De 'Gomaespuma' a 'El Intermedio'
Definir a Guillermo Fesser (Madrid, 1960) es una tarea complicada. Es periodista, pero decir solo eso es quedarse muy corto. Y aunque a generaciones de españoles que pasan de la treintena les sea inevitable asociarlo con el mítico programa Gomaespuma, hace mucho que pasó página de aquel capítulo de su vida que recuerda con mucho cariño. Y del que tiene coletazos hoy en día —como el aaaadiós, alargando mucho la a, con el que despide sus conexiones en El Intermedio—. Además, Fesser ha sido guionista —de la mítica El milagro de P. Tinto dirigida por su hermano Javier—, actor de doblaje o escritor.
Por esta última faceta, más esporádica —tiene libros previos publicados en 1998, Cuando Dios aprieta, ahoga pero bien, que luego llevó al cine como Cándida, y en 2008, A cien millas de Manhattan— visita la provincia de Cádiz. Marcelo (Contraluz, 2022) es el título de la novela que dedica a Marcelo Hernández, un ecuatoriano ya jubilado que estuvo más de medio siglo detrás de la barra del Oyster Bar de Grand Central Terminal, la estación de tren de Nueva York, un título que presenta en el Jardín de la La Luna Nueva de Jerez. Lo hace después de pasar unos días en Cádiz, participando en el Congreso Internacional de la Lengua Española y empapándose de una ciudad de la que se ha "enamorado". Hasta se ha propuesto investigar los orígenes de un antepasado, un Fesser que llegó a la ciudad en torno a 1700.
Hay dos maneras de entenderlo. Para mí, EEUU es un país que ya es bilingüe, aunque todavía no lo sepan ni ellos mismos. Es una realidad que veo cada vez más. Este fenómeno se produce por lo que se promueven de verdad los cambios en las lenguas, por necesidad y supervivencia. Durante los últimos 20 años ha habido un aluvión increíble de emigrantes de Centroamérica, por necesidad, que vienen de unas capas sociales con muy poco acceso a la cultura. Cuando vienen a EEUU no es que cambien el español por el inglés, es que hay cosas que no han visto en su vida que las nombran en inglés por primera vez. El inglés no es que esté sustituyendo al español, está llenando huecos de vocabulario que en español no tienen.
Los españoles e hispanos, que somos lo mismo. No me gusta diferenciar entre países, hay que crear una fuerza común de gente que compartimos el mismo idioma. Hay varias cosas que están cambiando. Una es que los que mandan se han dado cuenta de que mucha gente habla español. Lo español es un gran nicho de mercado. En prensa, por ejemplo, se dedicaba un contenido muy básico a lo español: fútbol y chicas en biquini. Ahora el New York Times está creando historias en español. Eso está cambiando, es novedoso que nos presten atención. El español está saliendo del armario. La segunda y tercera generación de migración hispana ya no es la familia que llega con una mano delante y otra detrás, ya es la hija que se gradúa en EEUU, que es tan americana como Abraham Lincoln, pero reivindica sus raíces.
"La segunda y tercera generación de migración hispana es tan americana como Lincoln, pero reivindica sus raíces"
Marcelo tiene un don, que es el don de escuchar, que tienen todos los barman. La gente que está detrás de una barra tiene que tener ese don. Pero él era especial. Estando en un restaurante enorme en el corazón de Manhattan, por el que pasan miles de personas, cuando fui la primera vez me pareció que llevaba toda la vida esperándome. Me trató como si fuera su mejor cliente. Tiene la capacidad de hacerte sentir importante. Me pareció un gancho muy importante para utilizar su vida como homenaje a la inmigración hispana, que es el motor de EEUU.
Realmente no, porque hasta muy avanzada la relación siempre hablábamos en inglés. Marcelo por su aspecto podría ser italiano, iraní, turco, peruano... de mil sitios. Cuando me interesé por su historia fue porque lo escuché hablando en español con otro trabajador. Tardé tiempo en saber que era hispano.

No he echado números, pero todos los días doy gracias por seguir en esta profesión. Es un oficio que te hace conocer a gente y meterte en historias que nunca habría podido conocer de otra manera. Sigo estando agradecido por la cantidad de satisfacciones y sorpresas que me sigue brindando.
A pesar de ser un icono de Nueva York, ¿Marcelo ha sufrido mucho racismo?En el libro lo cuento. Hay dos Marcelos, el de la calle, un hispano más que sufre el estigma que hay contra este colectivo, instigado por Trump, pero cuando se coloca la camisa blanca y la corbata es Don Marcelo Hernández, uno de los barman de referencia de Nueva York. Es algo que quiso ser toda su vida. Desde los seis años estaba detrás de una barra, jugaba a ser barman. Por la barra de Marcelo han pasado presidentes del Gobierno, actores, actrices importantes, músicos, directores de Wall Street... Era importante contar la historia de un héroe.
"En 'Gomaespuma' tocábamos temas intentando no amargarnos con lo que nos ocurría. Esa manera de ser no la he perdido"
No, la verdad es que no. Hasta que no abro la boca, como soy de origen europeo y de raza blanca, puedo disimularlo. Quien viene de Centroamérica tiene muchos rasgos indígenas. Siempre hay algún pesado, que dice que si no te gusta te vuelvas a tu país, pero EEUU ya es mi país. Si fuera un árbol, mis raíces serían España y mis ramas serían Estados Unidos.
Yo no. Entiendo que las redes sociales son herramientas muy potentes, pero no me atraen para mi vida personal. Prefiero estar leyendo un libro antes que escribiendo un tuit. Tengo Twitter como periodista, porque creo que es una responsabilidad, si tienes conocimiento sobre un tema, debes compartirlo. Las redes tienen una utilidad maravillosa, pero las estamos sobreutilizando. Hay algo muy bonito en perder el tiempo. Las cosas más maravillosas ocurren cuando menos te lo esperas.

Estoy muy agradecido y feliz de haber tenido la oportunidad de ser parte de esa aventura tan maravillosa. Si hoy estoy en El Intermedio es porque un día estuve en Gomaespuma, lo tengo claro. Pero no es incompatible. Si contara chistes y ahora noticias, chocaría más, pero lo que Juan Luis (Cano) y yo hacíamos era tener sentido del humor, ir por la vida intentando no amargarnos con lo que nos ocurría, sino sacar lo mejor de cada cosa. Esa manera de ser no la he perdido. La tengo cuando ceno, cuando voy de excursión o cuando estoy en El Intermedio. Trump puede ser malísimo pero no va a influir en mi matrimonio. Esta vida es como un partido de frontón, si pegas muy fuerte, rebota la pelota, te da en la cabeza y se acaba el partido.
Al periodismo en España y en EEUU le ocurre algo parecido, está intentando buscar un lugar desde el que se pueda trabajar con dignidad y que te paguen por tu trabajo. Con esta crisis económica, la gente está mal pagada, haciendo siete cosas a la vez, y eso se nota. Es la pescadilla que se muerde la cola. En Texas hay un periódico que sirve de ejemplo de que es posible volver al periodismo más local. Las noticias generales las pueden encontrar en cualquier sitio, pero la buena información de tu barrio, de la tienda de la esquina o del colegio de tus hijos nos toca más de cerca y queremos que nos la cuente una fuente fiable. Veremos un retorno al periodismo más cercano. Es la manera de recuperar la fidelidad de los lectores, darles información que no encuentran en otros lugares y a partir de ahí crear una comunidad que esté dispuesta a pagar por información fiable. Un periódico no puede ser para que los accionistas ganen dinero, tiene que ser viable pero prestando un servicio social para que la gente esté informada.