De las Tres Mil al éxito y volver a empezar
DJ Karpin, Andrés Valentín Ríos (Sevilla, 1 de enero de 1983) no sabía lo que se le venía. Cuando acababan los años 90, su hermano, que trabajaba en una tienda de informática, le consiguió un programa de ordenador para mezclar pistas de audio. Estuvo casi una década trabajando como camarero o con una fenwick, pero ha vuelto. O nunca se fue. Hoy pincha cada fin de semana en eventos por toda Andalucía. Reniega del reguetón actual y las letras insultantes. Y la cultura de querer todo ya, estímulo tras estímulo, en redes sociales. Es padre, vive en Bellavista, no muy lejos de las Tres Mil, donde se crio y creció, donde empezó a ser DJ Karpin, un chaval que mezcló pistas y acabó con sus temas pasando de mano en mano cuando la piratería estaba en su apogeo. Ni se hizo millonario ni cayó en adicciones: "Ni el yate ni el centro estaba para mí". La época buena ha llegado ahora, con 42 años, lo anterior fue un entrenamiento. Cuenta su historia en la peña sevillista de Bellavista, y se deja fotografiar en la Sala X, donde pinchó hace una semana. En la cabalgata de Su Eminencia se hizo viral al poner a bailar a abuelas con nietos.
Nací en las Tres Mil Viviendas, en la zona de las Ochocientas. Bueno, nací en el Virgen del Rocío. Mi madre, para quitarme del barrio, me tenía en un colegio de monjas, por si las malas amistades.
Por Valery Karpin. Yo era conocido en el barrio de pequeño por jugar al fútbol. A un amigo, que era muy negro, porque era gitano, le decían Cafú. Y ese chaval me decía que me parecía a Karpin, el futbolista. Luego me llegué a poner Lawareé, por uno que jugaba en el Sevilla. Por las mañanas iba al colegio y por las tardes jugaba al fútbol, no hacíamos otra cosa, gracias a Dios. En el colegio era muy empollón, tenía mucha habilidad, era muy creativo, se me daban bien todas, las matemáticas eran perfectas. Las monjas nos daban mucha caña, de Padre Nuestro por la mañana. Luego, mi quería meter en el Velázquez porque a una vecina la llevaba todos los días su padre. Pero no había plazas y me mandaron a la Ronda de Capuchinos. Había que coger dos autobuses y levantarse a las seis de la mañana. El primer año aprobé todo sin estudiar, pero luego me acomodé.

Al final repetí y no acabé la secundaria, empecé a salir, a tontear, a mamonear. En una fiesta escuché breakbeat, a The Wise Guys con el Say uh lala, y luego abrieron una discoteca que se llamaba Circus donde ponían Prodigy. Ahí dije "esto mola que te cagas", me grababa casetes... Mi hermano, que trabajaba en una tienda de informática, me trajo una demo [versión corta gratuita] en un CD con un software de cortar y pegar audio. Hice la de Blade, y la subí a una página que se llamaba Viitaminy. Tengo guardadas otras que no subí, como El Quijote. Yendo con unos amigos en un coche un sábado escuchamos que en el coche de al lado la tenían puesta. Dije "pues voy a seguir cargando música en esta vaina", así que hice Arma la vida, Anglia... Las sacaba como rosquillas, cogí un ritmazo.
16, 17 años. La edad tonta. Me apunté por la tarde a clase pero fui dos veces. Yo me tangaba, jugaba al fútbol, tonteaba. Eso era un poquito de jaleo por todos lados. Me puse el nombre de Karpin porque me conocían así. Estuve a punto de ser 3.000 VV, pero probé con Karpin. Hay quien lo escribe con C, pero es con K.
"Salíamos todos los fines de semana, al volver no me quedaba un 'pavo"
No sabía de tonos ni de nada. Pero nada nada. Todo a base de instalarme programas que llevaban algún tutorial en inglés. En Reason tenías que cambiar cables en el ordenador. Yo me acuerdo que cuando ya trabajaba salió YouTube, que sería 2005. En 1999 o el 2000, no había ni Google, creo yo. Me bajaba música del Napster y se cortaba si llamaban por teléfono.
Había, pero era más retro, más piano, rollo Ale Baquero, Dj Man. No quiero ponerme medallas de precursor porque soy humilde, pero fuimos los que hicimos copy paste, como digo yo. De gitaneo, de robar bases de uno porque no había librerías de sonido. Hoy está todo a la venta. Todo era cortar, pegar, ripear vinilos, pasarlos al ordenador, cogerlos a un guiri.
"Estoy hasta la 'polla' de 'Arma la vida', como Alejandro Sanz del 'Corazón partío"
Él se ha enterado luego de todo lo que se formó en Andalucía. Hablé con él. Le dije que la quería colgar de nuevo con un remix, que lo había encontrado en un recopilatorio de progressive trans. Me dijo que sin problema, pero pongo que el tema original es de Dave Soerensen. No lo tengo a la venta, no nos íbamos a hacer millonarios con esto.
Como mis temas estaban gratis, alguno dijo "vamos a meter en CD 15 o 16 temas de Karpin y los vendemos en los mercadillos". Rellenaron, porque la Semana Santa no es mía, Horizont no es mío, Insomnia no es mío. Estamos pensando en hacer Delaygurrud y yo. Pero la marcha de Gitanos de la Cava es de él.

