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Denostado por sus compañeros historiadores
Emilio González Ferrín (Ciudad Real, 1966) es uno de los investigadores más denostados en el ámbito de las Humanidades por sus tesis, minoritarias y que niegan la existencia de la conquista islámica de la península Ibérica en el año 711, apoyándose en otros estudios anteriores que se retrotraen a La Revolución Islámica de Occidente de Ignacio Olagüe.
La publicación de su libro Historia General de Al Ándalus (Almuzara, 2006) fue uno de los ensayos más polémicos en el ámbito de la historiografía, lo que motivó que algunos especialistas en Historia Medieval atacaran a este islamólogo, doctor en Estudios Árabes y profesor de la Universidad de Sevilla.
"Ellos son herederos de una idea de conquista del norte al sur que se llama reconquista; la identidad nacionalcatólica se basa en esa idea, pero si le quitas la conquista... ¿a quién echamos?", dice de forma sarcástica. La respuesta es obvia: "A todo el mundo, aquí se ha echado siempre a todo el mundo: judíos, musulmanes, erasmistas, republicanos; la identidad española es una especie de centrifugadora", aclara.
Lejos de cesar en sus hipótesis, González Ferrín ha continuado con su prolífica obra, con títulos muy demandados, como Cuando fuimos árabes (Almuzara, 2017), artículos científicos o un libro coordinado sobre el rey Sabio, Encrucijada de culturas: Alfonso X y su tiempo (Fundación Tres Culturas, 2014). Es precisamente delante de la figura de Alfonso X, al que considera "su héroe", donde lavozdelsur.es retrata al islamólogo, que recientemente ha publicado ¿Qué es el Islam? (Senderos, 2024).
En este nuevo ensayo, el investigador manchego afincado en Sevilla busca explicar las tres dimensiones del mundo islámico en un momento en el quiere desprender a sus lectores de la mirada pesimista que tenemos hacia Oriente.
En islamología, es decir, en el estudio científico del Islam, hay un distanciamiento lógico del objeto de estudio. Nosotros no estudiamos el Islam como se estudia en la mezquita, igual que no se estudia el cristianismo en el Vaticano como se estudia en la Universidad de Salamanca. Entonces, el método histórico-crítico es un método que empezó en los años 80 de acercarse al texto coránico y a todas las literaturas religiosas con un sentido de crítica literaria. Eso es lo que yo llevo haciendo toda mi vida. Y ahora, pues a raíz de casi ya quince años dando clase en un máster de Ciencias de las Religiones, pues he decidido poner por escrito lo que yo he dado a oír en el módulo de Islam.
Como hay una necesidad de entender el Islam desde un entorno judeocristiano, como hay una lectura, digamos, herética apócrifa de los textos coránicos, de alguna forma es acercarlo a la tradición judeoristiana, que es de donde nunca debía salir la interpretación, y hacer una historia coherente del Islam, que no tiene nada que ver con el ovni que aterriza en Arabia y con un profeta que no tiene nada que ver con el entorno. Esas cosas son una creación de un distanciamiento, claro.
Bueno, para empezar, la figura histórica de Mahoma está tan envuelta... Son personajes mucho más literarios que históricos. Entonces, fundamentar una acción histórica tan tremenda como la conquista desde Al Ándalus hasta la India en menos de un siglo, sobre una figura en la que ni se sabe siquiera ni un solo dato biográfico, es un absurdo. Es volver a lo de antes, es un teologuema en vez de un teorema. Es como si explicáramos la historia del Concilio de Nicea describiendo el portal de Belén, ¿no? No tiene sentido.
Involuntaria y voluntariamente. Es decir, hay tres islames precisamente disidenciados. Por un lado, el Islam con mayúscula, que es la cultura, así se hace en nuestro gremio. Cuando se habla del arte islámico, evidentemente no es arte musulmán porque hay arte islámico en sinagogas, hay arte islámico en el Alcázar de Sevilla. Ese Islam-cultura con mayúscula es lo que hereda, digamos, a la cultura grecolatina. Por otro lado, sale el islam-religión, que se escribe con minúscula, que es una derivación, si quieres, del cristianismo a partir de Nicea que considera que Jesús no es hijo de Dios. Entonces, evidentemente, nace de ese sustrato, con determinados elementos del judaísmo como la iconoclasia y tal. Y luego, a partir del siglo XX, yo detecto un tercer Islam, que es el que ya no tiene que ver con la cultura, que es más sociológico, que es todas esas masas politizadas después del colonialismo que hacen del Islam una especie de esencialismo político-social.
No tiene un sentido cultural como tal. El hecho de que ahora Indonesia se presente como un país eminentemente musulmán, Marruecos tenga que musulmanizar su política o que Arabia Saudí se presente como tal, lo dice todo. Es decir, cada uno tiene una rivalidad interna y ya no hay un sentido cultural continuado como hubo siempre hasta ese momento.
