Trabaja con uno de los pocos materiales conocido en primera persona por todo ser humano, sin excepción. Su labor consiste en auxiliar a los que lo manejan con demasiada frecuencia, a diario, hasta el punto de ver su vida rota por la mitad.
Luis Miguel Torres, 68 años, afincado en El Puerto durante toda su vida, es lo que se denomina una autoridad en la materia. Además de su actividad como deportista aficionado -pero de élite-, es fanático de la música y de sus dos nietos.
Anestesista, en la práctica y la docencia durante más de 40 años, ex director de Cirugía de la Universidad de Cádiz, décadas como jefe de Anestesia, Tratamiento del Dolor y Reanimación en el hospital Puerta del Mar.

Como añadido, la presidencia de la Sociedad Española Multidisciplinar del Dolor (Semdor) y de la Asociación Andaluza del Dolor. Su capacitación y su trayectoria están muy lejos de la menor duda. La brillantez se le achaca por abrumadora unanimidad.
Pocos especialistas en España han trabajado tanto y tan profundamente con el dolor crónico. Ahora, retirado de casi todas sus responsabilidades públicas, Torres mantiene una intensa actividad médica en varios centros de Chiclana, Cádiz, Jerez o El Puerto.
"No, no me he jubilado. Sólo esta mañana he visto a cinco pacientes", asegura antes de comenzar esta conversación. La provincia de Cádiz aún tiene la suerte de mantener con actividad a uno de los más importantes teóricos y facultativos del dolor en España.
Pregunta: Usted que lo ha visto tanto ¿El dolor es una bendición por servir de alerta o una maldición que destroza la vida?
Respuesta: Es un sistema de alerta, sí. El problema aparece cuando el dolor se hace crónico. El agudo, el de un golpe, una quemadura, una lesión, una inflamación es un aviso. El crónico llega cuando ya pasan más de 3 ó 4 meses, ya no es una alerta de nada. Además, cuando dura mucho tiempo, crea unos circuitos cerebrales de memorización y de sensibilización. El cerebro se vuelve más sensible al dolor. Deja de ser un síndrome que sirve de aviso y se transforma en una enfermedad en sí mismo. Pasa a ser enfermedad, nunca bendición. Además, es una tortura, porque a diferencia de otras enfermedades, el dolor crónico hace que el paciente esté todo el día pensando en ella, no tiene pausa. Las reflexiones que asocian el dolor a una bendición se refieren al campo oncológico. Ahí sí funciona como una alerta que puede advertir y ayudar. Toda enfermedad inflamatoria, como el cáncer, debuta con dolor. El primer síntoma de una enfermedad, salvo algunas raras, es dolor.
P: ¿Qué impacto tiene el dolor crónico en la vida del paciente?
R: Enorme. En la vida social, en la familiar y la vida laboral. Ahí es donde se convierte en un problema gravísimo porque afecta a mucha gente, hablamos de tantísima población... Incluso a nivel económico, para el país, el dolor crónico es un problema grave. La prevalencia nos dice que lo sufre una de cada cuatro personas, el 25% de la población.
P: ¿Eso significa que unos 13 millones de habitantes de España tienen o tendrán dolor crónico a lo largo de su vida?
R: Si partimos de una población estimada de unos 50 millones de personas, sí, estaríamos en 12 ó 13 millones de afectados. Hablamos de un dolor intenso y prolongado durante mucho tiempo. El dolor crónico e intenso provoca baja laboral y tratamientos crónicos. Ahora mismo es el primer problema de salud que tenemos en el país.
"El dolor crónico es ahora mismo el primer problema de salud que tenemos en España, estaríamos en 12 ó 13 millones de afectados"
P: ¿Esa gravedad pasa desapercibida? ¿Apenas se habla del dolor como problema de salud pública?
R: Tiene cierta lógica que se hable poco porque la gente no se muere de dolor, se muere de cáncer o de infarto. Eso hace que no veamos que el principal problema de salud para la gente es el dolor crónico.
P: ¿Las consecuencias psicológicas son más graves que las físicas?
