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Nació en la Sierra de Cádiz pero se crió, literalmente, "en los campos de Jerez". La historia de Paco López Aguilar (Prado del Rey, 1946) es la de un sobreviviente de la posguerra, un rara avis rebelde y contestatario que se hizo a sí mismo lejos del mito emprendedor de los self-made man de las películas de Hollywood. De no tener nada, no saber ni leer ni escribir, a publicar varios libros, el último Sueños de familia donde cuenta, a través de varios relatos, historias de personas, familias y jóvenes llenas de resiliencia, de discurso de clase y de resistencia al patriarcado machista.
"Me he llevado mucho tiempo asistiendo a la Fundación Caballero Bonald, iba a las presentaciones y empecé a escribir las cosas que pensaba así que ¿por qué no publicarlas?", dice en la entrevista con lavozdelsur.es, que se realiza a través de un paseo por varias plazas del centro de Jerez. Entre el castillo de Gigonza, en San José del Valle, y Paterna de Rivera, Paco López estuvo años viviendo y trabajando. Criado en el Jerez rural, estuvo hasta los dieciséis años cuidando cerdos en el campo. "Le dábamos largas y rodeábamos el campo para que no se fueran a la finca del vecino, luego empecé con vacas, toros bravos y trabajando en la viña", recuerda. A los 18, en la España franquista de los 60, emigró a Cataluña, donde estuvo trece meses, para luego irse en 1966 a Suiza, donde trabajó como inmigrante en el campo, ordeñando vacas y segando pastos. Del país helvético vino un par de veces y regresó, tras un breve paso por Madrid, donde también trabajó en la construcción como albañil.
El servicio militar hizo que volviera a Cádiz y su espíritu aventurero se apalancara por unos años. En La Carraca hizo su instrucción, pasando luego a la fragata Hernán Cortés, donde estuvo de escolta de Franco. "Cuidaba un poco el entorno del caudillo, así que tenía referencias algo importantes", dice entre risas. Sin embargo, lejos de comulgar con el régimen, el joven Paco López, que siempre se ha considerado una persona "muy abierta y sincera", tuvo sus primeros encontronazos con la dictadura.
"Venía de permiso y de paisano en tren, empecé a hablar mal del gobierno de Franco y alguien de los servicios secretos me escuchó, por lo que me llamó un señor que me sacaba medio metro de alto y, muy bien plantado, me dice: pásese por aquí. Me pasé por donde me había dicho y me empezó a interrogar, pero cuando le dije que yo era escolta del caudillo y que no tenía por qué darle explicaciones, aquel tío tan grande se hizo pequeñito. Aquello me salvó de ir preso", recuerda con asombro.
El inspector no solo no le apercibió, sino que llegó a pedirle perdón, cuando ya era un reconocido antifranquista que poco después empezó a hacer sus pinitos en la clandestinidad. Si bien Paco hizo un "cursillo" para aprender algunas reglas básicas, reconoce que era "casi analfabeto" hasta la cuarentena, cuando se sacó el graduado escolar a los 46 años. Desde su juventud hasta entonces recorrió un peculiar camino, que le hizo pasar de la clandestinidad a ser edil de la primera corporación democrática de Jerez.
"Escuchaba todos los días Radio Pirenaica y me sabía los discusos de Carrillo de memoria"
A Paco su espíritu contestatario le viene desde pequeñito, cuando ya se aprendía los discursos de Santiago Carrillo, líder del PCE, que escuchaba en Radio Pineraica. Un día, a los catorce años, casi le pilla la Guardia Civil mientras los repetía caminando por el campo. "No puedo olvidarlo, mi padre hizo que me callara la boca y me gritó: ¡Que nos van a meter en la cárcel a los dos!", ríe. Sin preocupaciones —confiesa no haber tenido miedo ni vergüenza nunca—, este tercero de ocho hermanos, tenía una familia vinculada al pensamiento libertario, como su padre, que militó en la CNT. "Siempre he escuchado mucho las historias de los mayores, todo eso se me fue acumulando y ahora me ha servido para desarrollar ciertas ideas, mi forma de escribir y mi forma de ser", reconoce.
Tras hacer el servicio militar, emigró otra vez a Alemania en 1971, donde conoció a los sindicatos alemanes, metiéndose en uno de los grupos de la DGB con el también jerezano Juan Pérez, secretario durante veinte años de CCOO en la provincia. "Vivíamos cuatro en la misma habitación, entre ellos Juan y yo; todos coincidíamos en la lucha y organizamos el Partido Comunista de España en Alemania, con catorce militantes pagando cuotas allí, llegando a parar la fábrica de coches donde trabajaba, en un pueblo del sur de Alemania", dice tras ser elegido por los trabajadores y ser aceptado por la Opel como delegado sindical.
