
Organizando las mesas.
África lleva desde las ocho de la mañana en la caseta. Hoy se levantó a las siete y se dirigió a la caseta para sustituir al guarda. Ella se encarga de organizar las mesas en el interior de la caseta y en la terraza, gestionando las reservas correspondientes al día.

Las cocinas de la Candelaria.
Una de las hermanas de la Candelaria, que está haciendo el turno de comida, observa atentamente las comandas que van colocándole en la pared, mientras sitúa un plato en la ventanilla —casi su único contacto con el exterior— para que lo recoja su compañero de la barra y lo entregue.

Sitios estrechos y bien aprovechados.
Una cocina en la Feria debe funcionar como una maquinaria bien engrasada. Son espacios pequeños donde suele hacer mucho calor y donde, habitualmente, se experimenta mucho estrés.

Son voluntarios.
Todas las personas que trabajan en las casetas son voluntarias. Ellos mismas se encargan de montar el interior de la caseta semanas antes de la Feria y, posteriormente, la atienden por turnos con el objetivo de recaudar la mayor cantidad de dinero posible para sus hermandades.

David y María.
David lleva un año en la hermandad y su labor en la caseta se desarrolla en la barra. Los turnos se organizan con el objetivo de seguir creciendo como hermandad. En total, son aproximadamente 70 hermanos los que participan en los distintos turnos. Junto a él está María Ferrer, quien durante la hora de la comida se encarga de llamar por número a las personas para que recojan sus platos en la barra.

Carmen, Esther y Carmen.
Carmen Villalva, de 52 años, pertenece a la hermandad desde sus inicios y lleva trabajando en la Feria desde hace 10 años. Los turnos se dividen en cocina, barra, recogida de mesas y camareros. Cada hermano se apunta según la disponibilidad que tiene en casa. “Somos un gran equipo, nos llevamos bien y somos un gran equipo. Se incorpora gente nueva y eso es positivo. Es muy gratificante saber que, cuando la hermandad sale a la calle en Semana Santa, un trocito de eso es gracias a nuestro trabajo”, afirma Carmen.
Ester es hermana desde diciembre; este año vive su primera salida procesional, su primera Feria y su primera Feria trabajando. Es un ejemplo del buen hacer de la hermandad. Junto a ella está Carmen, que es hermana desde 2024.

La historia de Carmen.
Carmen es hermana desde 2024. El año pasado participó por primera vez como auxiliar y, este año, ha salido por primera vez de penitente, cumpliendo una promesa. Su marido fue sometido a un trasplante de hígado, y ella hizo el camino pidiendo al Señor que todo saliera bien, con profunda fe y devoción. Tiene la firme intención de seguir saliendo de nazarena durante muchos años más.

Omar.
Omar es ayudante de cocina y es de Marruecos. Está colaborando con la Hermandad de la Salvación en todo lo que puede. Esta es su primera Feria trabajando. Lo que más se vende son los guisos del día, que se agotan rápidamente; ayer tuvieron carrillada y hoy papas con chocos. Él es el encargado de preparar el gazpacho y el salmorejo. La gente busca platos frescos para soportar el calor de la Feria.

Recargando la despensa.
Por la mañana, son los propios hermanos quienes reciben a los proveedores. Algunos llegan a la caseta a las ocho de la mañana. Por la noche, permanece un guarda, y son los hermanos quienes llegan a primera hora para relevarlo y comenzar a trabajar dentro de la caseta.

Limpiando algunos cuadros.
Madre e hija se dedican a poner en orden la barra. La gente deja claveles como ofrenda a las imágenes que están colgadas en la pared. Durante la mañana, antes de que comience a entrar el público, limpian el polvo de los cuadros del día anterior y reorganizan los claveles que se hayan caído.

Madre e hija.
África España, de 54 años, y María Ferrer, de 22, llevan vinculadas a la hermandad desde hace aproximadamente 14 o 16 años, prácticamente desde sus inicios. Ambas coinciden en que han participado en la feria todos los años desde entonces. Respecto al día a día en la caseta, describen la experiencia como gratificante, aunque con momentos de estrés debido a las variaciones en la afluencia de público: a ratos la caseta está vacía, y poco después se llena de gente. Estos altibajos generan tensión, pero también oportunidades para relajarse brevemente antes de que regrese el flujo de visitantes. Destacan el buen ambiente y la sensación de comunidad que se vive entre los hermanos, pese a los inevitables roces que surgen por pasar tantas horas juntos. Sin embargo, estos desacuerdos son pasajeros y no afectan la convivencia, que califican de muy positiva.
Ambas dicen que el trabajo en la caseta es completamente voluntario. África comenta que, en su caso, comenzó desempeñando tareas de camarera y recalca que, en su hermandad, los hermanos son los responsables directos del funcionamiento de la caseta. Señalan que, aunque algunas hermandades cuentan con personal externo para este trabajo, ellas consideran que la implicación personal es fundamental.
María explica que su motivación principal para colaborar es garantizar que la hermandad pueda mantener y mejorar sus imágenes religiosas y salidas procesionales, lo cual requiere fondos que se obtienen en gran parte durante la feria. Gracias al esfuerzo colectivo del año anterior, lograron sacar a la Virgen de la Magna, un logro que consideran impensable sin ese trabajo solidario.

