Un refugiado con la misma edad que el Frente Polisario
Mohamed Zrug (Dajla, 1973) vino al mundo poco después de la creación del Frente Polisario en una ciudad costera del Sáhara Occidental que en época española era conocida como Villa Cisneros. La Marcha Verde, una invasión de 300.000 civiles marroquíes motivada por Hasán II aprovechando los últimos días de Franco, hizo que como miles de saharauis tuviera que huir de su país siendo un niño. "Somos un mismo pueblo que ha sido dividido por una circunstancia traumática: la ocupación militar marroquí y el abandono de España", explica Zrug durante la entrevista con lavozdelsur.es.
Tras la invasión, conocida y proyectada por la CIA con el apoyo de Francia, se libró una guerra de más de quince años, que acabó con los acuerdos firmados en Rabat en 1991. El alto al fuego con Marruecos vino acompañado de un plan de paz de la ONU: un referéndum previsto para 1992 que nunca llegó a celebrarse por las discrepancias sobre el censo saharaui con Marruecos. Hace poco más de un año, el 13 de noviembre de 2020, el régimen de Mohamed VI invadió el puesto fronterizo de Guerguerat, motivando la declaración de guerra del Frente Polisiario a Marruecos. El cambio generacional es fundamental para entender el futuro del Sáhara Occidental ante el abandono de la comunidad internacional y de España, que tiene la soberanía sobre el territorio por no haber sido descolonizado.
El conflicto, que va camino de cumplir medio siglo, ocupa el I Seminario permanente de Derechos humanos en el Sáhara Occidental organizado por el LabSAHARA de la Universidad de Cádiz en el Campus de Jerez. Su primer invitado ha sido Mohamed Zrug, abogado que estudió en La Habana y en España, donde cursó un máster en Relaciones Internacionales e Integración Europea por la Universidad Autónoma de Barcelona. El delegado de la República Árabe Saharaui Democrática lleva varios años destinado en Andalucía tras haber ocupado funciones diplomáticas similares en Brasil y Chile.
Hay varias generaciones de saharauis que no han conocido su tierra. ¿Ha cambiado la percepción de los jóvenes con respecto a los mayores?
Los mayores tienen la particularidad de que sufrieron dos hechos muy convulsos, violentos y traumáticos: el éxodo y la propia guerra. Evidentemente, son los primeros que deseaban que el proceso político desembocara en una esperanza de paz real. Pero como sabes, eso no fue así. Creo que los mayores están muy sorprendidos por las ganas de movilización que tienen los más jóvenes. Especialmente desde hace un año, cuando se rompió el alto al fuego y nos vimos abocados a defendernos, a entrar en una guerra que no deseamos ni nunca hemos deseado.
Hay diferencias.
Los mayores miran a los más jóvenes con mucha esperanza, pero también con mucha incertidumbre porque se preguntan si serán capaces de poder defender su país, ya que ellos ya no pueden. También tenemos factores que los mayores no tenían. Somos muchísimos más y tenemos más formación, sobre todo académica. Hay mayor capacidad de adiestramiento y de preparación técnica. Por otro lado, el ámbito moral no se ha visto alterado. Si los mayores se vieron sorprendidos de la noche a la mañana por un cambio de posición de España que le arrojó a una guerra, los más jóvenes ya veían venir esta situación, por lo que psicológicamente están más preparados y además tienen más rabia.
Ellos llevaban insistiendo a los más mayores desde hace diez o quince años que este proceso político era un fiasco y no llevaba a ninguna parte. El tiempo le ha dado la razón a los más jóvenes, por lo que asumen este desafío como reto doble: reto de su generación y reto de lo que tienen que aportar ellos. Es la guerra de su generación.
Usted nació en 1973. ¿En qué generación se encuentra?
Soy de la generación intermedia. Nací después de la creación del Frente Polisario. Y claro, cuando hablo de los jóvenes, me refiero a los que han nacido dentro de este proceso de paz [Plan de Arreglo de 1991], que son titulados universitarios o técnicos superiores. Ellos estaban engrosando una lista de una generación que no veía futuro y que ha sido engañada por la comunidad internacional.
España ha tenido históricamente una posición contradictoria e incoherente. ¿Cómo cree que actuó el Gobierno al traer a Brahim Gali?
