Jerséis que colgaban de las perchas de los baby boomers nacidos en plena dictadura franquista, pantalones que llevaron las que ahora son abuelas o alguna lámpara de las que alumbraban la mesa del salón. Un auténtico viaje al cuarto de los jóvenes que vivieron la movida de los ochenta. Esto ocurre al atravesar la puerta de una tienda de la calle San Pedro, esquina con Sagasta en Cádiz.
Libertaria tiene un escaparate de esos en los que quedarse embobados. Retratos digitales de Rocío Jurado, Gustavo Adolfo Bécquer o Camarón de la Isla reposan junto a tazas, teteras o figuras decorativas. Al fondo un sinfín de chaquetas, vaqueros o camisas con “un rollo antiguo y vintage” componen el negocio de Migita Dakota.
Es el nombre artístico de una gaditana que apostó en noviembre de 2019 por lanzarse con su primer emprendimiento, dedicado al arte local y la ropa de segunda mano. “Empecé en un local que estaba en la misma calle, más abajo, era muy pequeñito, pero no tenía escaparate”, cuenta Mila Sánchez, que hace un año y nueve meses se trasladó a la ubicación actual donde había una barraca.
“Es mucho mejor porque es más grande y tengo más visibilidad”, dice delante de un cuadro de Mazinger Z creado por ella misma. La gaditana se inició en el mundo de la pintura y el dibujo digital tras veinte años pisando escenarios con la primera compañía de danza contemporánea de Cádiz, Danza 88.
“Llevo toda la vida como coreógrafa, hicimos giras por muchos sitios”
“Llevo toda la vida como coreógrafa, hicimos giras por muchos sitios y ganamos premios en la Feria de Artes Escénicas de Palma del Río”, explica a lavozdelsur.es. Cuando Mila dejó de bailar, comenzó a montar exposiciones en bares alternativos de Cádiz y Sevilla para dar a conocer sus obras de estilo pop art.
Pero se dio cuenta de que “me emociona y me gusta mucho, pero eso no me daba para vivir”. Así que se lio la manta a la cabeza y creó a Libertaria, nombre que “es señal de apertura y libertad”. Y lo hizo pocos meses antes del duro golpe de la pandemia que pudo esquivar gracias a las ayudas gubernamentales.
Libertaria se suma al mercado de segunda mano, la alternativa sostenible de la moda que pone en valor la exclusividad. La ropa y el calzado producen la contaminación del agua, las emisiones de gases de efecto invernadero y los vertidos.
“Reutilizar es muy bonito”
Según las estimaciones del Parlamento Europeo en su web, la producción textil, a través de los tintes y los productos de acabado, es responsable de aproximadamente el 20% de la contaminación mundial de agua potable.
“Pienso que es la alternativa para hacer frente al problemazo ecológico. Sabemos que la ropa contamina muchísimo y es muy bonito reutilizar, darle una segunda oportunidad”, señala Mila que llama a las prendas “piezas” porque son únicas.
La gaditana atiende a dos chicas mientras mete en una bolsa de papel los pantalones que acaban de comprar. Casi todos los artículos que se observan en la tienda datan de los años setenta en adelante y proceden de ciudades europeas como Londres, Ámsterdam y Holanda, aunque también algunos vienen de Estados Unidos.
Posavasos con flamencas, violeteros, etiquetas de vinos de Jerez o bandejas. La nostalgia se apodera de ella cuando muestra una colección de fotografías de las Spice girls, una bandeja de cerveza o un ejemplar de la revista anarquista Ajoblanco publicado en julio de 1977.
La gaditana recorre el espacio con un hilo musical de fondo que transporta a otras épocas. “Aquí hay cosas que ya no se ven, que tenían las madres de las personas de mi quinta en sus casas. Mi madre fliparía con esta tienda, diría: -pero niña, si tiene todo lo que teníamos en casa”, comenta. Efectivamente, la mayoría de los objetos salen de casas antiguas o anticuarios.
Además, crea diseños propios con serigrafía que plasma en camisetas y sudaderas bajo la marca Libertaria. “Para mí es una tienda taller, aquí hago mis diseños con el ordenador. Me gusta mezclar los sirenos, las plantas o los animales con marcos antiguos”, dice señalando uno de ellos.
Junto a cuadros que representan iconos de artistas y LGTBIQ+ -“somos gayfriendly”-, un reloj de pared de Belcor salta a la vista. Mila lo rescató de una corsetería mítica de la calle San Francisco ya extinta, le dio, de nuevo, una segunda vida.
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