“Se nos ha ido para siempre Abelardo Saavedra. Con él se va uno de los auténticos anarquistas que dieron en vida, con su conducta, un ejemplo constante, una lección permanente de consecuencia revolucionaria”. Con estas palabras despidió el diario libertario Solidaridad obrera a un anarquista gaditano, nacido en Villamartín, cuya historia recupera ahora su bisnieto.
Abelardo Saavedra Toro (Villamartín, 1860 - Barcelona, 1938) nació en un pueblo de la Sierra de Cádiz, aunque se consideraba un ciudadano del mundo. Durante su larga vida —falleció con 78 años, una edad avanzada para la época— residió en Madrid, en Cuba durante dos etapas —expulsado las dos—, Sevilla o Barcelona, donde pasó sus últimos años de vida.
Desde el semanario Tierra y libertad difundió sus ideas anarquistas, aunque escribió en al menos media docena de periódicos y revistas. Por uno de sus artículos, en el periódico Tierra, estando en Cuba, fue expulsado de la isla por criticar al dictador mexicano Porfirio Díaz, que mandó encarcelarlo por su vinculación con los anarquistas mexicanos.
Antes ya había estado en prisión en España, por el atentado de Mateo Morral a los reyes de España Alfonso XIII y Victoria de Bátemberg, tras lo que recaló en Cuba. Saavedra estuvo en cárceles, por defender sus ideas, en ciudades tan dispares como Sevilla, Madrid, Perpiñán, Orán, Tánger, La Habana, Santa Clara, Málaga o Barcelona.
"Mi bisabuelo era un personaje recurrente en las charlas familiares, surgían muchas anécdotas"
De Cuba lo echaron en 1911 pero volvió a entrar en la isla de incógnito, para ser expulsado de nuevo en 1915. Dos años más tarde se estableció en Barcelona, donde residió hasta su muerte. Durante su vida coincidió con importantes anarquistas como Fermín Salvochea, Pedro Vallina, Antonio Ojeda, Teresa Claramunt, José Sánchez Rosa, Francisco Ferrer Guardia o Anselmo Lorenzo.
Saavedra Toro, además de su labor periodística, fundó escuelas para trabajadores y centros sociológicos; y también creó decenas de grupos de afinidad en los que, al igual que en las gañanías, enseñó las letras a personas analfabetas.
Para recopilar su vida, el bisnieto de Abelardo Saavedra, Aurelio Fernández Puentes (Puebla, México, 1951) ha escrito el libro Saavedra. Un anarquismo (Fondo de Cultura Económica, 2022), presentado esta semana en Cádiz, y con actos pendientes en Sevilla el 17 de septiembre, en Madrid el 22, en Granollers el 27 y en Barcelona el 29.
Fernández, hijo del exilio español en México y bisnieto de Saavedra, también es periodista y dirige desde 1990 el periódico La Jornada de Oriente, que se encarga de informar sobre los estados de Puebla y Tlaxcala. Es periodista como su bisabuelo, y entregado a causas sociales también, como la creación de metodologías pedagógicas para que estudiantes de bachillerato enseñen sus conocimientos en comunidades marginadas.
La intensa labor de investigación desarrollada por Aurelio Fernández entre 2012 y 2018, con la ayuda del historiador José Luis Gutiérrez Molina —autor del epílogo— y el apoyo de la Universidad Autónoma de Puebla, le llevó a visitar 26 archivos, hemerotecas, bibliotecas o fundaciones de Barcelona, Madrid, Sevilla, Cádiz, Villamartín, Ciudad de México, La Habana, Cienfuegos y Cruces (Cuba).
¿Por qué este libro? ¿Sentía la necesidad de homenajear a su bisabuelo?
Siempre digo de broma que en México todos tenemos a un abuelo que luchó con Pancho Villa o con Emiliano Zapata, que hizo algo importante y la familia lo recuerda. Soy de una familia de exiliados españoles, perdedores de Guerra Civil, anarquistas que se fueron a México. Mi bisabuelo era un personaje recurrente en las charlas familiares, surgían muchas anécdotas. Siempre tuve curiosidad por ver dónde estaba enterrado. Luego fui descubriendo cosas importantes, coincidencias conmigo, como que también era periodista. No lo sabía. El periódico más importante que dirigió fue Tierra y libertad, en Madrid, entre 1904 y 1906. Siguiendo más pistas me enteré de que había dirigido y creado varios más. Había creado escuelas para trabajadores, centros sociológicos, donde se enseñaba a leer y escribir… Yo he creado grupos de alfabetización en México. Había cosas en común. Entonces decidí, apoyado por la Universidad Autónoma de Puebla, donde trabajo, iniciar una investigación más a fondo.
