Marta Moral Barberá (Brös): "Tinder es una fuente de inspiración tremenda"

La autora, una maestra portuense que, en su tiempo libre, hace música, lee (bebe) cómics y plasma sus inquietudes en ilustraciones gamberras por amor al arte, analiza su libro 'Hasta el coño'

Brös, Marta Moral Barberá, con su libro 'Hasta el coño'.
Brös, Marta Moral Barberá, con su libro 'Hasta el coño'. ALEJANDRO BARRAGÁN

Altas dosis de poca vergüenza

Marta Moral Barberá, Brös (El Puerto, 1979), es una maestra de natural gamberro, como la música que compone y escucha, como las ilustraciones con las que desfoga. Esto último es el germen de su tratado filosófico, por así decirlo, llamado Hasta el coño (autoeditado, 2023); un compendio de estampas de vulvas que nos miran de frente, mensajes como guantazos y comentarios inconformistas que sirven de terapia salvaje mientras, a la vez, se ríe de las propias terapias, actitudes y consejos que nos inundan –nos venden- hoy día, sobre todo a las mujeres. Marta Moral Barberá, según su DNI, nos ofrece en estas viñetas (y en otras que se pueden ver en su cuenta de Instagram (@bros__art) mucho punkarreo, humor negro y altas dosis de poca vergüenza.

A ver, ¿por qué estás hasta el coño? 

¿Y por qué no iba a estarlo? Hay días que me levanto, que estoy más hasta el coño, otros días, como hoy, que estoy más tranquila, pero hay momentos en la vida en los que tienes que vomitar lo que tienes dentro, ¿no? Entonces, bueno, esto de Hasta el coño no es más que una vomitera personal. 

¿Desde cuándo usas este formato, con ilustraciones acompañadas de comentarios? 

Llevo haciendo este tipo de historias desde chica. Me reunía con mis amigas, nos pasaba algo, un desencanto amoroso o lo que fuera, y les regalaba alguna viñeta sobre aquello. Pero la temática de Hasta el coño sí fue una época muy particular de mi vida que me dio lo que está ahora tan de moda que son la ansiedad generalizada, la agorafobia, no sé qué, no sé cuánto. Y entonces yo estaba en mi casa y pensé que, como me cuesta mucho soltarlo todo hablando, me dije, ¿cómo lo hago? Pues dibujando, que es donde yo me explayo.

¿Cuáles han sido tus referentes? 

No sé cuál te podría citar. Leo muchísimo Flavita Banana, Agustina Guerrero… soy muy de Peter Bagge, de Dagsson, Joaquín Guirao, Paco Roca… pero sí, como referentes, pues me inspiro un poco en Flavita, un poco en Miguel Brieva…  

Yo veo Hasta el coño como un ensayo de filosofía retorcido, antiposmoderno; un antilibro de autoayuda, ¿qué opinas? 

Para mí es un golpe tras golpe a las terapias, el yoga, el mindfulness, todas esas historias. Y mira que yo pruebo todo, ¿eh? Como si es el rito Zulú, es que me da igual. Todo lo que me pueda ayudar a mí, de alguna manera, a hacer sentirme mejor o más tranquila o a estar en paz, ese tipo de cosas las hago. Pero es verdad que luego tiene un doble sentido, es decir, lo que se comercia ahora con esto. Porque lo de las terapias y la autoayuda son un negocio. La verdad es que me río mucho de eso. Yo practico cosas de estas y luego cuando se lo estoy contando a quien sea, me estoy riendo. Vamos, que hago chistes de las cosas que yo misma practico. Pero yo respeto, ¿eh? 

¿Hay que reírse de todo?

Creo que es lo mejor. Tengo comprobado que la mejor terapia es el surrealismo y la risa. Chotearte de todo. A mí es lo que más me funciona. ¿Ya hemos terminado? 

Sí. Solo me queda una pregunta. ¿A quién va dirigido este libro? ¿Es solo para mujeres o…? 

Bueno, me propusieron hacer uno que fuese Hasta la polla, ¿sabes? Pero yo creo que Hasta el coño va para todo el mundo, porque estoy hasta el coño lo puede decir cualquiera. Va dirigido a toda persona que quiera sentirse acompañada. En general, me encanta el efecto que hace en mucha gente, que tras leerlo me mandan un audio contándome lo hasta el coño que están de una cosa u otra. 

¿Entonces no pensabas en un público femenino? 

Estaba pensando en mí. Pero el tema de las relaciones líquidas, la musturbation, yo qué sé, el complacer, el coño de los mensajes de estos de audio de WhatsApp… yo creo que todo el mundo puede conectar con eso, porque en un momento dado a cualquiera nos puede pasar.

"Creo que estamos rodeados de mucha pamplina y de poca autenticidad"

¿Hay mucha pamplina en la literatura dirigida hacia la mujer o la pamplina es generalizada para todo el mundo? 

Hale, hay mucha pamplina en todo. Vamos, yo no utilizo mucho las redes, pero sabes los contenidos que te están ofertando todo el tiempo y la cantidad de gilipolleces que hay por todos lados. Todo es de cara a la galería. Es decir, no hay un mirar para adentro, todo es un mirar para afuera y mírame a mí. Sí, creo que estamos rodeados de mucha pamplina y de poca autenticidad y de poco sentido común. Hay un analfabetismo emocional generalizado. Una sociedad tan vacía de contenido...

