El corazón de Kandrakar o Sifeliztuserasdecirnosloquerras. Estas palabras no son ajenas a miles de jóvenes nacidas en los noventa que vivieron su infancia y adolescencia acompañadas de las chicas que brotaron de la mente de Elisabetta Gnone hace más de una década. Esta italiana periodista de formación y escritora de literatura juvenil (Génova, 13 de abril de 1965) experimentó el éxito mundial a principios de siglo de la mano de la serie W.I.T.C.H para Disney, protagonizada por cinco brujas adolescentes. Las niñas de medio planeta esperaban con ganas a que saliera el siguiente número de la revista para ir al kiosko en su busca.
Cómics ilustrados por Alessandro Barbucci y Barbara Canepa que engancharon a una generación en cuyas habitaciones se divisaban pósters, libros, camisetas o bolsos. El boom de las “witchosas” derivó en la llegada de la saga fantástica Fairy Oak, que muchas lectoras veinteañeras también guardan con cariño en sus recuerdos.
La trilogía compuesta por El Secreto de las Gemelas, El Encanto de la Oscuridad y El Poder de la Luz dio lugar a la tetralogía Fairy Oak – Los Cuatro Misterios. Las aventuras de Vainilla y Pervinca parecían haber finalizado en 2010, sin embargo, diez años después, la autora sorprendió a sus lectoras con La historia perdida, una vuelta al universo motivada por el covid.
Son muchas las fans que han querido acercarse a la Feria del Libro de Sevilla este fin de semana para conocer a la mujer que le transportaba a otros mundos cuando todavía no habían acabado la tarea de matemáticas. Sujetan con ilusión esas páginas que de alguna manera marcaron una etapa vital difícil, de cambios.
La próxima semana Duomo Ediciones lanzará la trilogía de Fairy Oak en un solo volumen, una edición especial que despertará a las nostálgicas y a las nuevas generaciones. A Elisabetta le emociona ver a las niñas de 9 años leyendo estas historias. Risueña, bebe un zumo de naranja mientras comparte con lavozdelsur.es una agradable conversación italo-española en una cafetería cercana a la Catedral.
Gracias a la traducción simultánea de Laia Salvat, de Duomo, la entrevista fluye a base de magia y naturaleza. En una mañana cálida, la italiana se deja embelesar por Sevilla y se detiene ante la Giralda. Es la primera vez que pisa suelo andaluz. “Ahora noto el acento”, dice en su idioma natal.
Ella es la única autora de habla no hispana en la Andalucía Reader Con (ARC), cuyas organizadoras este año han permitido que muchas lectoras vivan un momento único que nunca olvidarán. Elisabetta se prepara para la última firma del año, pero no sin antes admirar a una bailaora de flamenco que taconea a las puertas de la feria. Guarda su móvil y saca su bolígrafo.
Cuando era joven no leía mucho, no era una gran lectora. Me gustaba leer las tiras de los cómics americanos como Linux. Mi madre estaba sorprendida porque no leía. Tenía 13 o 14 años cuando leí el primer libro que verdaderamente me gustó y fue La colina de Watership, de Richard Adams. Pero no tengo un autor de referencia.
"Cuando empecé, no sabía terminar la historia"
La escribí por partes. Cuando empecé no sabía muy bien como terminaría. Cuando doy consejos de escritura a los niños les digo que no empiecen así, hay que saber cómo hay que terminar la historia. Hay que tener la historia clara en mente. Me habían pedido escribir un libro de magia para niñas porque W.I.T.C.H ya había tenido mucho éxito. Me pedían un libro sobre la magia y quería hablar de naturaleza. Transformar el poder de la naturaleza en una fábula. Y creé dos gemelas que entendieran la importancia del equilibrio. El ritmo de la naturaleza y los dos poderes sirven para mantener el equilibrio. Quería transformar el ciclo de la naturaleza en una fábula.
Pienso que sirve para reinterpretar, para encontrar nuestro punto de vista. Cuando la realidad es muy complicada, la fantasía puede ayudar a encontrar puntos de vista y soluciones. La literatura puede ser un refugio. Un buen libro en el que refugiarse es un regalo.