Pepe Valle.
Pepe Valle, de 80 años, lleva vinculado a la hermandad de la Misericordia y su caseta en la Feria desde hace al menos 20 años. A pesar de su edad, asegura que sigue ahí "mientras aguanta el cuerpo". Relata que la hermandad comenzó hace ya varias décadas, cuando algunos de los miembros actuales tenían apenas 13 o 14 años, y hoy muchos de ellos rondan los 50 años. Pepe se considera uno de los miembros más nuevos dentro de la hermandad, aunque también es uno de los mayores en edad.
Explica que la principal función de la hermandad es recaudar fondos, ya que es la única forma de subvención que reciben para poder continuar con sus actividades, comprar materiales y avanzar en la construcción y mantenimiento de su casa hermandad. Aunque la mayor parte de la estructura ya está construida, actualmente se encuentran pagando la hipoteca y gestionando los recursos para el mantenimiento, que incluye la mejora del paso y la adquisición de materiales.

El hermano mayor, entre fogones.
Fran, de 42 años, es el hermano mayor de su hermandad desde sus inicios. Relata que cuando eran niños participaron en la reorganización de San Juan Grande, donde los hermanos de San Juan de Dios les acogieron. Para él, poder atender a los ancianos y personas mayores es un orgullo, y asegura que colaboran durante todo el año en todo lo que pueden, tanto en la hermandad como en otras actividades relacionadas.
Sobre la Feria, comenta que todo marcha bien y que cuentan con la colaboración de muchos hermanos, quienes se organizan en turnos para sacar adelante la caseta y las actividades. Valora positivamente el esfuerzo colectivo para mantener viva la tradición y cumplir con sus compromisos.

Los hermanos.
Ellos son los hermanos que, durante la comida, atienden al público que asiste a la caseta.

Organizando las mesas.
África lleva desde las ocho de la mañana en la caseta. Hoy se levantó a las siete y se dirigió a la caseta para sustituir al guarda. Ella se encarga de organizar las mesas en el interior de la caseta y en la terraza, gestionando las reservas correspondientes al día.

Las cocinas de la Candelaria.
Una de las hermanas de la Candelaria, que está haciendo el turno de comida, observa atentamente las comandas que van colocándole en la pared, mientras sitúa un plato en la ventanilla —casi su único contacto con el exterior— para que lo recoja su compañero de la barra y lo entregue.

Sitios estrechos y bien aprovechados.
Una cocina en la Feria debe funcionar como una maquinaria bien engrasada. Son espacios pequeños donde suele hacer mucho calor y donde, habitualmente, se experimenta mucho estrés.

Son voluntarios.
Todas las personas que trabajan en las casetas son voluntarias. Ellos mismas se encargan de montar el interior de la caseta semanas antes de la Feria y, posteriormente, la atienden por turnos con el objetivo de recaudar la mayor cantidad de dinero posible para sus hermandades.

David y María.
David lleva un año en la hermandad y su labor en la caseta se desarrolla en la barra. Los turnos se organizan con el objetivo de seguir creciendo como hermandad. En total, son aproximadamente 70 hermanos los que participan en los distintos turnos. Junto a él está María Ferrer, quien durante la hora de la comida se encarga de llamar por número a las personas para que recojan sus platos en la barra.

Carmen, Esther y Carmen.
Carmen Villalva, de 52 años, pertenece a la hermandad desde sus inicios y lleva trabajando en la Feria desde hace 10 años. Los turnos se dividen en cocina, barra, recogida de mesas y camareros. Cada hermano se apunta según la disponibilidad que tiene en casa. “Somos un gran equipo, nos llevamos bien y somos un gran equipo. Se incorpora gente nueva y eso es positivo. Es muy gratificante saber que, cuando la hermandad sale a la calle en Semana Santa, un trocito de eso es gracias a nuestro trabajo”, afirma Carmen.
Ester es hermana desde diciembre; este año vive su primera salida procesional, su primera Feria y su primera Feria trabajando. Es un ejemplo del buen hacer de la hermandad. Junto a ella está Carmen, que es hermana desde 2024.