No era consciente, tenía la cabeza poco amueblada. Salíamos todos los fines de semana. Estaba en la pompa. No me quedaba un pavo al volver a casa.
Había gente con mucha calle, a mí alguna vez me daba miedo volverme de la discoteca a casa, aunque nunca pasó nada. Pero no quiero desprestigiar la época. Yo sí veo que los chavales ahora no te harán nada pero serán violadores en potencia si ven porno de los ocho años. Los de antes daban millones de vueltas en calle a los de ahora.
Eran un regalito. Eran mayores y alguna vez me dijeron "a ver los auriculares", y le respondieron "al niño lo dejas tranquilo". Eran de los pocos que tenían coche en las Tres Mil. Entraban gratis conmigo en los sitios. Me espabilaban, yo me juntaba con gente de 28 años cuanto tenía 16.
"Pincho más ahora, porque antes era difícil dar conmigo"
Yo creo que el rollo barrio marginal te hace ser más creativo, mira el Negro Jari, tienes que andar vivo.
Yo pincho más ahora, porque estoy en una segunda juventud apoteósica. Antes era más difícil dar conmigo.
Cuando me dejaron entrar gratis en Aduana. A mí me daba cosa, que me iban a echar para atrás. Y la gente con la que salía me decía: "Eres el Karpin".
Hasta 2003, 2004. Ibas a las discotecas, ponías la radio, y sonaban temas míos. Pero ocurrió lo del Carpena y se acabó. Hasta Canal Fiesta empezó con el flamenquito.

Sí.
Que murieran dos personas no es un boicot.
Dejaron de poner breakbeat.
Me mataron de sobredosis, de accidente de coche, o que había muerto en el Carpena.
"Con 42 años sabes lo que hay: la mitad por adelantado y la otra mitad antes de subirte"
Trabajé en hoteles en Canarias, de acá para allá, volví a Sevilla para trabajar con una fenwick en el Polígono La Isla, trabajé aquí en Bellavista en un bar de un amigo al que pedí que me metiera de camarero, en Los Barriles. Estaba sin un pavo. Un cliente, un día, me reconoció, y me pidió que pinchara en su boda. La hice entera, poniendo hasta reguetón. En 2014 me llamaron para una fiesta, la Bass Pool Party, y pegué un pepinazo.
Yo llegué tarde, porque en 2008 y 2009 ya había fiestas. En 2016 y 2017 estuve haciendo bodas, cada vez más. Me llaman y me dicen "eres mi infancia". Su Barrio Sésamo. Me paran y me dicen que no sé la ilusión que les hace. Con la pandemia, me coloqué en un escaparate. Yo entre semana veo Netflix, HBO, y los fines de semana gano con mi musiquita. Hay gente que no lo considera un trabajo, que llevarte 800, 900 o mil pavos por una hora hay gente que no lo considera un trabajo. pero detrás lo hay. Pagas facturas, pendiente de las redes...
Sí, hay que estar activo en redes. Un tiempo me las llevaron unos chavales de Madrid, pero preferí hacerlo yo. Tengo una chavala que me cierra cositas y se lleva su comisión, pero no hace falta manager, no es un género que tampoco genere... Tú ya sabes lo que tienes que hacer con 42 años, pedir la mitad por adelantado y la otra mitad antes de subir al escenario. Y alojamiento para no matarte a la vuelta, que con 20 años lo haces, pero es una edad pasada. Chavales que empiezan me piden fotos, para que los etiquetes, o comparta sus temas. Si funcionas y te mantienes en la ola, no te va a faltar el trabajo.

