Crimen y leyenda
Álvaro Bellido (Jerez, 1979) publica su primera novela, El espejo gaditano (editorial Rhode Island), una historia a medio camino entre el thriller, la narración histórica y de investigación. Un trabajo que, pandemia mediante, ha llevado tres años de trabajo a su autor.
La novela, presentada en la librería El Laberinto, con la intervención de Laura Benítez y la presencia del historiador Manuel Bejarano y Daniel Diosdado, autor de la cubierta del libro, cuenta la aparición de un cadáver junto a un baluarte defensivo, que despierta el interés de Beatriz, una joven periodista que trabaja para una gaceta informativa en el Cádiz del siglo XVIII. Su atracción por el supuesto crimen la lleva a cruzarse con diferentes personajes que, poco a poco, le ofrecen las claves para comprender la sociedad del Cádiz de la época y tener una idea certera sobre cómo resolver el caso.
El Cádiz ilustrado, las redes comerciales del Atlántico y el despegue bodeguero del Marco de Jerez sirven de escenario para esta novela de algo más de doscientas páginas, que conjuga crimen, misterio e historia.
Esto nace para un proyecto cinematográfico, para un guion. Me inspiré en Cádiz. Escribí varias historias: una en Madrid y otra en Jerez, y después le tocó a Cádiz, que fue el sitio donde estudié la carrera. Yo elegí a esta periodista del siglo XVIII que hacía una serie de artículos de crítica de costumbre social. Esa fue la fuente de inspiración, un personaje que existió realmente. Aunque hay historiadores que piensan que fue un clérigo que usaba ese seudónimo.
Ha habido una investigación profunda, desde luego, desde el punto de vista legal, analizando cómo se trataba el crimen, pero teniendo en cuenta que es una obra de ficción.
"Ha habido una investigación profunda, pero teniendo en cuenta que es una obra de ficción"
Podría ser. Pero todo lo que gira en torno al asesinato lo hace alrededor del siglo XVIII. Aparecen enfermedades que hoy están erradicadas, el contexto social también era distinto. El papel de la mujer era diferente también. Incluso en lo económico, la ciudad de Cádiz, Jerez, o incluso el Puerto de Santa María, tenían una visión completamente diferente de su posición en el mundo. Pero es que Cádiz era puerto de América y todo pasaba por ahí. Era un enclave internacional. Entonces, en esta especie de escenario, se desarrolla un crimen con todo el sentido, porque hay una serie de intereses económicos entre distintas casas comerciales de la época.

No, no. Porque el personaje me pareció interesante y yo creo que era bastante potente para ficcionalizarlo.
Yo creo que me quedo con la del crimen, que es muy potente, pero me gustó la recreación de la ciudad en el siglo XVIII, porque tenía una vida cultural interesante, y también una vida nocturna.
Sí, lo que serían, aquí en Jerez, los tabancos, las tabernas. Eso me parecía muy interesante como escenario de la novela.
Totalmente. Era un guion y cada capítulo del libro pertenece a una secuencia. Yo lo hice novela. Parece que no, pero el lenguaje en realidad es completamente diferente, pero sí que es verdad que la esencia permanece.
Creo que ambas. Se retroalimentan. Lo que pasa es que, como he dicho, esto estaba pensando para el cine.
"Mi inquietud por escribir viene de mi vocación por el cine, y al revés"
A la gente le parece entretenida, engancha, tiene buen ritmo. Creo que cumple con la estructura tradicional de un thriller clásico.

Ha sido muy útil que haya tantos personajes, porque si yo quería representar la escena económica y cultural del Cádiz de ese momento, pues la aparición de esos personajes me ha servido para que todo encaje y diferentes estratos sociales queden representados.
Creo que la novela puede ayudar a ello. Ayuda a conocer el Cádiz ilustrado. Pero no solo eso. También el Marco bodeguero de Jerez, que era muy potente. Aparece, de hecho, una mujer bodeguera, como es Mercedes Valdespino, familia que lleva en Jerez desde el siglo XIV. En este caso, Mercedes está inspirada en Teresa Rizo, que sí que existió y fue una mujer bodeguera de entonces. Es un poco el contrapunto de la historia. Y volviendo a la pregunta, pues sí. No hay más que entrar en Cádiz y Jerez, ver las dos ciudades, para entender el potencial que tuvieron.