La historia de Carmen.
Carmen es hermana desde 2024. El año pasado participó por primera vez como auxiliar y, este año, ha salido por primera vez de penitente, cumpliendo una promesa. Su marido fue sometido a un trasplante de hígado, y ella hizo el camino pidiendo al Señor que todo saliera bien, con profunda fe y devoción. Tiene la firme intención de seguir saliendo de nazarena durante muchos años más.

Omar.
Omar es ayudante de cocina y es de Marruecos. Está colaborando con la Hermandad de la Salvación en todo lo que puede. Esta es su primera Feria trabajando. Lo que más se vende son los guisos del día, que se agotan rápidamente; ayer tuvieron carrillada y hoy papas con chocos. Él es el encargado de preparar el gazpacho y el salmorejo. La gente busca platos frescos para soportar el calor de la Feria.

Recargando la despensa.
Por la mañana, son los propios hermanos quienes reciben a los proveedores. Algunos llegan a la caseta a las ocho de la mañana. Por la noche, permanece un guarda, y son los hermanos quienes llegan a primera hora para relevarlo y comenzar a trabajar dentro de la caseta.

Limpiando algunos cuadros.
Madre e hija se dedican a poner en orden la barra. La gente deja claveles como ofrenda a las imágenes que están colgadas en la pared. Durante la mañana, antes de que comience a entrar el público, limpian el polvo de los cuadros del día anterior y reorganizan los claveles que se hayan caído.

Madre e hija.
África España, de 54 años, y María Ferrer, de 22, llevan vinculadas a la hermandad desde hace aproximadamente 14 o 16 años, prácticamente desde sus inicios. Ambas coinciden en que han participado en la feria todos los años desde entonces. Respecto al día a día en la caseta, describen la experiencia como gratificante, aunque con momentos de estrés debido a las variaciones en la afluencia de público: a ratos la caseta está vacía, y poco después se llena de gente. Estos altibajos generan tensión, pero también oportunidades para relajarse brevemente antes de que regrese el flujo de visitantes. Destacan el buen ambiente y la sensación de comunidad que se vive entre los hermanos, pese a los inevitables roces que surgen por pasar tantas horas juntos. Sin embargo, estos desacuerdos son pasajeros y no afectan la convivencia, que califican de muy positiva.
Ambas dicen que el trabajo en la caseta es completamente voluntario. África comenta que, en su caso, comenzó desempeñando tareas de camarera y recalca que, en su hermandad, los hermanos son los responsables directos del funcionamiento de la caseta. Señalan que, aunque algunas hermandades cuentan con personal externo para este trabajo, ellas consideran que la implicación personal es fundamental.
María explica que su motivación principal para colaborar es garantizar que la hermandad pueda mantener y mejorar sus imágenes religiosas y salidas procesionales, lo cual requiere fondos que se obtienen en gran parte durante la feria. Gracias al esfuerzo colectivo del año anterior, lograron sacar a la Virgen de la Magna, un logro que consideran impensable sin ese trabajo solidario.

Pepe Valle.
Pepe Valle, de 80 años, lleva vinculado a la hermandad de la Misericordia y su caseta en la Feria desde hace al menos 20 años. A pesar de su edad, asegura que sigue ahí "mientras aguanta el cuerpo". Relata que la hermandad comenzó hace ya varias décadas, cuando algunos de los miembros actuales tenían apenas 13 o 14 años, y hoy muchos de ellos rondan los 50 años. Pepe se considera uno de los miembros más nuevos dentro de la hermandad, aunque también es uno de los mayores en edad.
Explica que la principal función de la hermandad es recaudar fondos, ya que es la única forma de subvención que reciben para poder continuar con sus actividades, comprar materiales y avanzar en la construcción y mantenimiento de su casa hermandad. Aunque la mayor parte de la estructura ya está construida, actualmente se encuentran pagando la hipoteca y gestionando los recursos para el mantenimiento, que incluye la mejora del paso y la adquisición de materiales.

El hermano mayor, entre fogones.
Fran, de 42 años, es el hermano mayor de su hermandad desde sus inicios. Relata que cuando eran niños participaron en la reorganización de San Juan Grande, donde los hermanos de San Juan de Dios les acogieron. Para él, poder atender a los ancianos y personas mayores es un orgullo, y asegura que colaboran durante todo el año en todo lo que pueden, tanto en la hermandad como en otras actividades relacionadas.
Sobre la Feria, comenta que todo marcha bien y que cuentan con la colaboración de muchos hermanos, quienes se organizan en turnos para sacar adelante la caseta y las actividades. Valora positivamente el esfuerzo colectivo para mantener viva la tradición y cumplir con sus compromisos.

Los hermanos.
Ellos son los hermanos que, durante la comida, atienden al público que asiste a la caseta.