Las ideas pueden llegar muy lejos. A veces, la bombilla de la cabeza se enciende y acierta. A nadie se le había ocurrido vender unos calcetines con la virgen de La Macarena, unos costaleros o las macetas de un patio cordobés antes. Hasta el día en el que dos compañeros, el gaditano Javier Ayala y el sevillano Juan Carlos Ramos decidieron creen en un proyecto que pronto fue un boom.
Todo comenzó en una empresa de clicks de Playmobil customizados con personajes del Carnaval de Cádiz. Javier era aparejador y Juan Carlos había estudiado periodismo, pero los derroteros de la vida quisieron que tras un año y medio entre los míticos muñecos acabaran lanzando una marca de calcetines. “Empezamos a ahorrar, fuimos echando dinero en la hucha y decidimos invertirlo en esto”, cuenta Javier desde la tienda de Pepe Pinreles, en la calle Columela de la capital gaditana.
A Juan Carlos le encantaban los calcetines de colores y dijeron, ¿por qué no probar con ellos? Eso sí, no buscaban ofrecer un abrigo para los pies cualquiera. La suya tendría “algo de identidad”. Su punto fuerte sería la temática de sus diseños.
Así, hace 4 años nació Pepe Pinreles. “De calcetines no teníamos ni idea, nos tuvimos que formar en el momento en que nació la idea y aprender”, recuerda el gaditano. Al invento le bautizaron con nombre y apellidos como si fuera un personaje.
“Pinreles es una palabra que decían nuestros padres”
Según cuenta Javier, tras una lluvia de ideas llegaron a la conclusión de que la marca debía llamarse con una palabra relacionada con los pies, los protagonistas. “Pinreles es una palabra que decían nuestros padres cuando éramos chicos y casi se ha perdido”, dice. Pero ellos la rescataron y cogió carrerilla.
Del portal online, donde comenzaron a mover los calcetines, saltaron a las tiendas físicas hasta contar con seis puntos de venta propios en Andalucía, cuatro en Sevilla, uno en Córdoba y uno en Cádiz. Además Juan Carlos los colocó en el escaparate de la tienda de souvenirs que regentaba. Con el tiempo, se interesó El Corte Inglés y después vinieron los locales de Pepe Pinreles. El primero se inauguró en el centro comercial Lagoh.
“Nos gusta mucho el carnaval, la feria la Semana Santa”, reconoce Javier. Y esa pasión por las tradiciones se plasmó en cada par. En las estanterías de la tienda gaditana cuelgan elementos populares de Las Fallas, Cruz de Mayo o El Rocío junto a Gambrinus de Cruzcampo, El Cano y Curro, la mascota de la Expo 92.
Los socios se fijan en “la identidad de cada sitio, la fiesta, la gastronomía o los monumentos” como fuente de inspiración y apuestan por la cercanía, unos diseños “más localistas con tiradas pequeñas” que se escapan de los calcetines “impersonales que lo mismo se pueden vender en Tokio que en Madrid”.
Rara vez un australiano puede acabar poniéndose unos calcetines del Betis, pero un amante del equipo verdiblanco, seguramente. Los impulsores trabajan con licencias oficiales como las del Sevilla FC, el Cádiz FC o la selección española y siempre están atentos a su alrededor poque todo es susceptible de acabar en un calcetín.
Y cuando se dice todo, es todo. Siempre y cuando “no molestemos a nadie”. Hasta el oso “perjudicado” de la Cabalgata de Reyes Magos de este año, que, sin esperarlo, dio la vuelta al país aglutinando fans a su paso.
“En 72 horas vendimos unos 3.000 pares”
La magia de las redes sociales hizo que a Juan Carlos, Javier y al resto de España le llovieran memes por todos lados. “Nos hizo gracia, era una cosa que había sucedido en Cádiz y como nos gusta tener cosas de cada sitio, probamos”, explica Javier, que se arriesgó al ver el furor que causó el fallo del disfraz.
La jugada no le salió mal a Pepe Pinreles. Los calcetines también llamaron la atención no solo de los gaditanos sino de todo el país. “El impacto que tuvieron ha sido una sorpresa, miré las estadísticas el primer día y los que más habían entrado eran de Madrid. En 72 horas vendimos unos 3.000 pares”, señala.
Un pelotazo sin precedentes que provocó que El Corte Inglés les llamara reclamando más calcetines del oso al agotarlos en poco tiempo. La marca ha abierto la veda y no descarta no quitarles ojo a las redes sociales por si aparece otro oso perjudicado, pero Javier reconoce que “hay que tener mucho cuidado con los memes”.
Con un par de calcetines amarillos con el logo del Cádiz FC en la mano, expresa que son cautelosos a la hora de elegir los diseños. “No nos gusta entrar ni en temas políticos ni en cosas que puedan ofender a ciertas personas”, comenta.
Un viral inocente no se mira con malos ojos, pero un virus sí. Javier cuenta que, desde que comenzó la pandemia, muchas personas les han pedido que lanzasen un diseño del coronavirus. “Nos negamos, con la cantidad de gente que está muriendo, es una cosa delicada”, añade.
Pepe está acostumbrado a que todo el mundo quiera vestir sus pinreles. A los clientes se les ocurren ideas que transmiten en redes sociales. Propuestas que a veces caen en saco roto y, otras, sirven de ayuda. “La gente tiene muy buenas ideas, y pensamos que hay que escucharlas porque, al final, pueden darte la idea que triunfe”.
Las palabras de Javier no se escuchan detrás de un escaparate imposible de ignorar al pasar por la céntrica calle.
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