Con un langostino en forma de corazón empezó su aventura Pepa Bravo, la joven diseñadora de Sanlúcar que intenta demostrar, a base de esfuerzo y trabajo, que la ciudad es algo más que gastronomía y Doñana al fondo —que no es poco—. Sus diseños, que ella misma define como “una mezcla del pop art en pleno siglo XXI con diseños muy gráficos y coloridos” desfilaron por las salinas mucho antes que Dior.
Bravo es el puro ejemplo de que no hace falta mirar lejos de nuestras fronteras para encontrar arte, porque a veces el ingenio se esconde en un pequeño taller de la calle Ancha sanluqueña.
En ese pequeño rincón la diseñadora sanluqueña pasa sus días trabajando. Ella hace todo el proceso del trabajo, desde el primer boceto del dibujo hasta la última puntada de la prenda. Estudió Diseño de Moda en Valencia y se formó de la mano de Agatha Ruiz de la Prada, quien marcó un antes y un después en sus creaciones. “Yo antes vestía de negro, pero cuando hice las prácticas para mí fue un antes y después. Allí está prohibido el negro, incluso el hilo y los bolígrafos”, recuerda la diseñadora.
Toda su vida quiso crear ropa. “Recuerdo que con 16 años me apunté a mi primer corte y le decía a mis amigas que iba a clases particulares porque me daba vergüenza. Fue el mismo año que me hice mi primer traje de flamenca”, relata. Sin embargo, fue por golpe de suerte que sus diseños cuando creó sus langostinos en forma de corazón, la cara más visible de las creaciones de las Bravo y con la que empezó a darse a conocer.
“Tras terminar los estudios y no encontrar trabajó empecé a poner copas en Bajo de Guía. Allí, en las horas muertas en las que no venía nadie cogía mi cuaderno y me ponía dibuja. Un día salió la marca del langostino en forma de corazón. Surgió la camiseta y la publiqué en Instagram, pero como hago con todo. Yo lo había hecho para familia y de repente todo el mundo quería una. Yo no había puesto ni precio entonces”, cuenta Bravo.
Sin embargo, aunque su nombre ya comenzaba a tener relevancia no era suficiente. “Tuve muchas entrevistas, pero parece que me faltaba algo. Parecer tan joven siempre ha jugado en mi contra. Me fui a Inglaterra a perfeccionar mi inglés y trabajar en mi proyecto. Cuando nos confinaron no pude volver a casa y entonces le dediqué todo el tiempo de a mi marca. Cuando pude volver tenía diseñadas mis propias telas y comencé a hacer mascarillas con ellas”, recuerda la sanluqueña, que afirma que a partir de su vuelta fueron saliendo las cosas sin darse cuenta.
Su primer proyecto en las salinas de Sanlúcar
Y aunque ahora se haya viralizado en todo el mundo el espectacular despliegue de la marca francesa Dior por las salinas de Bonanza, no fueron los primeros. Pepa Bravo lanzó hace unos años su primera colección y sus modelos fueron pioneras en desfilar por las inmensas paredes de sal. Es por ello por lo que Sanlúcar se ha volcado en reivindicar su nombre en redes sociales cuando han salido las primeras imágenes de la marca de lujo en la pequeña Sierra Nevada sanluqueña. “Yo creo que yo he tenido una idea que ellos la han tenido después”, piensa Bravo, que se siente orgullosa de coincidir con la idea de uno de sus referentes.
“Uno de mis trajes que desfilé allí, el amarillo, se ha hecho viral. Se han utilizado para másteres en Sevilla y en muchos más”, afirma. Ella tenía la idea de hacer una colección allí desde hace mucho tiempo, incluso lo intentó cuando solo era una estudiante, pero sin éxito. Sin embargo, lo retomó cuando creó su marca y la idea, años más tardes, también le pareció atractiva a la firma francesa.
Su segunda pasarela fue en restaurante napolitano Gozo Slow Food, una iniciativa del Ayuntamiento para promover la Capital Gastronómica. Con un toque gamberro y colorido, sacó adelante una de sus colecciones más urbanas. “Me dieron a elegir entre muchos restaurantes, pero yo no quería promocionar los mismos negocios que ya están consolidados. Quería algo nuevo y darle la oportunidad a alguien joven. Si no apostamos por nosotros mismo, por quién lo voy a hacer ¿por alguien que ya tenga su empresa consolidada?”, razona la diseñadora.
Carrera de obstáculos para los emprendedores
La sanluqueña es consciente de la dureza de su profesión, pero le motiva estar haciendo lo que realmente le gusta. “Desgraciadamente lo hecho a mano no se valora. La gente ve que vale caro y dice voy a cualquier tienda y me compro otra cosa 15 euros. Aquí se paga el trabajo y la exclusividad porque la tela y el diseño no lo vas a encontrar en ningún sitio. Es inviable para mi vender la ropa tan barata porque tengo que pagar muchas cosas sola”, narra bravo.
Además, emprender en moda en Sanlúcar le suma un plus de dificultad. Si bien la ciudad se ha convertido en templo gastronómico de España, lejos de la hostelería hay que luchar el doble, mucho más si eres joven. “Lo tenemos muy difícil aquí, pero si no nos damos la oportunidad de crear empresas aquí, nunca va a haber de mantener los jóvenes en la ciudad. Estamos muy preparados, pero nadie nos quiere pagar lo que merecemos”, afirma Pepa que es una de las promesas que siguen apostando por su tierra.
Bravo admite que no está siendo nada fácil y que abrir tu propio negocio en España siendo tan joven es una carrera de obstáculo. “Siempre ponen muchos impedimentos y no dan a penas oportunidades. Hay gente que tiene dos trabajos para poder vivir de lo suyo. Dicen que ahora todos los jóvenes quieren ser funcionarios y es totalmente normal” comenta y confiesa que hasta ella misma ha llegado a pensarlo. No obstante, Pepa Bravo no se resigna y seguirá creando sus diseños en su taller para demostrar que Sanlúcar es mucho más que la capital del buen comer.
Comentarios