El equilibrio del muay thai
Muy al contrario de lo que mucha gente piensa, la mayoría de las artes marciales están muy lejos de ser un deporte para pelear sin más; sin otro afán que sacudir al adversario hasta tumbarlo. Y el muay thai, desde luego, no es una excepción. Al contrario. Sergio Núñez Herrera-Picazo (Jerez, 1984), décimo khan (la máxima graduación en este arte marcial) lo explica bien en esta entrevista. No se permite la permanencia en su escuela Team Abuelo (no es un gimnasio) de personas que durante las clases den golpes malintencionados o tengan una actitud carente de deportividad.
Sergio Núñez, que además de ser un avezado instructor, fue árbitro durante muchos años, insiste en que el muay thai, al menos en su escuela, no forma solo deportistas, forma personas. El equilibro perfecto.
Esto es una escuela, no es un gimnasio, es lo primero que debe aclararse. El muay thai, que es lo que se da aquí, es boxeo tailandés, y es un arte marcial que nació allí, y en ese país es lo que aquí puede ser el fútbol. Es el deporte rey. Desde que nacen, a los dos años, los niños ya están aprendiendo. Aparte de ser un deporte, es un recurso que tienen para poder sobrevivir muchísimas familias. Hay niños que con 8 o diez años le dan de comer a la familia entera. Tienen esa responsabilidad. Aquí eso está mal visto.
Claro. El dinero lo suelen conseguir con apuestas. Aquí todo es diferente. Es un deporte. Miramos por la seguridad del alumno. En España no se puede empezar a competir hasta los diez años a nivel oficial. Federarte puedes desde pequeño, pero por ejemplo, en los Campeonatos de Andalucía, no se puede competir hasta los 10 años. En eventos privados sí se hacen exhibiciones. En estas demostraciones sí que se pueden pegar. Pero vamos, que son dos asaltos de un minuto cada uno. Es muy poquito tiempo, pero es para que ellos tengan un complemento a los entrenamientos.

No. Todo el mundo tiene cabida. Lo primero, tenemos un calentamiento que está adaptado a todo el mundo, y es saltar la comba. Aquí viene gente patosa que no es capaz. Da igual. Entrena, entrena, entrena. Y llega un momento en que aprendes. El lema es: repetir, repetir y repetir. Lo que no se puede hacer es llevar dos meses y aprender lo que a nosotros nos ha costado 15 años o más, porque además seguimos en plena formación.
Se trabaja con los puños, se trabaja con los codos, con las rodillas, y con las piernas, de ahí el nombre.
Podemos decir que sí. Si ves una pelea profesional, la mayoría de las veces hay sangre; un codo, por ejemplo, corta. Pero a nivel deportivo, olímpico, es como el boxeo. Se pelea con todas sus protecciones.
La televisión siempre influye en la sociedad. Pero creo que en el muay thai no ha influenciado tanto. Es verdad que se ve más fácil. Antes, para ver un combate, teníamos que ver las cadenas tailandesas por internet. Ahora, fácilmente, pones la tele a las dos de la mañana y estás viendo combates. Pero, a ver, al que le gusta esto no ve esos tipos de combates. Digamos que eso es más show. Personalmente a mí la UFC no me gusta. Sí es verdad que yo estoy arraigado al muay thai que es lo único que se practica en esta escuela.
A ver. Yo siempre digo que las puertas de nuestra escuela están abiertas para todo el mundo: para el agresivo, para el que recibe acoso... para todos. Para el que tenga una enfermedad, para el que quiera perder peso. La oportunidad la tiene para entrar aquí y entrenar. Ahora, en el momento que se ve un mal gesto, o una mala forma o un golpe malintencionado, lo freno. A mi escuela ha venido gente problemática y yo le he dicho: "Yo sé quién eres tú. Las puertas las tienes abiertas. De puertas para adentro, te tienes que comportar, y de puertas para afuera lo que hagas me da igual mientras no repercuta en mi escuela".
Yo se lo digo a los alumnos y a los padres: "Aquí formo a deportistas, pero antes que eso formo a personas". Eso son valores muy importantes. El muay thai inculca esos valores: el sacrificio, el honor y el respeto. Eso lo tenemos que llevar por bandera.

Hay tres tipos: las que quieren ganar en seguridad en sí mismas, para estar tranquilas, las que quieren hacer algún deporte y las que quieren competir.
Poco a poco, con constancia, uno se recupera. Yo recuerdo, cuando me operaron, que no podía andar más de un minuto sin asfixiarme. Mi maestro, ya fallecido, me decía: "Venga, Sergio. Vamos, vamos". Y salí adelante gracias a él y al muay thai.