La mujer que cumplió su sueño de niña
Si a Máriam Guerra (Jerez, 1983) le hablas de música no se cansa. Tiene un entusiasmo inagotable por su carrera y la pasión por la música. Soñadora desde muy pequeña, inició su camino en el coro del Teatro Villamarta. Después de un tiempo, se marchó a Madrid a estudiar, a proseguir con ese sueño de la casi niña que viajaba a la capital para hacerse mayor en lo humano y en lo vocal.
Risueña, divertida y cercana (en realidad, Máriam no para de soltar carcajadas durante esta charla porque es pura simpatía), la soprano hace un recorrido por sus inicios y la actualidad de su carrera que le presenta muchísimos proyectos: fragmentos de la ópera Becqueriana de María Rodrigo, en los Claustros de Santo Domingo, en marzo; el Oratorio de la Creación, de Haydn, en el teatro Mira, de Madrid: la Frasquita de la ópera Carmen, en el Villamarta, y otros proyectos fuera de España que la intérprete no puede desvelar aún.
Yo le contesto a lo segundo. En mi casa, con el pijama y los calcetines por fuera (carcajada).
Sí, claro. Son, más o menos, trece años. No tengo una fecha concreta porque lo mío fue progresivo. Al principio era todo coger experiencia, rodar, aprender mucho sobre técnica, dándome cuenta de cómo funciona mi instrumento, porque en la Escuela de Canto de Madrid aprendes algunas cosas buenas, y otras no tan buenas; sales un poco perdida.
Sí, porque en mi caso me decían: "Tú vas a hacer carrera, porque tú esto y lo otro". Te llenan la cabeza de pajaritos y tienes que ser muy fría, porque la carrera que hagas no depende al 100% de ti. Tienes que tener la fortuna de que te escuche alguien, que ese alguien te abra camino, te presente gente, te llamen de teatros. Yo siempre he apostado por mí. Es que si no es así, nadie me compra. Primero hay que creer en uno mismo. Y además, como te decía antes, yo salí muy perdida. La voz la tenía muy aguda, no era natural. Yo escuchaba a los cantantes antiguos; me decía: aquí hay algo que no me cuadra, porque yo canto de esta manera, y a mí me gusta cómo está cantando, pero no me gusta cómo estoy cantando yo.
"Los primeros años los pasé descubriéndome a mí misma"
Claro. Pero hasta que llega ese momento es un poco descubrimiento. ¿Qué está fallando en mí para que no pueda cantar así, para no hacer este bel canto, esta línea? Yo, los primeros años, los pasé descubriéndome a mí misma y conociendo mi instrumento.
Suele pasar, pero yo siempre he creído que la voz hasta tiene un espíritu propio (risas). Siempre la he respetado tanto que para mí es como si tuviera su propia personalidad. Lo bonito es eso, que yo no influya en ella. Es decir, nada de: quiero que mi voz suene así. Mi voz tiene el color que tiene, el brillo que tiene, los armónicos que tiene. Yo no la he creado: es ella. Mi voz tiene su propia personalidad, a la que debo respetar por encima de la interpretación. Porque si la manipulo por alguna razón, ella cambiaría su sonido por algo falso, y creo que el canto lo primero que ha de ser es verdad.
La verdad es que me cuesta un poco definirlo (risas). Ahora mismo me siento segura de mí misma, segura de lo que quiero. He cumplido el sueño de mi vida recientemente, que era cantar en el Villamarta como soprano solista, y ahora estoy con otras metas; seguir perfeccionando el instrumento y, aparte, hacer que mi carrera crezca. Busco esos apoyos, ya sea en teatros, ya sea con agencias, que me brinden la posibilidad de entrar en el circuito.
Bueeeenooo, es que una vida sin sueños... Es que yo, si no tengo una meta, un reto en la vida... Yo siempre necesito un aliciente cuando me levanto por las mañanas y decir: voy a estudiar para este concierto. Hay que tener una meta, siempre.
"Siempre necesito un aliciente cuando me levanto por las mañanas"
Es que eso depende tanto del director de escena; de la visión que tenga. Ambos estilos, ópera y zarzuela, creo que se pueden adaptar. Otra cosa es que yo esté de acuerdo o no. Ese es otro tema. Yo me siento más conservadora. Siempre me ha gustado la magia de cómo veía el compositor las cosas en aquella época. Porque además, al fin y al cabo, se cuentan muchas historias que hoy siguen vigentes.
Por ejemplo, claro. ¿Que a lo mejor no está específicamente en el 2023? Da lo mismo. El tema sigue de actualidad.
Está complicada, yo creo. Pasa siempre lo mismo. En España se valora mucho menos lo que es de aquí. ¿Como es posible que la zarzuela no sea todavía Patrimonio de la Humanidad? Es increíble que no se represente más, que no se invierta más. Se representa bastante poco. En el Teatro de la Zarzuela, en Madrid, y pocos sitios más. Yo entiendo que cantar zarzuela no es nada fácil, pero es nuestro. Qué menos que poder representar aquello que nos identifica.
"Es increíble que no se invierta más en zarzuela"
Allí, en China, yo me sentía como una estrella del pop (carcajada). A mí me perseguía la gente, incluso la gente del coro para pedirme un autógrafo o hacerse una foto conmigo. Alucinante. Era la primera vez que en Chengdu se hacía Carmen. Era la novedad. Por la calle también te miraban porque no estaban acostubrados a ver occidentales, europeos. No sabían inglés, apenas podías hablar con ellos cuando querías comer en un restaurante.
Era la primera vez que se representaba ópera allí. La respuesta fue muy positiva.
Tengo muy buenos recuerdos de aquello. Pero no sabían cuándo tenían aplaudir y lo hacían a cada poco. Entonces interrumpían. Yo pensaba: vale, pero dejadme seguir cantando.
La verdad es que yo nunca he tenido problemas. Es verdad que en Italia, que era más niña, la primera vez que salía de casa, con un idioma que no era el mío. Pero el público siempre me ha dado mucho calor. También es verdad que yo siempre lo he dado todo. Para mí era contar historias, me apasiona mi trabajo, que es primordial. Mientras yo haga música, que a la gente le guste y demás, yo creo que si tú disfrutas, el público también disfruta. Al final, somos energía. Y eso se transmite.
La noche antes me pongo muy nerviosa. Pero por eso, porque soy perfeccionista.
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