"Abelardo Saavedra fue el orador obrero más importante de Cuba a principios del siglo XX"
¿Cuándo escuchó hablar de su bisabuelo por primera vez?
Desde muy pequeño. Su hija mayor, mi abuela paterna, vivió unos años conmigo en México, y mi padre también lo conoció bien, de hecho se llama Abelardo, como él. Con mi investigación he corroborado muchas de las historias que se convirtieron en mitología familiar y también he echado abajo algunas, para enfado de algunos parientes (risas). Durante el proceso visité 26 archivos y no sé cuántas hemerotecas durante seis años, en Barcelona, Madrid, Sevilla, Cádiz, en su pueblo Villamartín…
¿Que Saavedra viviera en distintos países dificultó la investigación?
No demasiado. En Cuba obtuve información interesante en el archivo histórico José Marín, y fui a Cienfuegos, una ciudad pequeña ahora muy en declive, y a Cruces, en el centro de la isla. Allí me entrevisté con una historiadora y me contó que muchos historiadores hacen referencia a mi bisabuelo como el orador obrero más importante de Cuba en aquellos años, entre 1907 y 1911.
¿Qué sintió al pisar Villamartín por primera vez, el pueblo natal de Abelardo?
Es un pueblo precioso, rodeado de olivares, me gustó mucho. He estado tres veces y sientes un anclaje muy fuerte. Me puse a averiguar quién se apellidaba Saavedra y solo quedaba una mujer mayor, que no sé si seguirá viva. Fue emocionante. El cura fue quien me dio el dato de su nacimiento. Esos datos solo los tiene la santa madre Iglesia, contra la que él combatió toda su vida. Quiero ir también a El Puerto, donde se formó como boticario, también es emocionante conocer las casas en las que vivió en Sevilla, en el barrio de Lavapiés en Madrid… He leído sus crónicas en El Liberal, el Heraldo, El País. Y es que hay una cosa muy importante, como es que buena parte de la información, sobre todo en Andalucía, la obtuve de los periódicos. Me dijeron que no había habido huelga campesina general en 1903-04 y encontré que sí. Me sobrecogió la situación por la que luchaban. Esa historia me gustó mucho y aún más conocerla por la prensa, que es uno de mis hogares.
¿Le hubiera gustado crecer cerca de Cádiz?
Tengo la doble nacionalidad, pero nunca me sentí ajeno a México, ni he tenido, como otros compañeros, la idea de volver. Siempre me acomodé como mexicano. También es importante decir que los anarquistas se consideran ciudadanos del mundo y yo un poco también. Doy mi pelea en México y si hace falta en España también la doy. Me tira mucho. Viviría tranquilamente aquí, pero también en Veracruz (risas).
¿Qué rasgo de su personalidad cree que hereda de Abelardo?
Habría que hacer un estudio genético. Él venía de una familia de padres campesinos, de un teniente de las milicias honradas de Villamartín cuando entraron los franceses en 1808. Puede ser que haya un gen, no lo dudo, pero tampoco lo afirmo. Pero también eso se mama en casa. Mi padre era muy seguidor de sus ideas y yo aprendí de él. Me siento muy identificado con mi bisabuelo, y más después de conocerlo y saber que era periodista, educador, organizador social…
"En México es peligroso ser periodista si estás enemistado con los narcotraficantes"
¿Es peligroso ser periodista en México?
Hoy día con este Gobierno es peligroso ser periodista si estás enemistado con los narcotraficantes, que son una fuerza importante y que difícilmente pueden desaparecer viviendo como vivimos al lado del mercado de drogas mas importante del mundo, que es EEUU. No digo que no haya represión, pero no es la que ejercían anteriores Gobiernos hacia los periodistas. El tema del narcotráfico, que en Puebla no es tan grave, lo toco tangecialmente, prefiero la vida de un reportero a la heroicidad de ser un número más en la cifra de muertos. Este Gobierno, eso sí, ha exhibido a los periodistas más corruptos, que vivían cobrando cantidades escandalosas vendiendo su silencio. Tengo el miedo que tenemos los mexicanos porque un día te secuestren, pero no por ser periodista, especialmente.
¿Nunca ha temido por su integridad?
En ocasiones sí, pero no me gusta victimizarme. Siempre nos han apretado las tuercas por el lado económico, bloqueando las ventas del periódico, y hemos sobrevivido a eso. Admiro el periodismo que hacían hombres como mi bisabuelo, periodismo de causa, contando las cosas que había que contar. Todos tenemos una postura y es lo que hay que defender. Por fortuna vivo de la universidad, y mis reporteros tienen su salario, pero le temo más a ser incongruente conmigo mismo. Quedaría muy mal si me vuelvo un vendido (risas).
Comentarios