Sin embargo, su éxito y la prórroga de su contrato —tenía firmado para cinco años— quedó en nada cuando regresó de vacaciones a España tras dieciséis meses en tierras germanas. Asentado en Jerez, se hizo una casa en Lomopardo donde vivió durante gran parte de su vida hasta mudarse de mayor al centro de la ciudad. En aquellos años 70, Paco López se hizo un lugar como uno de los militantes comunistas más destacados más allá de la comarca y de la provincia, siendo secretario del PCE en Jerez en varias etapas hasta que en 2010 dejó desencantado la militancia comunista para poco más tarde recalar en el movimiento 15-M, donde participó en sus asambleas. Muy crítico con los pactos con el PSOE y las prebendas con cargos políticos de los dirigentes y ediles de aquella época, se afianzó como militante de Podemos, fuerza política de la que forma parte en estos últimos años y ha apoyado en las elecciones municipales.
Un colaborador del régimen paró el vuelo que perdía con pasaporte falso y destino a la Bucarest prosoviética
Tras su paso sindical por Alemania, se metió en el Sindicato Vertical, donde participó activamente como delegado y colaboró en la clandestinidad con Comisiones Obreras, asistiendo a la reunión confederal que se hizo en los sótanos de la Sagrada Familia de Barcelona.
Entre sus múltiples vivencias, este jerezano de adopción, no puede olvidar los años en los que incluso llegó a estar desaparecido en combate —nunca mejor dicho— tras irse a Europa del Este tras una rocombolesca historia de la que no sabe cómo salió ileso. "Iba con retraso porque había perdido el tren, entonces tuve que pedir un taxi y me atendió un señor mayor que me decía que era un gran patriota y colaborador de la Guardia Civil y de los Servicios Secretos. Yo iba con un pasaporte falso y prácticamente sin tiempo para llegar al Aeropuerto de Sevilla, por lo que tuve que decirle que el avión se iba... al final este, que era un colaborador del régimen, llamó a un teléfono y utilizó sus contactos para que pararan el avión y no despegara", cuenta entre risas. "Imagínate, yo iba a hacer un curso de guerrillero con un pasaporte falso a Rumania, y un colaborador de Franco hizo que pararan el avión para que pudiera irme", añade todavía hoy con incredulidad sobre una época en la que el comunismo español ya había abandonado la lucha armada y caminaba hacía la vía democrática que culminó en la Transición.
"El día que legalizaron el PCE nos detuvieron con un Mundo Obrero a punta de metralleta"
En esa línea, el recuerdo de dos fechas señaladas para cualquier militante antifranquista de la época —su muerte, el 20 de noviembre de 1975, y la legalización del Partido el Sábado Santo de 1977— no deja indiferente a nadie. El día que murió Franco, a Paco le pilló en el país que dirigía Ceaucescu, algo que hoy sí que le crea pensamientos encontrados. "Estuve seis o casi siete meses allí; luego, al volver las cosas empezaron a cambiar", dice. Año y medio después, en la jornada en la que legalizaron el PCE, le detuvo la Guardia Civil "a punta de metralleta" en San José del Valle. "Íbamos tres compañeros con el guardia delante y no paraban de hacernos preguntas hasta que llama a La Barca y le dicen que habían legalizado el Partido; nos tuvieron una hora en el cuartelillo por tener panfletos del PCE y el Mundo Obrero... al final nos acabaron soltando", cuenta.
En aquella España de incipiente cambio político, Paco López estuvo presente en numerosas huelgas, siendo también un destacado activista social y creando organizaciones como la primera cooperativa de viviendas que se hizo en Lomopardo, impulsando luego la de Montealto. Entretanto, formó parte de las listas del PCE en las primeras elecciones municipales tras la dictadura en Jerez, donde el PCE sacó el 21,78% de los votos, tercera fuerza tras el PSA de Pacheco (28,11%), UCD (26,08%) y superando al PSOE (20,66%). Si bien no entró en un primer momento en el Consistorio, la dimisión del edil Manolo Romero le permitió formar parte de aquella experiencia democrática, un gobierno de concertación en el que echó una mano impulsando los colegios públicos en el Jerez rural, como el de La Ina, El Torno, Las Tablas o el de Lomopardo, donde residía. "Era mi particular pelea, que hicieran colegios en todas las barriadas donde no había y, de alguna manera, aunque se tardó tiempo, se consiguió", dice con orgullo.
Ahora, a sus 78 años, Paco López escribe relatos y poesía, fruto de su compromiso e interés por la educación y la cultura de la que se vio privado de niño por la falta de oportunidades y la miseria de la posguerra. Una historia de superación de un trabajador del campo y peón de albañil que quiso hacer de la pluma su bandera, sabedor de que la cultura es, ante todo, una herramienta de transformación social.