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El joven burgués de la Barcelona tardofranquista que fundó una revista con 21 años
Pepe Ribas (Barcelona, 1951) presenta esta semana en Sevilla, Cádiz y Jerez Ángeles bailando en la cabeza de un alfiler (Ediciones del K.O., 2024), un libro donde cuenta la explosión libertaria de Barcelona en 1976 y 1977 a modo de memorias. El fundador de la mítica revista contracultural Ajoblanco, autor de Los 70 a destajo, Kavafis y Encuentro en Berlín, entre otras obras, coordinó una revista que llegó a vender 100.000 ejemplares y superar el millón de lectores.
Alejada de los círculos mediáticos tradicionales, se hizo un hueco en los quioscos en los últimos meses del franquismo, siendo un referente alternativo en la Transición, con firmas de todo tipo y secciones que fueron pioneras al tratar temáticas como el feminismo, los derechos LGTBI, la ecología, el sexo y las drogas en un tiempo lleno de tabúes y moral puritana impuesta por el nacionalcatolicismo franquista.
En El Corral de San Antón de Jerez, Pepe Ribas atiende este martes a lavozdelsur.es previo a su presentación, que corre a cargo del periodista Pedro Ingelmo. "Quiero que este libro lo lea la gente joven, que se den cuenta, que tengan cuidado con la extrema derecha, que nos va encaminar hacia la carcundia y la prohibición de todo", dice en referencia al cambio generacional, que hace que hoy más jóvenes se decanten hacia posturas reaccionarias y conservadoras. Muy crítico con la cultura subvencionada y aquellos que reniegan de las ideas y del posicionamiento político, Pepe hace referencia constantemente a la pedagogía y la educación como motor de cambio, sin olvidar la memoria de una generación de libertarios que no está presente ni en los libros de historia ni en los mass media. Según dice, vetado por algunos medios de comunicación, este estudiante de Derecho que a los 21 años fundó Ajoblanco, llama a los jóvenes a cambiar de paradigma.
50 años después de su primer número, acercarse a Ajoblanco ahora es posible con un solo clic. "Estoy seguro que la mayoría que leemos 'Ajo' somos jóvenes y que no vivimos aquella guerra civil. Las historias de la Cruzada nos suenan a nostalgia. Sólo nos duele el que se echara por los suelos tanta lucha revolucionaria. Pero no queremos embobarnos. Hoy la lucha continúa. Sobre todo si a las siete debes levantarte para trotar en un trabajo hallado en el centro y volver, por la noche, a las delicias de un hogar televisivo y superacondicionado con electrodomésticos. Tu hogar es, entonces, una jaula cómoda, patrocinada por el Capital, para mantenerse en forma. Así de triste. Y si estudias, otro tanto. La universidad y los institutos te hacen perder el tiempo masturbando la historia".
Es un trocito de Francesc Boldú en el número 23 de Ajoblanco de junio de 1977, dedicado al sexo, a los ateneos libertarios y al teatro, ilustrado con la misma portada que ilustra el libro que Pepe Ribas acaba de presentar. En sus páginas se llamaba a la abstención electoral en base a una serie de "espejismos" —Francesc Boldu i Martinez contesta al "no votar como regalo de voto a la derecha", recordando que las reglas del juego parlamentario están escritas por el poder—, al tiempo que Karmele Marchante hace referencia a la huelga de los trabajadores de la prensa y se hace una declaración del colectivo de sexo en el que se habla de enfermedades venéreas, de prejuicios y de educación sexual a través de un diálogo. Una joya de otras tantas que pueden leerse en la colección digital.
Todo aquello había empezado en Barcelona desde mediados de los 60, cuando comenzó a haber una liberación importante. Cataluña tenía un fuerte tejido productivo, con grandes empresas, pero también con muchos artesanos. Todo ello creó una necesidad de democratizar la sociedad, de ser más europeos, y había mucho contacto con Francia. La plaza Real de Barcelona se hizo punto de encuentro de todos los hippies que venían del norte de Europa para luego ir a Ibiza, creando también un mercadeo de grifa, que era el hash de los legionarios, y que controlaban los gitanos del Somorrostro, con los niños de los futbolines que escapaban de los colegios y de las universidades, y con los propios hippies. Todo ese ambiente fue creando un premovimiento underground o contracultural.
