Rutas y testigos
A pesar de su juventud, Andros Lozano (Valencia, 1984) ha estado ya en muchos frentes informativos y en diferentes medios de comunicación: El Español, El Mundo, TVE, Canal Sur... Aunque casi siempre cubriendo el mundo del narcotráfico, cuyos resquicios conoce tan bien que acaba de sacar Costo: las leyes del Estrecho (Libros del KO), un ensayo en el que desgrana la forma de operar de los traficantes de estupefacientes, la evolución en sus maneras de hacer entrar la droga en Europa, y las rutas que toman para su distribución.
Andros hace en el libro un recorrido por el mundo del tráfico del hachís y la cocaína cimentado en el testimonio de vecinos, víctimas, policías, los propios narcos, y todo aquel que, de alguna manera, conforma el elenco de una película que, paradójicamente, poco tiene que ver con la ficción.
Yo creo que sí. Aunque siempre digo que entre los motivos que propician que el narcotráfico siga creciendo y siga fluyendo están las condiciones socio económicas del Campo de Gibraltar, aunque podemos ampliar el foco a toda la provincia de Cádiz e incluso a toda Andalucía. Y el otro es la situación geográfica. Mientras no se cambien los mapas y el sur de Andalucía, y en concreto el Campo de Gibraltar esté a un paso de Marruecos y Marruecos sea el principal productor de hachís del mundo, los narcotraficantes van a brotar por esa zona.
Si se le diera la vuelta al mapa, está claro que los narcos serían cántabros, vascos o asturianos, no serían gaditanos. El gaditano no tiene el gen del narcotraficante ni el del contrabandista, al contrario: lo que se dan son diferentes condicionantes para que sea una zona propicia para el tráfico de drogas. Yo estoy seguro de que con un 1% de paro y unas condiciones socio económicas altísimas, siempre habría gente en Cádiz o en toda Andalucía dispuesta a traficar, porque es un negocio jugoso.

"Si se diera la vuelta al mapa, está claro que los narcos sería asturianos, vascos o cántabros"
Sí, porque de eso, algo más rudimentario de los años 80, con aquellos pescadores que trabajaron en barcos y dejaron de faenar y de madrugar, ahora se ha pasado a una industria como tal, pero una "industria" entre comillas. Hay gente que vive de esto de manera constante, y tiene una forma de vida dedicada al narcotráfico. Y hay gente especializada que tiene empleo o funciones muy específicas dentro del negocio. Y después está el volumen de negocio que cada vez es mayor, que no tiene solo trascendencia en el tráfico de hachís, sino en el ámbito global, internacional, del tráfico de cocaína.
Cuento en el libro la dimensión del problema, del negocio. Hace tres o cuatro años se hizo una operación entre Extremadura y Huelva en la que una organización de extremeños y andaluces traía a pilotos del estado mexicano de Sinaloa, los tenían unos días en hoteles del Aljarafe sevillano y solo los sacaban para hacer los vuelos. Aterrizaban en pistas clandestinas que en realidad eran pistas para carreras de galgos. Esto lo descubrió la Guardia Civil porque hubo un accidente en Marruecos donde perdió la vida uno de esos pilotos. Eso da una idea del poder y el volumen que ahora mismo tienen las organizaciones de narcotraficantes que operan en el sur de España.

"Eres responsable de la mercancía mientras la tienes en tu poder"
La presión policial lo que les hace es invertir o idear nuevos métodos. Por eso se han detectado drones operando a través del Estrecho o de la frontera de Ceuta. Hace solo unos años se desactivó una organización que tenía una especie de narcosubmarino pequeño que desde el cielo tenía pinta de barco, pero que en realidad era un semisumergible.

Hombre, supone un palo porque al fin y al cabo los narcotraficantes del sur de España funcionan como intermediarios. Lo que hacen es poner su logística en favor de los dueños de la droga, y luego de los distribuidores. Ellos son las manos por las que pasa el hachís o la cocaína. Es cierto que tú eres el responsable de esa mercancía mientras la tienes en tu poder. Si te la roban estando en una "guardería" el responsable eres tú.
Siempre he mantenido una máxima y es que yo he ido con suma cautela a la hora de investigar. Cuando intento acercarme a un narcotraficante, para lo que sea, yo le digo que soy periodista, que yo no quiero ser su amigo. Él debe comprender lo que hace, de lo que se le acusa, o a lo que le han sentenciado. Yo nunca dejo de rastrear. ¿Que les voy a dar voz si ellos quieren? Por supuesto. Pero lo voy a contraponer con la realidad o contra las acusaciones que pesan contra ellos. Creo que la forma con la que he tratado este fenómeno es lo que siempre me ha dado tranquilidad para trabajar. No tengo miedo, solo respeto.