Ciencia y arte, un buen equipo
La ciencia combate desde hace décadas los problemas de las adicciones a todo tipo de drogas, y también de todos aquellos hábitos comportamentales como el sexo, el juego, los trastornos compulsivos, la ansiedad, la depresión, o la fibromialgia. Pero esa misma ciencia evoluciona con nuevas técnicas que ganan en eficacia, y en el caso que ocupa este reportaje, la Estimulación Magnética Transcraneal (EMTr) ocupa un lugar más que destacado, si bien es cierto que no es un tratamiento que se aplique en muchos centros de rehabilitación. De hecho, este del que nos hablan la Licenciada en Bellas Artes y especialista en arteterapia, María Eugenia Gómez (Córdoba, 1982), y la licenciada en medicina y especialista en nerofisiología clínica, Carmen Porras (El Puerto de Santa María, Cádiz, 1974) solo se aplica en Barcelona y Jerez (Clínica NeuroMédica, en Montealto).
De todas las patologías y dolencias que se mencionan en la entradilla de esta charla, hay una que destaca por encima de todas las demás, al menos en los pacientes que tanto María Eugenia Gómez, como Carmen Porras atienden a diario: "La depresión, por encima de las demás. Pero aparte de todas esas patologías, estamos especializadas en depresión y adicciones. Hemos tratado a pacientes con fibromialgia o TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo), pero lo que atendemos más tienen como referencia la depresión o las adicciones de cualquier tipo", aclara Carmen, la doctora en neurofisiología.
"Aparte de la depresión, estamos especializadas en todo tipo de adicciones"
Además de los hábitos a sustancias estupefacientes, hay otras adicciones que, no por estar alejadas del consumo de drogas, son menos peligrosas. Existe la adicción al sexo, a la compra compulsiva, o al juego, entre otras: esto es especialmente preocupante entre los jóvenes en edad de estudiar. Según un informe DSM-5 (El Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, de Estados Unidos) de 2023, el 5% de chavales entre 14 y 18 años sufriría dependencia a los videojuegos. En cuanto a los juegos de azar, se contabilizan alrededor de 400.000 personas en España, muy por encima de lo que se considera una epidemia social y que, sin embargo, apenas tiene visibilidad. Por un lado, el enfermo usa mentiras y negativas, y por otro, los signos externos ni siquiera son visibles. "Esas conductas adictivas -explica la doctora Porras-, se refieren al juego, comida, pornografía... Con cualquier conducta adictiva, nosotras lo que hacemos con la EMTr es que, el desequilibrio que la persona tiene en la corteza cerebral, mediante los impulsos magnéticos, lo "reseteamos"; ponemos cada cosa en su sitio. Por ejemplo, una de las adicciones que más se repiten es a la cocaína. Lo que ocurre con eso es que la dopamina es excesiva. Y claro, el cerebro identifica ese exceso como un placer, y la conducta se convierte en adicción. Esa amplia presencia de dopamina va a provocar que la serotonina, el causante de la felicidad más regular, no aparezca. Y tampoco las endorfinas".
Este desequilibrio apabullante es el que trastorna por completo a la persona que sufre la adicción. Una de las consecuencias es que cada vez necesita consumir más y con más frecuencia. El sistema "de recompensa", llamado así por los especialistas, se desequilibra, y el lóbulo frontal, que es donde radica la capacidad de decisión de una persona, queda dormida. "Lo que nosotras hacemos es crear nuevas neuronas y reforzamos la neuroplasticidad para que se cree las dosis de dopamina, serotonina con el equilibrio necesario, y darle vida al lóbulo frontal para que el paciente sea capaz de decidir qué quiere hacer", añade Carmen Porras.
La ventaja de este tratamiento es que no tiene ningún tipo de efecto secundario, ni a corto, ni a medio, ni a largo plazo. Ahí radica una de las diferencias más importantes con respecto a los fármacos más utilizados hasta el momento.
"Nosotros no cambiamos para nada la personalidad del paciente -aclara María Eugenia Gómez-. Los pacientes son como son, tienen la vida que tienen, pero le damos la capacidad de poder decidir y así poder entender que no necesita consumir para poder sentirse bien".
"No cambiamos para nada la personalidad del paciente"
El tratamiento consta de tres fases: la primera es la intensiva, que se da de lunes a viernes. En ella se da la EMTr, terapia, y otra vez EMTr. Con cada paciente se individualiza el tratamiento. No hay dos tratamientos iguales, porque cada paciente es distinto. El tiempo de duración por cada persona que acude a ese tratamiento está en torno a las dos horas o dos horas y media. El índice de efectividad, a pesar de que es una terapia nueva, y según publican estudios de diferentes universidades de EE. UU. o Italia, que son pioneros en los tratamientos de adicciones, hablan de un 65%, pero eso no lo complementan con el tratamiento de la estimulación con terapia. En este centro, donde están María Eugenia y Carmen, el índice porcentual se va al 85%.
María Eugenia Gómez explica que este 20% de diferencia que radica en la terapia tiene su razón de ser: "La estimulación con arteterapia es fundamental. Aparte de ser una enfermedad cerebral, es una enfermedad emocional. Una vez que tenemos el cerebro reestructurado y la persona ha podido recuperar su capacidad de decisión, empezamos a trabajar en qué es lo que llevó a esa persona a consumir. Al final, el consumo es la punta del iceberg. Una vez que conseguimos con la estimulación que el síntoma desaparezca, empezamos a trabajar con la enfermedad gorda, que es lo que hay debajo de todo eso.
Gómez usa la arteterapia al ser su formación de base: "Tanto la creatividad como la neuroplasticidad son primas hermanas. Si hay una persona creativa hay una neuroplasticidad que está funcionando en condiciones. Eso, por un lado. Por otro, la arteterapia es un acceso directo al inconsciente. Es un nuevo lenguaje. Hay cosas que no sabemos decir, que no podemos expresar. Para ello se utilizan los materiales creativos para poder tenerlos como ese otro lenguaje. No es una terapia ocupacional. No es hacer cosas por hacer. Es utilizar esos materiales como medio entre el terapeuta y el paciente.
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