Su primera incursión en la ficción
Rafael Sanmartín Ledesma, periodista y escritor andaluz, acaba de publicar una novela en la que invita a la reflexión sobre los sucesos actuales -medioambientales, políticos, bélicos- y cómo estos dibujan para el autor un futuro nada alentador como consecuencia de un presente complejo. Después del último día se titula esta publicación de 255 páginas de extensión en una trama en la que, partiendo de dos situaciones, una futurista ciertamente distópica en un mundo destrozado y otra partiendo del día a día de una familia inmersa en los cambios políticos, sociales y económicos que marcan el avance de la sociedad.
Es autor de una veintena de novelas y ensayos, además de haber merecido varios premios por sus trabajos, entre otros, el del Consejo Andaluz de TVE, año 2000 por la serie de Canal Sur La Andalucía de la Transición y el premio del público en el Festival Internacional de Cine Científico de Zaragoza, en 2001, por el documental Las ciénagas cubanas. Ahora se encuentra inmerso en otro ensayo dedicado al bandolerismo, en el que define al bandolero como un Robin Hood en versión española y el compromiso de éstos en la lucha contra la invasión francesa.
El libro traza un posible camino o deriva mundial a partir de lo que está ocurriendo en estos momentos. Comenzamos en esta época y terminamos bastantes años después. Un recorrido largo de varias generaciones para llegar a un final que no es el deseable.
Lo que está pasando en estos momentos nos puede presumir un desenlace concreto de no remediarse. Esta es la clave principal de la novela, que está dividida en dos ambientes que transcurren paralelos a lo largo de la trama; son dos tramas totalmente distintas y sin relación entre ambas, que se verá cuando llegue al final de la novela que es el fin presumible si las cosas siguen en los niveles actuales
"Lo que está pasando en estos momentos nos presume un desenlace concreto de no remediarse"
Toca algo de ciencia ficción porque hay escenarios propios de ella. La trama más corta de las dos es ciencia ficción pura pero sin naves espaciales ni situaciones al uso en las novelas normales de este género.
Por ejemplo, efectivamente.
Trazo un posible camino futuro, que me parece que es más que posible. Es un aviso de a dónde podemos llegar.
Justamente esa es la idea. Que por el camino que vamos llegamos a un abismo; sin embargo, ese abismo lo podemos evitar cambiando de forma de actuar a todos los niveles porque todos somos responsables. Las grandes potencias y las pequeñas; las grande y pequeñas empresas que por su comportamiento hacen daño a la naturaleza; las personas que tiran la basura en el sitio equivocado, también son responsables.
Hay un momento en el que se puede cambiar todo, que de hecho cambia y es ahí a donde queremos llegar. Ese cambio podemos hacerlo en cualquier momento. A medida que avanzamos deterioramos más la situación y cuanto más deteriorada esté más difícil es revertirlo.
"Hay un momento en el que se puede cambiar todo, que de hecho cambia"
Como escritor se me ocurren las cosas y no sé cómo me llegan las ideas. Cuando me llega, la aprovecho y le doy forma.
Resume exactamente la idea. No es algo predestinado o que nos llega de casualidad. El futuro es consecuencia del presente igual que el presente es consecuencia del pasado. El futuro será como nosotros queramos que sea aunque lo hagamos conscientemente pero equivocándonos.
Una novela de un periodista siempre tiene algo de periodismo. Está escrito como una crónica de lo que está pasando. Una crónica a posterior y también del presente, de hoy y de dentro de 20 años.
Sí, es la primera novela en la que hablo en tono futurista y mezclo en ella la ciencia ficción con elementos actuales.
Siempre. El día que se acaben las ideas es porque tenga una enfermedad o algo raro. Las ideas siempre están rondando por la cabeza, incluso cuando estás escribiendo un libro de pronto te surge una idea o un argumento distinto la chal anoto para desarrollarle. De hecho ahora estoy escribiendo un libro en el que se reivindica lo que creo que es la verdad sobre los bandoleros diferenciándolos de los bandidos. El bandolero no robaba a los pobres, no atracaba al obrero o al pobre; hacía justicia dentro de la injusticia de la época.
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