta que se retiró en el primer año.
De izquierda a derecha: Olga Sánchez, Lucía Fuentes y Desirée Rodríguez, fundadoras de 4ojoswines. FOTO: CLAUDIA GONZÁLEZ ROMERO.
"Pensamos: no nos conoce nadie, vamos a empezar por una producción pequeñita... ¡Tenemos que llamar la atención!", comenta Olga. Y tanto que la llamaron, que de las 1.300 botellas que sacaron de la primera cosecha, el 80% fue a parar al restaurante portuense tres estrellas Michelín, Aponiente, del chef del mar, Ángel León. "Cuando Ángel se quedó con esa primera añada, nos permitió soñar, pensar que esto nos podía llevar a algún sitio...", confiesa Olga.
Aquel vino que el chef del mar compró nada más probarlo era Contratiempo, un vino fresco, con acidez, floral... "Podía empalagar", incide una de ellas. Así que decidieron darle salinidad y minenarilidad comprando uva de tierra albariza en El Puerto. "Esto ya era un vino más de Cái", sonríen. Un vino más sutil, más cítrico, con amargor, pero también con salinidad. Gracias a la uva de la viña portuense La Blanquita encontraron el sabor que buscaban y se pusieron manos a la obra para experimentar con ella y sacar otras botellas. "Nuestra filosofía es ir creciendo poco a poco", comparte Lucía.
En 2016 llegó Molinero, "el más sentimental". Se trata de un moscatel seco más elegante, con crianzas sobre lías y criado en botas viejas de oloroso. Molinero debe su nombre a Araceli Molinero, una profesora del ciclo superior del IES Santo Domingo y "el ángel de la guarda" de 4ojoswines. En el mismo año y "por casualidad", nació también Desvelao, en referencia al curioso velo de flor que había crecido de la uva moscatel.
"Dejamos unos 200 litros en el depósito de Molinero, un resto que no se oxidaba. Aquello estaba más elegante, más afilado..., te recordaba a vinos de Alsacia, se estaba poniendo señorón. Los vinos están vivos y se comportan como quieren, y nuestra sorpresa es que nos habían crecido un velo de flor con la uva moscatel. Se lo contamos a otros sumilleres y de las 75 botellas que pudimos sacar, todas se fueron para Aponiente", narra Lucía.
Olga, Lucia y Desiré mostrando su primera botella: Contratiempo. FOTO: CLAUDIA GONZÁLEZ ROMERO.
Ya, al año siguiente, en 2017, "las chicas del moscatel", como son conocidas en Cádiz, recibieron una llamada del chef del mar para hacer una colaboración y crear un vino diferente, producido en la zona, y exclusivo de Aponiente. "Lo que hicimos fue unir un poco las dos casas: la casa de la bodega de Juan Ruiz-Henestrosa, el jefe de sumillería del restaurante de Ángel León, con una bota de amontillado y el moscatel seco portuense de 4ojoswines. Así fue cómo engendraron La Má, un vino de notas terrosas, toque mineral, fruta, flor y muy aromático.
Por último, también el año pasado, sacaron la marca A Pulso, ya que Lucía tuvo que bajar "a pulso" el depósito donde este vino iba a ser elaborado. "Era hora de tocar un tinto". Pero cómo no, se trata de un tinto de uva syrah (ecológica) diferente que elaboran a través de la maceración carbónica, una técnica antigua que aprendieron en el ciclo superior. "Queríamos hacer un tinto con un color diferente, con poco alcohol, que no tuviera madera, un vino joven..., que tu abras la botella y te la tomes", señala Desirée.
Las chicas de 4ojoswines adelantan a lavozdelsur.es que en septiembre de 2018 empezarán con la elaboraremos de tres botellas nuevas. Eso sí, todas ellas producidas a partir de la uva moscatel y en seco. "Somos mujeres de vino seco", ríe Olga. "Y tenemos en mente tantas cosas que hacer con la moscatel. Lo que se le ocurre a ella, como lo que se me ocurre a mí. Se le puede dar mil vueltas...", continúa su compañera.
En la actualidad exportan sus vinos a Andalucía, Cataluña, Madrid y País Vasco; y en el extranjero mandan cajas a Singapur. Además, señalan que sus marcas están por toda la provincia de Cádiz, repartidas por restaurantes, vinotecas, despachos... Y ahora, mientras esperan a que comience la vendimia a finales de agosto y de la que esperan sacar una cosecha de 8.000 botellas, se dedican a hacer catas sencillas, con arte y mucho humor gaditano. "Nadie mejor que tú puede contar lo que tú haces", remata Lucía.
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