Porque todo es mercado al fin y al cabo, ¿no? El negocio de las terapias…

Y date cuenta de que hay muchas más terapias dedicadas a la mujer que al hombre. Es que yo percibo que la mujer, opinión personal, llega un momento... a ver cómo te lo digo para que no resulte... A ver, ¿cómo te lo puedo decir? Es que voy a hacer una generalización... y no sé si luego pensaré lo mismo…

Arriésgate.

Pues que son mujeres la mayoría, las que miran para adentro. Y que en el mundo masculino yo percibo, por las experiencias emocionales de muchas de mis amigas, incluso por la mía propia, que todavía hay en ellos una carencia de introspección para adentro, que todo es para afuera. El tema de qué me pasa, cómo gestiono esto... Son las mujeres las que están más a tope con eso. Por eso hay más mercado en el mundo de la mujer con este tipo de terapias… porque hay más mujeres que lo demandan. Vete a un grupo de yoga, vete a un grupo de meditación o de activación del kundalini. Los hombres que van son hombres con un perfil mucho más alternativo. En cambio, hay mujeres de todo tipo. Amas de casa… que van a yoga porque necesitan respirar. Es decir, hay una necesidad de respirar y de conocerse y de entender ciertas actitudes. 

O sea, hay más mujeres que están hasta el coño. 

Exacto. Nuestra generación está cortocircuitada totalmente en todo porque nos ha llegado la tecnología con una nueva manera de relacionarnos, el Tinder y todo esto que no conocíamos. Claro que a todos nos gusta que nos den abriguito. No sé si me estoy explicando.

La autora con su libro.
La autora con su libro.  ALEJANDRO BARRAGÁN
Sí, sí, creo que lo estoy entendiendo. 

Lo de las mujeres. Eso. Que son muchas pamplinas las que nos venden. Pero vamos a plantearnos por qué existe esa demanda. Parece que hoy la mujer necesita encontrarse, saber dónde está, tomar decisiones cuando, a lo mejor, emocionalmente no sabe tomar esas decisiones porque nunca las había tenido que tomar.  Existe esa necesidad de dar ciertos pasos en la vida para estar mejor. 

Porque ahora la mujer puede decir “estoy hasta el coño”, mientras que hace 40 años era más difícil. Para nuestras madres, por ejemplo. 

De hecho, cuando le dije a mi familia que había publicado un libro, una cosa de viñetas, muy cortito, me dijeron, “ah, ¿sí?, ¿y cómo se llama?” Hasta el coño. Y mi padre me dice: “Joder, Marta, ¿tú no puedes hacer otra cosa?”… 

¿No han visto el libro entonces? ¿No te lo han pedido?

Sí me lo han pedido, pero les dije, “mira, no hay necesidad, si no os va a gustar”. He tenido un perfil desde pequeña de persona reservada, correcta. No vamos a molestar. Yo quiero que los míos estén bien.

Vamos, que el libro lo has hecho para ti…

Eso. El libro es una ilusión mía. No es una ilusión de ellos. Marco bien la diferencia entre lo que a ellos les hace feliz y lo que a mí me hace feliz. 

"Tinder es una fuente de inspiración tremenda"

¿Un coño pintado escandaliza más que un pene pintado?

Claro. Estamos acostumbrados al pene con las dos pelotitas y los tres pelos. Un coño..., ¿lo ves pintado por ahí? Bueno, ahora ya sí se va viendo más. Las chavalas de hoy en día son más... Es como el tema de la masturbación femenina. Tú te tocas, yo me toco, ¿y aquí qué pasa? ¿O es que tú tienes derecho a hablar de masturbación con tus amigos y nosotras por la educación que nos han dado no podemos? Ya no tanto, pero –y no pongo la mano en el fuego– creo que en la mayoría de los círculos de chavalas de nuestra edad no era una cosa que tú hablases de, oye, mira, pues me gusta masturbarme, ¿sabes? Porque era un tabú. Igual que la regla.  Así que llega un momento en que, sí, voy a hablar de mi coño. Siempre he tenido como temor a que me juzguen. Y ahora se acabó. Si me juzgan, que me juzguen. 

¿Y tú crees que hay esperanza? 

¿Esperanza de qué? ¿En el futuro? Sí, porque estamos diciendo que ahora las chavalas… hablan de la regla, de su coño, de la masturbación… Creo que la cosa se va normalizando, aunque no me gusta mucho esa palabra. Las personas se están expresando tal y como se sienten. Pero, ojo, porque estamos en un sitio muy concreto. Así que, esperanza, sí, pero depende de dónde. ¿En qué ciudad, en qué pueblo, en qué barrio? 

¿Sigues creando? ¿Tienes algún proyecto en mente? 

Pues mira, Tinder es una fuente de inspiración tremenda. Tengo ya mucho material. Me encanta chotearme de alguna manera de cosas que veo que están pasadas de rosca. Hay una cosa que me hace mucha gracia que es esos hombres, esos perfiles que me salen en los que están todos tirados con la cabeza en la almohada. Es asombroso. Y aparte, tengo otra saga que se llama Mothers, de humor negro, sobre cosas que me han ido diciendo mis amigas madres en momentos de estrés máximo… de cuando están hasta el coño.

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