En relación a ese caso, el Gobierno español hizo bien. En primer lugar por una cuestión de soberanía: España es quien tiene que decidir a quien acoger o no, y más cuando se trata de razones humanitarias. Por el otro, porque Gali no es un ciudadano de otro país, es un ciudadano saharaui. Faltaría menos. De la misma forma que durante 40 años se han venido acogiendo a miles de niños saharauis para que pasen sus vacaciones, estudien o aprendan la lengua que nos une, hay otros muchos saharauis que se encuentran en procesos de tratamiento de salud acogidos por gobiernos autonómicos o asociaciones.
Un chantaje.
La situación que se creó era artificial. No era más que una excusa para una intromisión clara de Marruecos en los asuntos internos de España y lo vimos luego. ¿Cómo se puede hacer lo que se hizo con 10.000 personas? Meterlas de esa forma tan inhumana, rompiendo cualquier criterio de buena vencidad, violando hasta la soberanía internacional, para crear una crisis humanitaria y política porque España no puede acoger a una persona. Se trató de una excusa para seguir sometiendo a España a criterios que la humillan. El Gobierno asumió ese reto y se comportó como es debido.
Marruecos juega con personas, pero Europa parece que también. La UE utiliza a Marruecos como "dique de contención". ¿Cuánto importan y valen estas vidas?
Importan poco. Nosotros, los saharauis, también somos refugiados por culpa de España y Europa. Es una situación que se viene repitiendo desde hace 40 años y no ha variado. España tiene que construir un relato de relaciones con Marruecos distinto. Tiene que identificar cuáles son sus intereses reales. Nosotros creemos que sale ganando más con el pueblo saharaui como aliado que con una monarquía feudal como Marruecos, que enseña sus peores entrañas para someter España y de paso a Europa con el tema de los acuerdos agrícolas y de pesca.
La teoría del colchón o dique de contención que algunos gobiernos democráticos de España se sacaron de la chistera para no molestar a su vecino, saltó por los aires con la avalancha. Fue inducida y organizada por un gobierno que teóricamente es aliado y amigo. Es momento de que se replanteen muchas cosas. Marruecos no es un aliado de fiar, no es de confianza. Nosotros como pueblo saharaui nunca hemos dado motivo a España para desconfiar, ni en el pasado ni en nuestro proyecto de futuro. Lo único que pedimos es que se respete nuestro derecho a la libertad y a la autodeterminación.
Donald Trump quiso reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara vulnerando la legalidad internacional poco después de perder las elecciones...
Marruecos pretendía aprovechar una circunstancia lamentable para apuntarse un tanto, pero no para asegurarse el reconocimiento del Sáhara. Ya vimos en lo que eso se quedó: fue un tuit sin ninguna trascendencia legal. El Congreso [de los Estados Unidos] congeló cualquier tipo de finanzas dirigidas a crear representación diplomática en el Sáhara Occidental porque no reconoce la soberanía. Además, fue más allá, ya que no se respetan los derechos humanos. Marruecos quería que esto sirviera de revulsivo para que España y Europa emularan a Trump. Y España hizo bien en no seguir ese ejemplo. No es solo el Sáhara. Es Ceuta, Melilla, las Chafarinas y también Canarias. El menú es muy amplio para Marruecos y no lo disimula. España puso una línea roja. Es un mal precedente para el derecho internacional, su reconocimiento no podía ser: es ilegal.
El pueblo saharaui está partido en dos. Hay saharauis que aún viven en el actual territorio del Sáhara Occidental invadido por Marruecos, mientras que otros lo hacen en los campamentos de Tinduf. La opinión pública no conoce cómo se vive en el territorio ocupado...
Somos un mismo pueblo que ha sido dividido por una circunstancia traumática: la ocupación militar marroquí y el abandono de España. A algunos no les dio tiempo de salir de su país porque no creían que eso fuera real. Otros pudieron salvar sus vidas por la única frontera por la cual no nos querían matar: los 70 kilómetros que teníamos con Argelia. Las fronteras con Marruecos y Mauritania eran una frontera de muerte. La única salida era el océano o Argelia. Los saharauis construyeron campamentos nada más pasar la frontera.
Sobre la historia de nuestro pueblo que vive en los territorios ocupados, está muy documentada por las instituciones internacionales. Hay un nivel de violación masiva tanto a los derechos humanos como en el derecho internacional humanitario al ser un territorio de guerra. La gran vergüenza es que todo lleva ocurriendo también desde hace 30 años con la presencia de Naciones Unidas. Se cierran los ojos ante la tortura, los asesinatos, los centenares de casos de desaparecidos sin esclarecer y la prohibición total de cualquier derecho doe manifestación, de asociación, de entradas de políticos o de prensa. Usted mismo, como reportero de lavozdelsur.es, no puede entrar en Sáhara Occidental. Solo podría hacerlo si el Gobierno marroquí le autorizara y le llevara a ver lo que ellos quisieran. No dibujamos un escenario que no existe, es lo que sufren. El informe de Amnistía Internacional o el Reporteros Sin Fronteras sobre el desierto informativo lo dice. A España le emplaza más. Ahora que se habla tanto de Ucrania y Rusia y del respeto a los derechos humanos y la legalidad internacional, no hace falta irse tan lejos.