R: El impacto emocional y psicológico es muy fuerte. Se crea un círculo. El paciente, al verse muy incapacitado, que no puede hacer nada, entra una especie de depresión. Esa ansiedad hace que el cerebro se vuelva más sensible. Entonces, aparece más dolor. Es un círculo vicioso difícil de romper.
P: ¿Cómo se aborda una situación tan compleja?
R: El tratamiento de dolor crónico no es fácil. Hay que ser muy experto para tratarlo. No se puede tratar con analgésico simple. El mecanismo del dolor es absolutamente vital para la supervivencia de las especies. De hecho, nosotros tenemos unos sistemas endógenos para controlar el dolor, para que la relación entre el dolor y la viabilidad de la vida sea equilibrada. Todo cambió hace unos cien años, con los fármacos. Hasta entonces, el ser humano había vivido sin ningún analgésico más que las endorfinas y la serotonina o alguna sustancia natural. El dolor es fundamental en un sistema muy elaborado, muy sofisticado, de los mamíferos. Pero eso nada tiene que ver con el dolor crónico, eso ya es otra película.

P: ¿Los calmantes o analgésicos son ayuda o dificultad añadida?
R: Si desde los 40 hasta los 80 años un paciente tiene dolor crónico, por el que no se va a morir, y tiene que tomar analgésicos durante todo ese tiempo va a tener muchos problemas. Los antinflamatorios, como el ibuprofeno, afectan mucho al corazón, al estómago. El paracetamol, al hígado. Los opioides, al sistema nervioso, te convierten en adicto. El tratamiento farmacológico es una ayuda pero ahora usamos técnicas mínimamente intervencionistas para controlar el dolor. En muchas ocasiones, sin fármacos. Ahora mismo, el avance se está produciendo en ese tipo de técnicas y en la medicina regenerativa.
P: ¿Qué es la medicina regenerativa?
R: Intentamos, en vez de cortar o poner una prótesis en la zona dañada, reconstruirla parcial o totalmente. Por ejemplo, si lo que produce dolor crónico es una rodilla, en vez de arreglarla tratamos de reconstruirla con células madre y otros factores regenerantes. Es un mecanismo muy interesante para el control del dolor. Está empezando ahora pero va a ser el campo de futuro. Los fármacos para el dolor van a desaparecer en 15 ó 20 años. No vamos a usarlos, vamos a usar técnicas regenerativas.
"En un tiempo corto, el cartílago, la rodilla o la vértebra que provocan dolor se van a reconstruir y a poner. Serán nuevas y por tanto el dolor desaparecerá"
P: ¿Vamos a vivir el final de los analgésicos?
R: Sí, en un tiempo relativamente corto la medicina regenerativa resolverá muchos de los problemas que ahora tratamos con fármacos. Por ejemplo, los grandes dolores de ahora mismo: rodilla, cadera y espalda. Se producen por artrosis, que es la degeneración del cartílago de la articulación. Ese cartílago que provoca dolor se va a restaurar, se va a poner uno nuevo gracias a un tratamiento con células madre sin efectos secundarios. Con cartílago nuevo, la rodilla, o la vértebra, es prácticamente nueva y por tanto el dolor desaparece.
P: ¿Ese prodigio puede llevarse a los órganos?
R: Claro. Pronto no hablaremos de poner un riñón de una persona a otra, si no que será el propio riñón del paciente regenerado, reconstruido. O su corazón, su pulmón, con unas impresoras de biomateriales. Seguramente podamos llegar hasta nervios, músculos, tendones, huesos. Calculo que pueden faltar unos 15 ó 20 años hasta que haya un uso clínico generalizado. La medicina, de aquí a mitad de siglo, va a cambiar totalmente. Va a ser puramente regenerativa.
P: ¿Acercamiento a la vida eterna, entonces?
R: Bueno, en el tema del envejecimiento se mejorará pero no sé hasta qué punto. En el cerebro, el proceso regenerativo no está tan claro y el cerebro al final es lo esencial ¿Qué más te da tener un cuerpo de puta madre si tu cerebro tiene alzheimer? Ahí hay mucho que buscar todavía pero, probablemente, dentro de muchos más años, también se llegará.
