Jerez siempre
El verdadero nombre de Décima, Alejandro, quedó atrás hace tiempo, como él mismo reconoce. Tanto, que hasta le suena raro que lo llamen así.
El arte callejero —cuyo término nada tiene de despectivo—, va creciendo sin freno, y cada vez son más los artistas que aportan su granito de arena para que rincones de la ciudad tocados por la dejadez y el olvido, se conviertan en lugares mucho más amables; sitios donde está presente un mural de colores vivos, de trazos cargados de una técnica depurada que, nada, pero nada tiene que ver, con la pintada con un aerosol. Y esa es la diferencia: el grafitero es un artista urbano que, normalmente, pinta por encargo y con la debida autorización, y otra cosa es el gamberro que ensucia sin control y donde le parece, patrimonio incluido.
Décima, uno de los últimos artistas de esta hornada de magos de la pintura y la laca, usa el "Jerez siempre", como seña de identidad de una ciudad que no siempre, dice él, reconoce sus méritos.
No lo sé. Ya lo he intentado todo. Llevo 20 años pintando murales en Jerez, en los sitios que me dejan, y pidiendo paredes... Lo curioso es que cuando me voy fuera estoy reconocido como artista, y me dan lo que no me da Jerez.
"Ven a un tío de 1,85 con rastas y creen que vas a hacer una pintada"
Si te hablo claro, es por el catetismo de la ciudad. Yo no tengo pelos en la lengua. Digo lo de catetismo o llámalo como quieras, incultura si te parece también. Pero no te hablo solo de lo mío. En el flamenco también pasa. Los mismos artistas se tienen que ir de Jerez. Se van a Sevilla, por ejemplo, y son eminencias. Aquí no sabemos valorar lo que tenemos. Las bodegas también las estamos perdiendo. Es algo maravilloso y las dejamos morir. Me refiero a eso. Y ya en el campo que yo me dedico da un miedo espantoso. Ves a un tío de 1.85 con rastas y botes de espray y dicen: "Este va a hacer una pintada". ¿Sabes?
Hombre. Ya con 42 años que voy a cumplir, y con toda la vida luchando por reeducar a la ciudadanía en el sentido de que hay más cosas... Es una pena. He tenido tres coches que he partido haciendo kilómetros. Me da pena que te vayas por Las Cabezas o Puerto Real y haya edificios pintados, y aquí en Jerez no tenemos nada de eso. Y mira que hemos sido pioneros en cierto modo, de cuando todo esto empezó. No hemos sabido aprovecharlo.
No, no. No se valora. Cuando le da tanto miedo a la gente pintar una pared de un color o de colores... Pero luego la gente está agradecida. Una vez que te dan la opción de poder hacerlo, a la gente le gusta. En mi trabajo, por ejemplo, me ven pintar, y me dicen: "Oye, yo tengo una pared en mi casa, cuando tú quieras me pintas el nombre de mi hija". Eso en Bilbao, por ponerte un ejemplo, no pasa, ni se les pasa por la cabeza, vamos.
Jerez tiene algo, sí, pero fuera de Jerez. Si te sales del caballo, el vino y el flamenco ya no existes.
Claro. Yo pongo para eso un ejemplo muy fácil: la gente no sabe diferenciar entre pintada, que es una frase o una palabrota en cualquier parte, de lo que nosotros hacemos. El grafiti, como tal, empezaría así, pero todo eso fue evolucionando hasta hacer las cosas bonitas que hoy pueden verse en algunos sitios.
Estando en esta tierra, con tantas horas de sol, y tan fuertes, creo que precisamente el sol. Es el que contribuye a un mayor deterioro.
"La gente no sabe diferenciar entre una pintada y lo que hacemos nosotros"
Se suelen respetar. Pero metepatas hay en todos lados. Si hablamos del grafiti de La Paquera, pues nadie lo va a tocar. Pero un perrito, el hueso en la boca, pues igual se lo ponen.
Creo que la incultura. El enemigo es el que no quiere que avance el movimiento cultural en general. Evidentemente, en el casco histórico, en la Catedral, no vas a pintar. Las ciudades tienen esa parte que es monumento histórico, y luego todo el alrededor. Es una pena, el barrio de San Mateo, lleno de palacetes abandonados, que da miedo entrar. Yo tuve hace mucho tiempo una tienda en el Zoco de los Artesanos, y luchábamos solo porque la gente pudiera entrar.
Me gustaría ver mi ciudad más competente en todos los sentidos. Valorar más todo lo que tenemos. Ya no te hablo del grafiti, que es la parte que me toca. Yo odio la Semana Santa, pero entiendo que es algo bonito y llama la atención y atrae el turismo, cuidémoslo.