No. Yo había dicho que no. El último libro ya fue Adiós Fairy Oak. No pensé que fuera a hacer una serie, no tenía mucho contenido y tenía miedo de alargarlo demasiado. Pero vivo en el campo y durante el confinamiento la naturaleza fue muy importante. En marzo, mientras todos se encerraban en casa, fue una primavera maravillosa. Todo continuaba. Creo que cada uno de nosotros en el confinamiento hicimos cosas para los otros. Y mi parte fue escribir y volver a Fairy Oak. Encontrar una llave para volver.
No, no había mucha literatura concretamente para las niñas. W.I.T.C.H hablaba de la adolescencia femenina y no había muchos libros que hablaran de esto. Cinco chicas que se enfrentan a la adolescencia de formas muy diferentes. Además de la magia, hay mucha normalidad en sus vidas, son muy normales. Era un espacio para hablar de feminidad en la adolescencia y esto ha ayudado mucho a la identificación.
Escribir para niños es una gran responsabilidad. Es algo que aprendí cuando estuve trabajando en Disney. Mi jefe me enseñó el respeto por los pequeños lectores, hay que ser muy precisa y transmitir buenos mensajes. Yo era muy estricta porque son lectores que se están formando. Quería hacerlo con rigurosidad.
En realidad no mucho. Depende. Cuando tienes unos protagonistas, es más fácil crear el resto de los personajes porque sabes lo que necesitas para sacar adelante la historia. En general, bastante fácil.
"Winx Club no me encantaba mucho"
Yo ya había probado hacer una historia para adolescentes con Daisy y Minnie, pero no funcionaba, era imposible. Hablé con Alessandro Barbucci y Barbara Canepa y empezamos a crear un proyecto de forma no oficial, no tenía presupuesto. Por la noche lo elaboramos y al día siguiente lo presentamos. Al principio no estaban muy convencidos, pero un jefe de Disney de Norteamérica lo vió y se interesó y así empezamos.
No me encantaban mucho porque me gusta que haya un mensaje. W.IT.C.H hablaba de los problemas de las adolescentes. Pero la magia en sí, sin mensaje, no me interesaba tanto.
Por entonces yo ya estaba fuera de Disney y no era un problema. También tuvo un éxito enorme en Italia e hicieron películas. Si las chicas están contentas, perfecto.
Las brujas eran chicas que tenían una sensibilidad especial, eran bellas, sensibles, estaban en contacto con la naturaleza. No entiendo por qué se ha llegado a esta otra imagen porque en realidad eran mujeres fascinantes y muy interesantes.
Sí. No lo conocía. Para nosotros, W.I.T.C.H es el acrónimo de los personajes.
Decidimos que fuese el acrónimo después de haberle puesto los nombres.
Siempre escribo como una necesidad, cuando me apetece escribir un argumento. Entonces depende. En los niños partimos de una realidad y luego los paso a una fábula. Por ejemplo, Olga de papel parte de niños que sufren, a los que les han hecho bulliyng y se sienten inapropiados, rotos, con dificultades. Ahí hablo de la fragilidad, no son siempre argumentos alegres. Aunque nunca he encontrado un argumento para transformarlo en horror. Pero puede pasar.
Muchos adultos leen libros considerados obras de literatura juvenil, ¿tienen el síndrome de Peter Pan?
Si, seguro.
Creo que en estos libros hay muchos mensajes positivos. Un elemento que aparece siempre en la literatura para niños es la esperanza. En momentos de peligro, sabes que los jóvenes lo conseguirán y eso para los adultos es un mensaje, además están bien escritos. Hay mucha delicadeza. Es una responsabilidad, lo digo desde el punto de vista de lectora.
En realidad no. No leo mucha narrativa. Leo muchos ensayos de historia, de ciencia, pero leo poca narrativa. Cuando lees libros de otros autores para niños, ves que ideas que tenías ya están hechas. O tienes ideas que ya has leido y prefiero que esto no influya.
Si, lo es. Con un libro nunca estas solo, cuando hay un buen libro, es un momento bonito del día y siempre aprendes leyendo. Es como viajar, si lees y viajas, aprendes cosas nuevas.
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