Es una oportunidad que se me ha dado. Y hay quien cree que no tenía que acabar aquí otra vez. Ha sido sin buscarlo. De poner altramuces a una boda y de ahí a volver. Algo bueno tendré. Tenía el nombre de antes y no daban conmigo, pero ahora parece que han bailado tres generaciones conmigo, el padre y el hijo y los sobrinos. Mis temas valen para una caseta, para ducharse, para la cocina. Y hay festivales a los que voy donde va uno y otro pero "el que cierra es el Karpin". El Arma la vida entra. He pisado salas que no habría pisado nunca. Lo vivo más centrado. Yo creo que la primera etapa era un entrenamiento para lo de ahora.
Vas educando el oído, lo que te suena bien o mal. Pero no tengo oído absoluto, aunque sé si una melodía suena mal. Otros necesitan escucharlo una vez y yo hora y media, pero lo saco. Hay muchos que dicen que "el cabrón este pega sin saber de música", la flor en el culo, el copy-paste. Yo le echaba más horas que sus muertos. Sin saber, pero con arte. A mí me gustaba hacer eso. El otro día una chirigota puso un tema. Y una callejera, La Angangúísima, tienen una que habla de mí, me llaman el Beethoven de 2002. Son cosas con las que me meo, porque me encantan los carnavales. Y escucharlo en el Falla, tío.
Le sacan cachondeo a todo. El tribal en la cabeza, las gafas de mosca, las botas llenas de calcetines, surrealista.
Cuantos más muelles llevaras, mejor.
Por eso los guiris están locos por venir, porque en Inglaterra no se entregan como aquí, flipan con estas fiestas. En cualquier sitio la gente no flipa así.
Yo estoy hasta la polla ya de Arma la vida. Como Alejandro Sanz con El Corazón partío. Pero no, es que es un orgullo que flipen con mis temas. También pongo cosas de otros productores. Pero cuando te aprecian por lo tuyo, es un orgullo.
O en un centro o en la cresta máxima.
Ni estaba para mí el centro ni estaba el yate. Ahora es el momento.
"Hice tonterías, pero aquí sigo"
En todo lo artístico, en la tele, porque un periodista puede caer también. Todos. Es un peligro engancharse. Hice tonterías, pero aquí sigo.
Yo me puedo morir tranquilo, porque he visto meterle cinco al Barcelona y darle un baño al Real Madrid. Yo venía de ver a Monchi de portero y Onésimo tropezándose en un córner. Hoy me preocupa menos, porque mis intereses son muchos otros. Estoy pendiente de mi niña, que le vaya bien en las clases particulares, que esté preparada y no escuche las letras denigrantes del reguetón.

El reguetón antiguo sí, pero en el actual, es que no sé qué generación están creando. Me parece surrealista. Yo soy el tío más abierto del mundo, pero no esas letras, que si "a cuatro patas"... Se está yendo la perola un poquito. Antes había más censura. Descubríamos que los reyes eran los padres con 14 años, y a esa edad se están desvirgando ahora.
Poco a poco vamos a volver a lo antiguo. Yo mismo paso tiempo con las redes sociales, porque me contratan por Instagram. Pero no voy a estar todo el día con el bicho al lado y cargarlo tres veces al día.
La vida da muchas vueltas. Lo bueno no dura siempre, y lo malo tampoco. Si me toca un Euromillón, cerraba Isla Mágica para organizar una fiesta. O me iría a algún sitio surrealista, el Parlamento andaluz y reventarlo. Pero ya tuve la 90s Experience, ese padre dándole el carro de bebé a la madre para irse a bailar, y acabar bailando los dos. Anda que no se habrá separado gente con el Arma la vida.