Agotada. Es la palabra que utiliza Alejandra de la Cruz (Puerto Real, 1993) para definir cómo se siente ante la situación social y política. “Es todo un mamarracho, de verdad que no entiendo nada”, dice durante la entrevista con lavozdelsur.es esta intérprete y cineasta gaditana, que ejerce también de activista queer y trans a través de sus redes sociales y el cine. Un ejemplo de ello es su primera dirección en la gran pantalla, Privilegiada (2021), un cortometraje donde ironiza con el binarismo de género a través de su propia experiencia.
“Lo de llamarme privilegiada en el corto es una ironía, evidentemente no tengo ningún privilegio por ser persona trans. En el momento que sales de la heteronorma, sea por donde sea, pierdes tu privilegio. Hay muchas cosas que ahora no puedo hacer”, explica. En el filme se ve a ella misma haciendo unos sarcásticos trámites burocráticos en el Ayuntamiento de Madrid, haciendo que el espectador vaya más allá de poner en una balanza los privilegios de los hombres blancos cis y se pregunte sobre aquellas personas que no entran dentro de los estándares del binarismo.
Álex aprendió gran parte de su oficio de la mano de la cineasta Chus Gutiérrez a quien conoció a través de un curso de formación. La artista, que se considera autodidacta, se ha llevado desde que era una niña cultivándose a base de leer libros y ver mucho cine. “Empecé a interesarme por lo audiovisual en el instituto, me parecía una manera muy interesante de contar historias, que es lo que yo siempre he querido. En ese camino tuve la suerte de encontrarme con compañeras con las mismas inquietudes y poca vergüenza”, dice entre risas en referencia a su amiga Paula, a quien responsabiliza de haberle “salvado” de una complicada adolescencia.
Delacroix guiando al pueblo
Álex de la Croix, tal y como se llama artísticamente, no es familia del autor del cuadro de la libertad guiando al pueblo, pero bien podría ser la mujer alegorizada que protagoniza la obra de Eugène Delacroix. “Nos quitan derechos y libertades bajo el lema de libertad. ¿Libertad de qué? Si por existir de la manera que quiero, sin oprimir ni hacer daño a nadie, me insultan y me pegan por la calle, ¿qué tipo de libertad es la que estoy viviendo? Algunos llaman libertad a dar palizas y quedar impunes”, dice lamentándose de los últimos episodios de violencia contra la comunidad LGTBI.
Nada más lejos de la realidad. Esta misma semana se ha conocido la absolución del hombre que amenazó a un joven con agredirle y hacerle “heterosexual a hostias”. “Lo fuerte de todo ello es que no son capaces de ponerse en nuestro lugar porque no ven nada desde su privilegio de hombres cis blancos. Eso sí que es un chiringuito”, expresa en referencia a los delitos de odio sin condena en los últimos años, a los que achaca una falta de respeto y apoyo social que no se soluciona solamente con poner “una bandera en el Orgullo”. “Eso no cambia nada, la gente no se entera, cuando hablamos del tema se quejan de que adoctrinamos y somos muy pesadas con lo mismo, pero ¿qué hacemos? ¿Aguantarnos? ¿Quién es el que adoctrina?”, se pregunta.
“Ser una rara te propicia bullying genérico, nadie te entiende, te expulsan a los márgenes. Es muy duro sentir que no encajas y que te lo recuerden constantemente cuando tienes 15 años”, lamenta sobre su condición queer, un término que se traduce como "extraño" y que antes que teoría sobre la deconstrucción del género fue utilizado como insulto hacia los homosexuales.
Afortunadamente y como otras muchas adolescentes que luchan desde su propia diversidad por existir y expresarse libremente, no estaba sola. “Es importantísimo tener un entorno afectivo sano. Ahora entiendo que hay más tolerancia y que el profesorado tiene más herramientas para educar, pero la historia de la persona queer que se expresa a través del arte es un tema calcado que se repite de era en era”, recuerda.
Tras una adolescencia en Andalucía, Alejandra hizo las maletas y se fue a Madrid para encontrar una educación enfocada al cine que le proporcionara las herramientas para crear sus propios contenidos audiovisuales. En ese camino, encontró la interpretación, pero también experiencias culturales como La Juan Gallery, un proyecto en el que ejerció de comisaria de arte. “No creo que se me pueda encasillar en nada porque hago muchas cosas a la vez. Dirijo, actúo, escribo, sigo haciendo comisariados de arte, estoy empezando a producir y también hago realities”.
Sin embargo, Álex es conocida por millones de personas por interpretar a uno de los personajes de la serie La que se avecina. La artista considera a esa fama mainstream “interesante” en el modo de que ha pasado de ser una persona queer que trabaja en los márgenes a hacerlo en la serie de televisión con mayor tirada nacional. Su buen hacer en la producción de Mediaset y Amazon Prime viene acompañada de la participación en otros programas, como Pekín Express, que pronto verá la luz y donde ha participado con uno de sus mejores amigos Guille Camas.
“No puedo hablar mucho de ello, pero tengo que decir que es una experiencia muy dura, todo es real, literalmente vas con nada por la vida, pero se disfruta”, comenta. Entretanto, está dirigiendo un proyecto en Buenos Aires, y acaba de terminar la posproducción de una película que ha dirigido, Domingo de Gramos, aún sin fecha de estreno.
En Te estoy amando locamente, dirigida por Alejandro Marín y ambientada en el movimiento LGTB de la Sevilla de 1977, comparte reparto con Omar Banana y Alba Flores, haciendo un brillante papel. Por su trayectoria audiovisual, el Ayuntamiento de Cádiz la ha elegido en la Semana del Orgullo como galardonada en un Homenaje para no perder la memoria junto al activista Joaquín Santander, la uróloga Mar José Ledo y el consejo de barrio del Pópulo. Dentro del mismo ciclo municipal, la cineasta ha presentado este miércoles una charla en en Espacio de Cultura Contemporánea (ECCO) de Cádiz sobre cine y diversidad.
“Me enorgullece recibir este homenaje aquí, pero creo que se deben implantar otro tipo de medidas durante todo el año para normalizarnos y que no tengamos que obligar solo unos días al año a que nos respeten. Luego se olvidan y sigue pasando lo mismo”, lamenta. La artista, que es uno de los rostros más conocidos del movimiento LGTBI en el cine español, no pierde en cambio el “aliento”, haciendo referencia a la gente que apoya y cuida todos los años.
Sin olvidar sus orígenes y abogando claramente por una perspectiva crítica e interseccional —aquella que hace que las violencias estén imbricadas e interrelacionadas, alejándose del pensamiento dicotómico y binario—, Álex no quiere considerarse una “víctima”, pero reconoce que hay “demasiadas piedras en el camino”. Otra de ellas es el ser andaluza de Puerto Real, una tierra de donde tuvo que salir inevitablemente para formarse y labrarse un camino profesional. Esta semana ha vuelto a casa para celebrar su cumpleaños y recoger un galardón que le hace ser profeta queer también en su tierra. Seguramente, el primer premio de muchos.
Comentarios