Dolores y Lola, abuela y nieta
Como firmó su primer artículo de prensa, en El minero vizcaíno, como Pasionaria, se le quedó para siempre un seudónimo que utilizó porque coincidió su publicación en plena Semana Santa. No pudo elegir mejor apodo, porque si algo marca la trayectoria de Dolores Ibárruri Gómez (Gallarta, 1895-Madrid, 1989) es precisamente esa cualidad, la pasión con la que defiende sus ideas, con el feminismo y la lucha como pilares fundamentales.
Nacida a finales del siglo XIX en una familia de mineros —la octava de once hermanos—, católica y conservadora, en Dolores fue creciendo una conciencia de clase que la hacía rebelarse ante las injusticias. Estudió hasta los 15 años, porque no le dejaron más. Quiso ser maestra, pero sus padres tenían otros planes para ella. El dinero que tenían reservado para Dolores era su dote. Por eso se casó con el minero Julián Ruiz Gabiña.
Julián y Dolores son los abuelos de Dolores (Lola) Ruiz-Ibárruri Sergueyeva (Moscú, 1960), quien ahora custodia el legado de la Pasionaria. El archivo, recopilado por la familia tras su muerte —en 1989—, consta de unas 100.000 páginas y 10.000 fotos. En esos textos y en esas imágenes se resume buena parte del siglo XX español.
Lola convivió durante muchos años con su abuela, en su casa de Moscú, donde nació ella y donde creció en un hogar que dirigía "una persona hiperactiva", como define a Dolores. "Se levantaba a las cuatro de la mañana y empezaba a leer, a escribir...", recuerda. Porque la Pasionaria fue política y periodista, periodista y política, no se sabe en qué orden. En plena madrugada, "ya estaba preparando textos para el periódico y para revistas o intervenciones en radio. A las siete ya le tocaba prepararme a mí para ir al colegio", relata.
En los últimos años también se ha publicado ¡No pasarán! (Akal), una biografía escrita por el historiador Mario Amorós, además de Pasionaria, la inesperada vida de Dolores Ibárruri (Hoja de Lata), del historiador y periodista Diego Díaz. Con motivo de la reedición de sus memorias en 2023, escrita por ella misma en los años 60, El único camino (Akal), la nieta de la Pasionaria visita El Puerto de Santa María. Concretamente, la sede del PCA, que la invita en la previa del 8M para reivindicar su legado, y también para recalcar la vigencia de sus reivindicaciones.
Era una persona hiperactiva, que empezaba su día a las cuatro de la mañana. Dirigía periódicos, revistas y radios, por lo que de cuatro a siete era su momento de intimidad ante la máquina de escribir, cuando todo el mundo dormía. He vivido con ella desde que nació, porque me llevaron a su casa desde el hospital donde había dado a luz mi madre. Mi madre siempre tuvo problemas de salud, y siempre tuvo problemas con mi padre, que era un militar ruso que se iba de misión mucho tiempo. Mi madre siempre estaba sola con los niños, y en algún momento se queda parapléjica a causa de los traumas del parto, por lo que nos cría la abuela Dolores. Aunque ella en esos años viajaba sin cesar a Francia, a Italia, a los centros de la inmigración española, tenía la capacidad de crear hogar, y en ese hogar me he criado yo antes de que regresara a España en el año 77.
"Era una persona hiperactiva, su día empezaba a las cuatro de la mañana"
El feminismo en esa época se entendía como sufragismo. Ella participa en tres elecciones. La primera en 1931, cuando las mujeres pueden ser elegidas, pero no pueden votar. Se vuelve a presentar en el año 33, pero nuevamente no es elegida, y ya sí lo consigue en 1936. Salió como diputada por Asturias, porque en esa época se podía presentar por varias circunscripciones y lo hizo por cinco provincias. Ella tuvo un papel activo en la Revolución de Asturias (1934), siempre ha luchado por los derechos de los mineros del País Vasco, pero en este caso también por los asturianos. Luego, teniendo en cuenta la cantidad enorme de víctimas que hubo en Asturias, se ocupó de los hijos huérfanos de los mineros y de la supervivencia de sus familias. Parte de esos niños llegaron hasta Valencia, donde fueron realojados durante una época porque la situación en Asturias era insostenible. Y su nombre en Asturias, al final, tuvo su fruto al ser elegida como diputada.