También hay una creciente colonización del territorio por parte de población marroquíes. ¿Esto tiene carácter retroactivo? Queda lejos pero, ¿cómo se podría solucionar si en el futuro prosperara una solución?
Los colonos son una cara más de la ocupación militar por las fuerzas militares. Ellos son conscientes de que son consecuencia y están ahí mientras la ocupación militar existe. El día que acabe tendrán que volver hacia donde han venido, que es su país. Los pueblos se entienden y pueden encontrar marcos de colaboración: esa es la idea de los saharauis, que el Magreb sea un espacio libre. Nosotros soñamos con la inexistencia de fronteras, como en la UE. Pero en el caso del Magreb hay un único país que lo impide: Marruecos. No reconoce donde termina sus fronteras, ni con el Sáhara, ni con Argelia ni con vuestro país, España. Nadie sabe donde termina las fronteras de esta monorquía golosa. Tiene unas fronteras elásticas hasta el punto que en su Constitución se refiere a ellas como fronteras "auténticas". ¿Cuáles son las fronteras auténticas? Las que encierran al Sáhara, enguyen parte de España, de Mauritania y de Argelia.
Lo que se conoce como el nacionalismo del Gran Marruecos...
Sí, pero no solo nacionalistas. Nosotros también somos nacionalistas, en el marco de la legalidad internacional...
Imperialista.
Chovinista y expansionista. Más bien, colonial.
En noviembre de 2020 el Frente Polisario rompió el alto al fuego con Marruecos después de 30 años. Hace unas semanas un emisario especial de la ONU, De Mistura, llegó al Sáhara con intención de buscar una nueva tregua. ¿En qué situación se encuentra el conflicto?
El enviado especial de Naciones Unidas es consciente de que no viene en un momento fácil. Lo tiene más difícil que sus predecesores, cuando los saharauis creíamos en la mediación internacional porque eso nos iba a ayudar sobre nuestro futuro. Hace más de un año que está roto cualquier tipo de cese. Además, la instititución que él representa tiene la credibilidad por los suelos en el Sáhara Occidental. De Mistura sabe también de ese doble reto: papel de mediador y de responsabilidad. Tiene que poner de acuerdo a las partes y restituir la credibilidad perdida. Ya veremos si eso puede desembocar en un alto al fuego que vaya de la mano de una consulta sobre el futuro del pueblo saharaui.
Conociendo la situación, ¿qué retos considera que tiene el Frente Polisario a corto plazo?
A corto plazo, intensificar nuestra lucha de liberación por las vías legítimas que nos concede el derecho internacional. Por otro lado, conservar los logros que hemos conseguido y que tienen que ver con la sociedad que nos identifica. Somos una sociedad distinta, tolerante, que apuesta por la formación de sus hijos y de sus hijas. Tenemos que seguir fortaleciendo nuestro sistema de salud y educativo así como la experiencia democrática.
Es delegado del Frente Polisario en Andalucía. Nuestra tierra tiene una vinculación especial con el Sáhara Occidental, desde el programa de Vacaciones en Paz a encuentros, actividades y jornadas, como la que la Universidad de Cádiz ha organizado en el Campus de Jerez este mes, el I Seminario permanente de Derechos humanos en el Sáhara Occidental...
Históricamente Andalucía es una de las comunidades más solidarias con la lucha del pueblo saharaui. Pero no solamente como dices, por ser donde más se han acogido a niños y niñas durante estos 40 años, sino porque también es la comunidad que más ayuda envía y la que tiene más presencia en la vida de los saharauis. Eso ha trasladado una sensibilidad política y humanitaria muy importante para nosotros y la valoramos mucho. Andalucía no lo tiene fácil porque es una comunidad fronteriza con Marruecos, donde los intereses marroquíes están presentes en muchos sectores y el politico es uno de ellos. Sin embargo, la ciudadanía, la sociedad civil, los partidos y también las universidades, alzan la voz siempre que pueden a favor del pueblo saharaui.
Comentarios (1)