El perdón y la constancia
En Mil perdones a la constancia, el gaditano nacido en 1978, Manuel Álvarez Molina, escribe historias apasionadas con la mujer como eje central. Pero el escritor aclara que el libro no está escrito solo para ellas. Ha escrito sin contar, de alguna manera, con el lector: "¿Desde cuándo el viento o el tiempo están vivos?", reflexiona. Sus personajes, con una fuerte carga de pensamientos y emociones, trascienden su apariencia inicial que dan fuerza al significado metafórico y literario, que dotan de significado sus poemas y evitan, de paso, que se olviden.
Los que disponemos de esta condición somos personas que, aunque tienden a soñar y a tener ideas que pueden parecer poco realistas o no prácticas, también poseemos la capacidad de discernir. Esta combinación de soñar y discernir puede ser muy poderosa, ya que nos permite perseguir nuestros sueños con los pies en la tierra, manteniendo una visión clara de lo que es posible y de lo que no. Atendiendo a su pregunta, considero que las personas que son como yo, tendemos mucho a la sensibilidad, cosa que también nos lleva al sufrimiento. Robin Williams, en parte, lo definía muy bien en una frase.: "Creo que las personas que han experimentado las mayores tristezas son las que siempre se esfuerzan más en hacer a otros felices. Porque ellos saben en carne propia lo que es sentirse desolados y abatidos, y no quieren que nadie más se sienta así".
"Los soñadores también tenemos la capacidad de discernir"
Porque soy alguien que, por desavenencias de la vida, ha habitado espiritualmente de manera casi eterna tras los caminos de la existencia. No soy alguien que tenga estudios superiores, me dediqué a viajar y a trabajar por España. Soy alguien que, desde muy temprana edad, arribó a la isla de Eremía. Allá no habita nadie, tan solo estaba yo en soledad, quiero decir que no es un refugio, pero es un lugar donde un ser humano aprende a conocerse a sí mismo, a madurar, a educarse por sí solo. Cuando te curtes y te muestras al exterior, en tu interior empiezan a surgir la primavera, la niebla, o las anteras de una flor, y te detienes a hablar con ellas y el mundo se comprende de una manera diferente. Cuando aprendes a ver, y miras la bóveda celeste, entiendes que desde la distancia se contemplan las estrellas, pero desde la cercanía gravitan todos los pedazos rotos de mi corazón y de mi alma. Para que comprenda lo que quiero decir, Julio Verne citaba “El viaje más maravilloso no es al centro de la tierra o a los confines del Universo, sino al fondo de uno mismo”.
Diría que acabo de hacerlo. Uno podría contar su vida de una manera normal. Luego, puedes contar la misma historia, siendo verdad, pero de una manera sorprendente.
Me gustaría entender que es una cuestión de sucesos, otras de sensibilidad. Yo soy de esos que compra libros por perceptibilidad, delicadeza o afectividad, pero muy rara vez por conocimiento. Supongo que me gustaría ser la casualidad que se convierte en causalidad para que se queden con lo que escribo.
Cuando no se la trabaja, sí. Yo no le dedicaba el tiempo suficiente porque escribía para mí. Publiqué por la insistencia de amigos y conocidos que leyeron mis pomas, hasta que llegó el momento que me lo creí. Los textos que he publicado en este libro han sido el fruto de la inspiración de determinados momentos de mi vida a lo largo de muchos años. Si le pido perdón a la constancia es porque ella creía en mí, pero no yo en ella.
"La constancia creía en mí, pero yo en ella, no"
Es una frase escrita para los pragmáticos, “Porque, ¿desde cuándo el viento o el tiempo están vivos? Y observas que piensan, que padecen, y las personas abandonan su apariencia para ser esencias que le dan sentido a un mundo que pretende estar vivo.” Pero les abre esa esperanza cuando cito: “Puede que ni los soñadores comprendan lo que escribo, para que irónicamente después de ser leído los pragmáticos hallen un mundo real y objetivo.”
No quiero que se me malinterprete con esto. Pero, cuando escribía este libro, las mujeres han sido el fruto de mi inspiración, de mi esperanza. Mi sensibilidad, además, me llega mucho a través de los cuentos infantiles. Me gustan esas alegorías hacia ellas en donde tengo la libertad de transformarlas en seres mágicos que le dan sentido a un determinado mundo donde habitan.
Le contestaré con un par de frases. Michael Ende, decía: “La fantasía no es una forma de evadirse de la realidad, sino un modo más agradable de acercarse a ella”. Ray Bradbury también decía: “Hay que inyectarse cada día de fantasía para no morir de realidad” Y yo, si me lo permite decir, pienso que: “Los sueños son las llaves que abren las puertas de los sentimientos.”