"Ya hay hospitales en el mundo en los que la histora clínica la hace inteligencia artificial. También pone el tratamiento. Incluso, con menos errores que los humanos"
P: De ahí al uso de la inteligencia artificial en medicina hay un paso muy pequeño
R: Ya hay varios hospitales en algunos países del mundo en los que la historia clínica la hace inteligencia artificial. Y pone el tratamiento. Y cuando se han comparado esos tratamientos con los hechos por humanos son equivalentes. Incluso, con menos errores que los humanos. Ahí habrá otro avance brutal. La inteligencia artificial va a interpretar la resonancia, la radiografía, heridas, antecedentes... Y con todo eso va a sugerir diagnóstico a los médicos. Eso va a ser otra revolución. Quizás antes que la regeneración de órganos. Esto puede pasar en apenas en cinco, diez años.
P: De vuelta al dolor ¿Tiene cara? ¿Tiene edad, sexo, nivel adquisitivo?
R: El dolor es un poco más de mujeres que de hombres por causas hormonales. Por ejemplo, la osteoporosis, la falta de calcio derivada de tener hijos hace que las mujeres tengan más artrosis. Todo el sistema genital femenino hace que tengan algunos problemas de dolor específicos. Además, a nivel emocional, la vida de la mujer suele ser un poco más compleja.
P: ¿Quiere decir que la vida emocional tiene que ver con el dolor?
R: Todos los factores de la vida cotidiana tienen que ver con el dolor. Las relaciones, las tensiones, los hábitos sociales, el trabajo. Por ejemplo, en el caso del cuello. La gente que trabaja conduciendo o con ordenadores, y que además se tensa mucho, tiene más problemas en la columna, en la zona lumbar y cervical, sobre todo. Las pantallas, el ordenador, propician mucho el dolor. Incluso entre los propios niños. Ahora juegan menos al aire libre, tienen menos actividad física, hay mucha más obesidad, son muchas horas enganchados a las pantallas, con una vida muy sedentaria. Eso va a ser muy malo para el futuro de la humanidad.
"Las relaciones sociales, el odio, llevarse mal, todo eso influye también en el dolor. Y las circunstancias ahora no parecen muy favorables"
También afectan las relaciones sociales, el odio, llevarse mal, todo eso influye también en el dolor. Y ahora las circunstancias ahora no parecen muy favorables. La salud, también en el caso del dolor, viene de cuatro puntos clave: la nutrición, la actividad física, las relaciones sociales y el estado de ánimo. Si esas cosas no están bien, todo te conduce a la enfermedad, que te conduce al dolor. Luego empieza la rueda. Cuando hay dolor, mucha gente come mal, hace poca actividad física, se cabrea, se frustra, todo el día. Todo eso va contra la curación y aumenta el dolor.
P: ¿Entonces, hay dolores que pasan de la mente, o el alma, al cuerpo?
R: Totalmente, acaban generándose dolores que aparentemente no había. La fibromialgia, por ejemplo, esa sensibilidad central, con dolores extraños, en los que al cuerpo le duele todo, puede estar relacionada con nuestro estilo de vida, sedentarismo, mala nutrición, malas relaciones. Las personas solas, la epidemia de soledad, la viudedad, también vinculada a la mayor esperanza de vida, las separaciones... Todos son problemas emocionales con una influencia muy notable.
P: ¿Cuál es el dolor estrella, el campeón?
R: Ahora mismo, la prevalencia brutal la tenemos con la espalda. Puede ser el 90% de los casos de dolor crónico. Es una epidemia. La población extiende mucho su vida, llegamos casi todos a los 80, incluso, cada vez más personas, a los 100 años. Y ese factor de supervivencia lo complica. También hay mucho sedentarismo, mucha obesidad y contribuyen a que el sistema músculo-esquelético sufra mucho.
"En muchos casos, y más que serán, el cáncer ha pasado a ser una enfermedad crónica y, a veces, sin dolor"
P: Uno de los terrores más extendidos entre los pacientes es el dolor asociado al cáncer ¿Ha evolucionado?
R: El dolor ha bajado mucho en el apartado del cáncer. Antes era tremendo y ahora han mejorado mucho los tratamientos. En muchos casos, y más que serán, el cáncer ha pasado a ser una enfermedad crónica y, a veces, sin dolor.