Eso es. Hay una inmensa grieta entre el islam chií y el islam sunní, que para nosotros es todo igual, pero que va, hay una competencia interna bestial, y luego dentro de cada uno de ellos hay una competencia interna de cabezas visibles, qué sé yo, Marruecos frente a Arabia Saudí o Jordania. Es decir, cada uno tiene como unos picos, como decías de las aristas, pero nosotros tendemos a verlo todo como un mar, una homogeneidad, ¿no?
Sí. En el libro comento ese aspecto, sobre todo al final, cuando trato el apartado que para mí es fundamental, de cómo un tipo con una cabeza privilegiada, que es Salman Rushdie, nos explica realmente de un modo teológico y ético lo que es el islam, y de pronto el propio islam se vuelve contra él, ¿no? Esa incongruencia interna a mí me interesa mucho y es el final del libro.
Exactamente. Mahsa Amini representa una inocencia de una juventud de que la pobre no sabe hacia dónde va y se encuentra de repente contra todo ese aparato que acaba con ella. Y por otro lado, Salman Rushdie, que intenta actualizar éticamente un islam, un tipo que parte del sentido del humor, del cosmopolitismo, y que tampoco le deja. Podríamos decir que es una castración a dos niveles.
Yo diría que exactamente igual que el cristianismo, o que los muchos judaísmos que hay, lo que ocurre es que nosotros nos fijamos solamente en la alteridad, ¿no? El islam es tan contemporáneo como el cristianismo. Lo que ocurre es que en la mentalidad nuestra ellos son tribus y nosotros somos ciudades, pero el Islam es eminentemente urbano y a lo largo de toda esa historia lo que no ha habido nunca es una unidad política. El gran mito es el mito del imperio, del califato. Ha habido cuatro o cinco califatos, emiratos, principados, pero nunca ha habido una vocación de unidad. Simplemente hay una llamada a la unidad actual que es una utopía, claro.
Lo que no hay es islam. Es decir, el islam es una construcción de un pueblo muy civilizado, que es la arabización de todo Oriente Medio. Ese pueblo civilizado, que es cristiano, que es judío, en todas sus mil formas crea una religión nueva que es el islam. Pero lo que no hay es un solo estado islámico hasta el imperio turco. Eso no lo hay. En realidad, el imperio islámico es un mito fundacional que se alimenta de toda esa dualidad que tiene su punto central en las cruzadas.
"Al medievalismo lo que le molesta es que haga una historia del Mediterráneo alternativa al nacionalcatolicismo"
El islam es una desintegración de Bizancio y del imperio persa. Entonces, lo que surge es una ruta comercial que se parece más a la distribución por el Mediterráneo de los fenicios que a la de los romanos. Es decir, son como sucursales competentes, independientes entre sí, pero con una conectividad comercial. A través de esa conectividad comercial viajan judíos, cristianos y musulmanes y viaja la lengua árabe como la nueva lengua del Mediterráneo. Es el nuevo latín del Mediterráneo Sur, que ya estaba fertilizado porque el idioma fenicio, el idioma hebreo, son idiomas muy cercanos a lo que después era el árabe. Por eso entenderemos el islam si creemos que es un segundo imperio romano que acaba con este. Es simplemente los fragmentos del imperio romano que se organizan comercialmente. El hecho de que haya papel, una fábrica de papel en Valencia, en la Edad Media, viniendo de China, significa que esa ruta comercial funcionó, pero no era un solo estado.
Al medievalismo lo que le molesta es que yo haga una historia del Mediterráneo alternativa al nacionalcatolicismo de España. Es decir, yo creo en una construcción de una identidad española que viene desde el sur, alimentada intelectualmente desde el sur del Mediterráneo. Es obvio que no ha venido alimentada desde Asturias, donde lo que hay era una buena leche. No hay mucho más. Entonces, esa idea de que el Valle del Guadalquivir es el que constituye una identidad cultural e intelectual española es lo que no gusta a los medievalistas. Ellos son herederos de una idea de conquista del norte al sur, llamada reconquista. Entonces, claro, como la identidad nacionalcatólica se basa en el concepto de reconquista, si le quitas la conquista, se pone una pensada, entonces, ¿a quién echamos? Bueno, pues echamos a nuestros hermanos, a la gente, toda la vida, desde musulmanes, judíos, erasmistas, republicanos, aquí se ha echado siempre a todo el mundo, ¿no? Porque la identidad española parece una especie de centrifugadora. Dentro de mi propio gremio, parto de que el islam es una construcción muy posterior partiendo de una arabización. Entonces, cuando yo digo que, para entenderlo bien, hay que leerlo en latín, hay que leerlo en griego, todavía no es el árabe la lengua oficial, todos mis colegas que están dedicados toda su vida a estudiar los manuscritos árabes muy posteriores, se quedan sin fundamento, ¿no?