Hace cuatro años, en el centenario del Partido Comunista, se publicó la biografía de Dolores Ibárruri por Mario Amorós, que se vendió muy bien. Y la editorial nos planteó la posibilidad de reeditar El único camino (Akal), que son sus memorias, publicadas en 1961. Entonces, Mario Amorós y yo reunimos las ediciones de las memorias de la Pasionaria. Pensamos que sería importante hacer una revisión del libro antiguo y darle un toque más moderno. Hemos intentado redactar e introducir las memorias dándoles un formato más robusto, más histórico. Por otro lado, hay un tema de actualidad. ¿Por qué el personaje de Dolores suscita tanto interés? Porque es una mujer que ha hecho mucho por hacer visible la imagen femenina en España. Y hemos recopilado unos cuantos artículos muy importantes que también hemos incluido en este libro.
Había una madre tremendamente emprendedora y un padre muy trabajador, por lo que era una familia modesta, no puedo decir desahogada. Pero por lo menos tenían una casa, los hijos estudiaban y había cuatro salarios. En la historia de la familia minera a la que pertenezco, hay que añadir y mencionar un hecho totalmente surrealista, pero verídico: les tocó el Gordo de la Lotería en 1907, que tocó en toda la cuenca minera. En mi familia se compró una casa grande, y en esa casa había pupilos, gente que pasaba la noche porque alquilaban habitaciones.
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"Dolores Ibárruri vivió 93 años y cubrió prácticamente todo el siglo XX, vio como fue transformándose la mujer y qué consecuencias tenía la vida política en la vida personal y familiar de la mujer", prosigue contando Lola Ruiz-Ibárruri, la nieta de una política y periodista que tuvo seis hijos, pero que perdió a cuatro de ellas (Eva, Ester, Amagoia y Azucena). Solo sobrevivieron un hijo —Rubén, fallecido con 22 años como teniente del Ejército Rojo en la batalla de Stalingrado— y Amaya, madre de Lola.
"Dolores vio como fue transformándose la mujer durante el siglo XX y qué consecuencias tenía la vida política en la personal y familiar"
"Dolores era una persona que tenía capacidades para la costura, trabajaba, y traía dinero a una casa en la que contar con mi abuelo Julián era imposible. Era una vida muy brutal, con la muerte de las cuatro niñas a causa de enfermedades infantiles, la ausencia de dinero para médicos, y la ausencia de calor en la casa, por la humedad continua, por las goteras... Pasaron tuberculosis, enfermedades infantiles, y no podemos olvidarnos de la gran epidemia de gripe llamada española", apunta Lola Ruiz-Ibárruri.
Para la nieta, los artículos escritos por su abuela siguen muy vigentes hoy día: "Decía que a igual trabajo, igual salario, que las mujeres estaban capacitadas para dirigir un partido, un Estado, un periódico o lo que fuera. Sus artículos de los años 30 siguen de actualidad".

Dolores estaba contenta por terminar el largo exilio, por poder regresar a su país. Era una persona muy positiva, sabedora de que la sociedad no es perfecta, pero paso a paso nos movemos por un camino de progreso, porque si no, estaríamos todavía con la lámpara de carburo que ella había conocido, sin calefacción, y sin muchos logros que se consiguieron a lo largo del siglo XX.
Es imposible hablar por ella. No es posible especular con lo que ella puede pensar hoy en día o no.
Yo los conozco bastante poco. Trabajo en mi archivo, recopilo documentos y me dedico más bien al pasado. El presente está con nosotros y se hace paso a paso.