P: Ha desarrollado 40 años de carrera ¿Cómo es la medicina actual respecto a la que conoció como debutante?
R: Tenemos muchos mejores conceptos de los que teníamos. Ahora sabemos lo que hay. Tenemos una tecnología infinitamente mejor, fármacos mucho mejores, mejores técnicas. En el tratamiento del dolor crónico, prácticamente no teníamos técnicas. Ni siquiera había morfina. No tiene nada que ver. El mundo del dolor está extraordinariamente avanzado con técnicas que prácticamente llegan a todo el mundo. No digo curar, que sucede cada vez más, pero sí mejorar la vida de casi todos los pacientes. Hace 40 ó 50 años, como mucho y por caridad, le podías poner al paciente con cáncer algo de morfina para que muriera sin dolor.

P: Usted ha trabajado durante cuatro décadas en el hospital Puerta del Mar de Cádiz, ha sido docente, ha dirigido departamentos y asociaciones, ahora trabaja en varias clínicas de la provincia. Tiene una perspectiva excepcional ¿La atención en los centros públicos se ha deteriorado tanto? ¿Las listas de espera son una lacra irreversible como se denuncia? ¿Hay un desvío premeditado de pacientes hacia la sanidad privada?
R: Sin entrar en temas políticos: la asistencia sanitaria pública está desbordada. Una de las causas principales es el proceso de envejecimiento de la población y las exigencias de esa población. Se ha incrementado muchísimo el número de pacientes y los recursos de personal o de centros sanitarios son, más o menos, los mismos que antes. Al menos en mi área, en el campo del dolor, la sanidad pública está completamente desbordada. No tiene nada que ver con lo que conocí al principio de mi carrera. Esa situación se daba, por entonces, mucho menos. Muchísimo menos.
Las listas de espera ahora son brutales. A un paciente con dolor intenso no puedes decirle que dentro de un año será la resonancia y luego le vas a volver a ver. Eso es inviable. Ahora mismo hay un grave problema en la sanidad pública en cuanto al tratamiento del dolor y muchos pacientes van a la sanidad privada porque no pueden aguantar. Yo he trabajado en los dos sistemas muchísimo tiempo y la técnica, el conocimiento, que tenemos son exactamente los mismos, en la pública y en la privada. Al paciente se le va a tratar igual en una y en otra pero la gran diferencia es que en esta última no hay lista de espera. Las tres unidades del dolor en la provincia (Puerto Real, Jerez y Puerta del Mar) están absolutamente sobrecargadas. Además, en el caso del dolor, muchos pacientes son crónicos, mejoran pero no se curan, o recaen, por lo tanto no dejan de necesitar atención. Llegan los nuevos y siguen los de antes, por lo que la bolsa de usuarios crece sin fin. Hasta que no se pongan más recursos, la situación del tratamiento del dolor en la sanidad pública será grave.
"No salen anestesistas suficientes. Durante los próximos cinco o diez años la situación va a ser difícil"
P: ¿Comparte esa alerta genérica de que falta médicos?
R: Sí, en general faltan médicos en muchas especialidades. En el campo del dolor son esencialmente anestesistas. Es una de las ramas más afectadas por la falta de personal. Encima, se les necesita por partida doble: tienen que atender a los quirófanos pero también en su propia área. Ahora mismo, la evolución es negativa, muy mala. No salen anestesistas suficientes, la gente se jubila, los sueldos son bajos y la gente se va a la práctica privada. Durante los próximos cinco o diez años, la situación va a ser difícil.
P: Y la especialidad de anestesista siempre intimida, un mínimo error de cálculo puede ser fatal. Esa presión no existe en otra especialidades
R: A pesar de todo, de la escasez de médicos, es de las especialidades que antes cubre las plazas MIR disponibles, porque es muy bonita y con mucha salida profesional. La gente joven quiere venir a estas áreas pero el problema es que no hay más unidades, más recursos, no hay más hospitales, apenas se han creado nuevos en Andalucía en los últimos años mientras la población sí ha envejecido, el número de usuarios crece sin parar pero los recursos son los mismos y ahí, en la sanidad pública, llega el desbordamiento, ya no se cabe.