Claro, para entender la génesis de algo hay que preguntar por su padre, no por el niño. Entonces, el islam es la herencia de las traducciones de latín, de griego, de sirio, de la biblia y de la ciencia y de la filosofía griega. Es decir, todo ese sustrato que un gran historiador, al que yo sigo, llamado Wansbrough, británico, bueno, norteamericano, pero afincado en Gran Bretaña, llamaba el entorno sectario, es el que crea. Es decir, de la amalgama saldrá la unidad y no de la unidad la descomposición de la amalgama.
Sí, pero es una narrativa. En realidad tú te das cuenta de que, desde la conquista de Sevilla en 1248 a la de Granada en 1492, pasan dos siglos y medio. He dado clases en universidades americanas y siempre les decía que entre Sevilla y Granada cabe toda la historia de Estados Unidos. Sin embargo, a nosotros nos lo cuentan en la siguiente página de los libros de historia, como si el único motor hubiera sido la reconquista. Eso es una mentira.
Mi hipótesis ya ni siquiera es hipótesis, yo creo que es una interpretación y que ya se ha aceptado. O sea, en varios años se llegará a la conclusión de que, evidentemente, el islam evolucionó y no es el creacionismo que decimos nosotros de Mahoma, un libro, una conquista. Eso es ridículo. En el resto del mundo ya no se estudia así. Entonces, evidentemente, dentro de diez o quince años se asumirá que el islam es mucho más complejo en sus orígenes, pero nadie va a decir "eso lo dijo Ferrín". La ciencia avanza de un modo anónimo siempre.
"Ortega y Gasset decía que en España un experto es un extranjero que viene a hablar de cualquier cosa"
Vamos atrasados a propósito. No es que vayamos atrasados porque no corremos, sino porque estamos en freno. Decía Ortega y Gasset que en España un experto es un extranjero que viene a hablar de cualquier cosa. A medida que colegas míos ya están defendiendo mis teorías en libros en inglés, la cosa está calando mucho mejor y acabará calando. Pero como lo digo en español, desconfiamos.
Sí. Hemos llegado a tener 200 en primero, y ahora tenemos 4. Entonces, lógicamente, perdemos. Yo no me puedo ni quejar ante las instituciones porque es que es una evidencia. Si a la gente no le está gustando, pues no le está gustando. ¿Por qué no le gusta? Pues porque solamente hay dos enfoques de lo musulmán o de lo islámico o de lo árabe. Lo que estamos viendo en televisión, que es un permanente jaleo y últimamente incluso una masacre contra los pobres árabes, o lo que te cuentan de conquista-reconquista o el musulmán que es lo que quiere llevar el velo en el instituto. Está tan parcializado en compartimentos estancos los acercamientos a lo árabe y a lo islámico que a nadie le interesa.
A nosotros el gran boom de las primaveras árabes que supuso el sex appeal fundacional de los estudios árabes se acabó. Hay una visión muy pesimista con respecto a lo árabe y sigue habiendo una visión de una alteridad de ver a lo árabe como una cosa súper desconocida y parece que el interés más bien es anecdótico como estás diciendo. Como dices, tópico y luego, desde el punto de vista social, se asocia al fenómeno migratorio en Europa que a su vez se asocia a la decadencia europea. Nosotros estamos avanzando hacia una Europa permanentemente racializada desde el norte y yo creo que España, Italia, Grecia podrían hacer una contraparte ahí pero no se está haciendo.
Claro. Ahora, la imagen del mundo árabe es la imagen de un mundo arabe pisoteado en un auténtico genocidio. La palabra genocidio es matar alguien por su genética, por su raza, por su pueblo, no por lo que estén o no haciendo los palestinos. El error que tenemos nosotros en estos estudios y el que es el islam, es un intento de vacuna, es creer que nuestra identidad es vertical, es histórica.
Mira, una amiga mía ha intentado hacer una pintada ahora en la casa de Ana Frank en Ámsterdam, lo que pasa es que la han pillado antes de hacerla y lo que nos contaba ella era que quería escribir "Ana Frank ya no vive aquí, vive en Gaza". Eso es una declaración de principios porque la matanza de 6 millones de judíos en Auschwitz a lo que más se parece es al genocidio de Ruanda y Burundi, a lo que más se parece es al ataque de los serbios a los borneos en los campos de concentración, a lo que más se parece es a Gaza. Pero si dividimos el mundo en función de cuál es tu religión, no vamos a entender nada. Hay que entender el mundo sincrónicamente, lo que está ocurriendo ahora. La niña que muere en Gaza equivale a Ana Frank.
La gente parece que solo entiende las cosas cuando han ocurrido. Ahora se ha leído un libro magnífico de unos estadounidenses planteando la decolonización de su propia historia, es decir, las matanzas a los Sioux, diciendo que como no fueron capaces de ver Auschwitz y yo me pregunto "¿y no sois capaces de ver lo que está ocurriendo ahora?" Pues no, parece que necesitan que vengan los libros de historia. La política internacional es una lucha de egos y la política es la que narra la historia, por lo tanto la historia estará siempre al servicio de las ideologías que están campando.
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