Dosis de mala leche
Paula Punzón, la asesina psicópata sexual bautizada por la prensa como Partefrenillos, escapa de prisión para salvar su vida. En el exterior le espera una sorpresa: el letrado que la encarceló ha escrito una novela narrando sus sangrientos crímenes y va a presentarla al día siguiente en La Baraka. Buscando venganza, Partefrenillos se personará en la presentación, donde encontrará a su abogado defensor, el brillante penalista Jeff Hortas, y a Luque, un delincuente roquero, poseedor de una extraordinaria pistola.
La tercera novela de Montiel de Arnáiz (San Fernando, Cádiz, 1977), Melodía de sangre (Apache Libros) sigue la estela de sus predecesoras, dejando claros los gustos literarios del autor: sangre, sexo, violencia y grandes dosis de ironía y mala leche.
No, no. Simplemente era uno de los nombres que yo estaba barajando. Al final fue una conversación familiar, en casa. Llegué a la conclusión de que el nombre, Partefrenillos, aquí, en el sur, lo iban a entender, pero en el norte igual no. Tal vez pensaran que era algo de cirugía oral o bucodental. En definitiva, que lo vi con otro título más poético, más literario y menos soez. Si tienes la posibilidad de leer la novela, verás que hago un juego literario, porque el libro que se va a presentar se llama Partefrenillos. En la novela se iba a llamar Melodía de sangre, pero al final lo convencen para que le ponga el primer nombre. Es decir, hago el juego, pero al revés que en la realidad.
La intención de escribir la novela es pleno y máximo disfrute. Acción, aventura y despiporre. La mala leche de la que se habla en las entrevistas va sobre todo porque hay frases muy contundentes, y hay acciones narradas, más o menos duras, comentarios de los personajes, o en boca de los personajes, provocadores o polémicos. Esa es la mala leche. En mis textos de opinión, como en mis textos literarios, uso el doble sentido, la ironía. En fin, tocar un poco las narices. El dedito en el ojo, que se genere debate.
Hombre, mayoritariamente, sí. Primero de todo, entiendo que el que se acerca a un libro es porque le gusta leer. Por tanto, se le presume un punto de conocimiento y de preparación. Sí es verdad que, en alguna ocasión puntual, me he encontrado con algún lector que no ha entendido el sentido de la historia. Recuerdo un artículo sobre una polémica que había habido con unos guardias civiles y con un quinqui. Hice el artículo desde el punto de vista del delincuente antisistema. Pero era de cachondeo. Yo estaba criticando todo lo contrario. Hacía la burla del personaje. Pues hubo asociaciones de guardias civiles dándome la enhorabuena y compartiendo como locos, pero hubo una lectora que me lo echó en cara. Que había que ver lo que había dicho de la Guardia Civil. Me pasó también con otra novela, A la velocidad de la noche. Hubo una lectora muy buena que me dijo que la novela le había encantado, pero que uno de los personajes no le había gustado porque era muy machista... ¡Era proxeneta! ¿Cómo pretende que le hable bien a las mujeres o le abra la puerta a las señoras? Un proxeneta es un proxeneta, y es lo que hace y dice el personaje, no yo.
"En alguna ocasión puntual me he encontrado con algún lector que no ha entendido el sentido de la historia"
Siempre hay algo de ti en los personajes, claro. Pero tú no puedes ser como el personaje de la película Múltiple, ser 26 o 27 personalidades diferentes.
Hombre, está claro que Tarantino no es uno de los principales directores de cine porque sus películas le gusten solo a él. Hay una demanda: Walking dead, Shogun, series de acción... Está claro que, a lo mejor, los perjuicios han quedado en otra época. La gente quiere acción, quiere tiros, cosas de otra manera. En mis otras novelas había mucha acción y violencia, pero no había tanto sexo. Aquí hay de todo: un despiporre. Es un thriller total de acción y de lo que haga falta.
Yo creo que es necesario. Es condición sine qua non (carcajada).
"Desde niño siempre quise ser escritor y abogado"
Yo soy, yo. Soy como decía Kant: "Cada uno tiene diferentes personas". Desde niño siempre quise ser escritor, y desde niño siempre quise ser abogado. En ese sentido, he cumplido lo que siempre dije desde niño. De pequeño veía la serie de Perry Mason. Tengo amor por el derecho, por la abogacía. Y al mismo tiempo, desde niño, escribo. A raíz de mi actividad profesional fue cuando empecé a publicar. Tuve un juicio mediático, me pidieron que colaborara en la Voz de Jerez, recuerdo que era esa época. A resultas de esos artículos me llamaron para una antología de relatos de autores gaditanos. Por ahí salió mi vida literaria.
Es cierto que el último momento ya estaba hasta los cojones. No por nada, sino porque me vinieron una serie de asuntos familiares que provocaron una tardanza en la presentación de la novela, y me impedía ponerme con otra cosa. Pero me lo he pasado pipa. Y en ese tiempo hacía correcciones, como es lógico, y veía párrafos que me encantaban. Yo mismo soy mi propio censor y mi propio crítico. Pero cuando leo algo mío después de meses y me sigue gustando, para mí es importante.
En La Baraka ha habido ya tres novelas y un relato. Creo que sí, que tiene vida, raigambre. A la gente le interesa ese sitio cada vez más. Creo que tiene por delante alguna historia más.