De Mallorca a Jerez
A Yolanda Morales, mallorquina nacida en 1978, lo de "a la tercera va la vencida" le tiene que sonar. Han sido esas las veces que intentó junto a su marido, jerezano de nacimiento, venir a la ciudad. Pero, por unas cosas o por otras, no pudo ser. Ahora, después de todas esas tentativas, lo ha logrado. Yolanda ha aterrizado junto a su familia para quedarse y establecerse empresarialmente con una tienda de zapatos, Margalida, que es como llamaban a su abuela, allá en Mallorca.
La tienda abierta justo hace un mes en la calle Honda, en el antiguo local de la veterana mercería Tocateja, ha sufrido una reforma integral para darle un aire nuevo y sumarse con fuerza a esos negocios que se intentan unir a ese añorado 'Jerez, Centro Comercial Abierto'.
Soy mallorquina casada con un jerezano hace 18 años. Por circunstancias económicas, familiares, no hemos podido venir antes, pero dijimos que ahora el momento, por trabajo y por todo.
Así es. Encima compré lo que yo buscaba, que es el local, así que… Me vine en septiembre.
Estoy encantada. Acostumbrada a tratar con extranjeros, porque lo que hay en Mallorca son alemanes, sobre todo. Llego a Andalucía, ¿qué te voy a decir?
"Acostumbrada a tratar con los alemanes, llego a Andalucía. ¿Qué te voy a decir?"
No, no, no. Lo que pasa es que mi hermana sí se dedica a esto en Mallorca, y me dio todas las facilidades y me he puesto a probar. Estoy supercontenta. Yo creo que ha sido el destino, porque es la tercera vez que intentamos venir, y ahora ha sido el momento: abro ya. Ha habido mucha suerte.
Yo siempre me he dedicado a la mujer, porque estudié en Barcelona diseño de moda, pero por la crisis dejé de trabajar en el sector y lo conozco bien. No he trabajado con caballeros, pero aprovecho para decir que no quito trabajar con zapatos para ellos, porque la verdad es que me los están pidiendo. Aquí el hombre es muy coqueto, y la mujer también. De todas formas, estoy conociendo lo que se lleva y lo que gusta aquí. Es que el público es tan diferente al que yo estoy acostumbrada... La mujer andaluza es guapa, se cuida mucho. Tiene mil bolsos, tiene mil vestidos.
Sí, sí. Si es que abrí con bolsos, pero se han vendido todos. Vine tanteando, viendo un poco que es lo que encajaba aquí. Por ejemplo, vine con un zapato plano y aquí quieren taconcito. Voy a poner más complementos. Voy a ir creciendo dependiendo de lo que me pidan. Yo estoy abierta a todo.
¿Lo digo? Hay un dicho que reza: “un cliente será un amigo, pero un amigo nunca será un cliente”. Aquí pasa eso. Tengo clientas, que no es que me sepa toda su vida, pero me vienen a ver. Y eso es divino. Llevo solo un mes y es sorprendente.
Ten en cuenta que yo he abierto en rebajas, y eso en sí ya es una locura. He venido con precios de liquidación y para mí ha sido sencillo. Veremos de cara a la nueva temporada cómo funciona.
Vengo de rebajas, pero la gente me está comprando zapato de invierno. Aún no se han arrancado mucho con cosas de primavera o de verano.
Pesa un montón. Soy mamá. Tengo un niño de ocho años y otro de dieciocho. Estaban acostumbrados a mamá por la tarde: tarea, cenas. Nos estamos adaptando todos. Yo cierro a las ocho de la tarde para estar a las ocho y media haciendo los deberes con mi hijo. De ocho y media a nueve hay una diferencia brutal. A las nueve mi hijo ya está cansadísimo. Me estoy adaptando, pero cuesta.
Creo que lo mío es más locura que otra cosa. Todo esto ha sido con el apoyo de mi marido a tope. Hemos comprado el local y él me ha ayudado tanto que lo ha dejado con la reforma para abrir la puerta. Es un edificio antiguo y el local ha necesitado una actualización importante.
Margalida es mi abuela. Yo soy la nieta de Margalida. No tengo nombre. Después soy la mujer "de" y la mamá "de". Esto es un homenaje a ella. Incluso la decoración. Yo pasaba larguísimas temporadas en el pueblo de mi abuela, y siempre había mariposas blancas en el jardín. También las flores que hay en la tienda. Están por eso, porque allí había huerto, un jardín. Incluso los colores de la zapatería: es todo por mi abuela. Margalida significa: margarita. Pero allí todos los extranjeros la llamaban Margalida, nunca Margarita.
"Me gustaría crecer, pero en sitios pequeños, darle caña al centro"
¿Sabes que me gustaría? Crecer, pero en sitios pequeños. Darle caña al centro. Veo locales cerrados y digo: “Ay, que me gustaría abrir aquí esto”. Me parece, visto desde fuera, porque acabo de llegar y no sé qué ha pasado aquí, que es una locura haberse llevado todo el centro económico y social afuera, donde la gente mayor no llega. Creo además que casi todas las franquicias de allí no son ni españolas.
Sí, me gustaría hacer todo lo contrario de lo que pasa: abrir tiendas aquí y allí. Pero tengo una crítica, porque es algo que me llamó mucho la atención. Yo he abierto en invierno, pero me sorprende la luz de la calle. Si te fijas, no es luz para incentivar el comercio. Es una luz amarilla de mesita de noche. He viajado bastante y creo que esto no existe en ninguna parte. Te dan ganas de irte a dormir.
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