Barras de bar
Cristina Ruiz Guerrero (Cádiz,1958), siempre ha escrito poesía, pero por esos extraños designios de quienes andan entre los folios blancos en busca de las musas y esas zarandajas, un día tomó otra calle y se embarcó en el relato breve.
Los nueve relatos que componen este libro se organizan en torno a dos locales, El bar del Puerto, escenario del primer cuento, y el Café de Levante, donde se desarrollan las siguientes historias. Vero, una joven abocada a ser camarera, actúa como nexo entre estos dos bares ubicados en dos ciudades próximas al mar y siempre batidas por los vientos, ciudades sin nombres, pero reconocibles en sus calles, sus puertos, sus olores. En la barra o en las mesas, distintos personajes, especialmente mujeres, de diferentes edades y condiciones, se encuentran, alternan, cuentan o callan sus historias, luchan por encontrarse a sí mismas y ser las protagonistas de sus vidas. Ellas y ellos se relacionan de forma especial con alguna canción, de tal forma que la música es un personaje más, interlocutora eficaz en el devenir de sus tiempos individuales.
El café de Levante (Editorial Kaizen) es el primer libro en prosa de Ruiz Guerrero, catedrática de Lengua y Literatura Española, y quien antes de dedicarse a la enseñanza, dio algunas vueltas fuera de Cádiz, donde vive su jubilación, que transcurre con la placidez de la poesía y, ahora también, de los relatos breves.
Cristina ha ganado diferentes premios literarios en Jerez, Córdoba o Granada, y no descarta, más adelante, atreverse con una novela.
Su protagonista nace para un certamen de relatos que convoca la editorial Kaizen, The Riverside, entonces me dio pena que este relato que ganó el concurso dejara a Vero allí, en un bar no tan especial como el Café de Levante, que tiene una decoración especial, actividades culturales... Así que escribí los otros ocho relatos y los ambienté en un lugar diferente del inicio.
Realmente de quien se habla menos es de ella, porque solo es protagonista del primer relato, como dices. Pero hay una estructura circular que llega a Vero en el último relato. Ella es el hilo conductor de los demás protagonistas, que van uniéndose todos. Lo que sabemos de ella es que está trabajando en un bar y no estudiando como ella quisiera. Es un personaje que va viendo cómo es la vida de los demás. Empatiza con todas estar personas que van al bar. Pero su vida no la está viviendo. Aunque ella lo que quiere no es estar siempre en un bar viviendo vidas ajenas, sino tener su propia vida.
"Vero, la protagonista, va viviendo la vida de los demás"
En literatura es un clásico. Ahí está La Colmena, de Cela. El bar sirve para focalizar, sirve para que los personajes se encuentren. Un bar es un germen de historias. Cada persona que acude a un bar tiene hábitos diferentes, tiene una vida detrás.
Sí, sí. Por supuesto. En la barra de un bar y en las mesas de un bar, por supuesto que sí. Hay un personaje que lo hace en mi colección de relatos. De hecho, va para eso: a escribir al bar.
Sí, el bar te arropa. Es un sitio donde se está agradable y favorece el ambiente, el relativo anonimato. Es un muy buen sitio para la literatura.
El primer cuento necesitó de una canción que fue en paralelo con la historia. Necesitaba que fuera positiva, así que elegí Feeling good, de Nina Simone, que es una preciosidad. Se me ocurrió después que todos los demás relatos arrancaran o giraran al rededor de una canción. Aparecen Luz Casal, Chavela Vargas, Pablo Guerrero; también algo de flamenco, a la que soy relativamente aficionada. Está Camarón, con La leyenda del tiempo, que es otro relato. También aparece música clásica: Pergolesi, Puccini. Los títulos de los relatos son versos o títulos de canciones que, de alguna manera, justifican el relato.
"Todas las historias de este libro arrancan o tienen relación en torno a una canción determinada"
Es deliberado. Primero porque quería esa presencia protagónica de las mujeres, y después, por destacar la fuga de talentos, las generaciones perdidas. Pero es que en lo femenino quería denunciar la violencia de género, bien con la violencia física, verbal o, simplemente, con pequeños comentarios.
No. Es que yo no quería. Hay dos bares, uno que es el bar del Puerto, pero que no se dice qué pueblo es. Después, el Café de Levante, son descripciones de Cádiz, pero en ningún momento he querido hacer una obra localista. Quería hacer algo más universal, aunque recogiera los factores de Cádiz: la luz, el viento, el mar.
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