Apareció una editorial, Kairós, donde María José Ragué publicó un libro que se llamaba California Trip. Aquello fue como la biblia de los movimientos contraculturales norteamericanos, es decir, del feminismo, y de todo lo social y cultural, que iba más allá del rock. Con ello me refiero a la ecología, a los movimientos antirracistas, etcétera. Luego, Barcelona era el centro editorial español, donde estaba Carlos Barral que de alguna manera trajo a todos los escritores latinoamericanos, desde Vargas Llosa a García Márquez, y la nueva literatura del momento.
La nueva canción también, que ya empezó a finales de los 60 con los grupos y festivales de rock progresivo, el auge de Pau Riba, Oriol Tramvia, la (sala de conciertos) Zeleste, y el nacimiento de Ajoblanco y Star. Lo que buscábamos era un espacio nuevo, un espacio libre donde pudiéramos experimentar la libertad y que a partir de entonces nadie nos dijera cómo teníamos que vivir de mayor.
Sí, Star era una revista que iba más hacia las modas inglesas y nosotros nos inventamos un poco la contracultura, con tendencia ácrata. No copiábamos tanto revistas extranjeras, sino que buscábamos la cultura mediterránea, la mezcla, crear polémicas, debates y colectivos de todo.
"Las subvenciones condicionan el tipo de cultura a desarrollar, hay gente que veta"
Era así porque no éramos dogmáticos, porque nosotros nos encontramos. Había incluso trotskistas, algunos comunistas... había diálogo. Fue posible hasta poco después de las primeras elecciones democráticas, cuando llegaron los partidos, que querían controlarlo todo porque no tenían militantes y fueron a por toda la gente que no quería jefes ni democracia por delegación de voto. Queríamos una democracia directa donde gestionar la cultura libremente. La cultura subvencionada está domesticada, necesitamos espacios de libertad y no espacios subvencionados porque las subvenciones de alguna forma condicionan el tipo de cultura a desarrollar... hay gente que veta. También hay que recordar que no existía El País, que creó un tipo de cultura determinada y oficialista, afín al PSOE. Lo que nosotros pretendíamos era que la gente pudiera crear desde la igualdad, fomentando una democracia participativa y activa.
Recibíamos un aluvión de cartas, mucha gente de todo el Estado español quería de alguna forma crear un mundo nuevo.
"Vinimos a Cádiz e hicimos una presentación donde unos jóvenes se disfrazaron de tartesos y reivindicaron por primera vez en público el Carnaval de Cádiz"
Se llamaba La Cloaca. En esa sección, por ejemplo, vinimos a Cádiz e hicimos una presentación donde unos jóvenes se disfrazaron de tartesos y reivindicaron por primera vez en público el Carnaval de Cádiz. Luego, en Madrid se juntó todo tipo de gente que creó Premamá, Prensa Marginal Madrileña, a través de Ediciones Antípodas. Todos ellos se conocieron a través de La Cloaca, que llegó a ser como un pre-Internet.
Queríamos acabar con los electroshocks a homosexuales, presos y rebeldes. Exploramos muchas cosas, como el dossier Fallas, que era un poco la reivindicación de la fiesta popular mediterránea, transgresora, y le dimos también mucho protagonismo al teatro, a los movimientos ecologistas, el feminismo, el antimilitarismo y toda la liberación gay y homosexual. Luego, todo el movimiento de comunas, niños de 16 y 17 años de todos los pueblos de España que escapaban de padres autoritarios que hacían de policías en casa. Venían a Barcelona porque había más libertad, estaban las Ramblas, Ocaña, Nazario, los juglars, comedians, teatreros, marionetas... todo eso nos hizo hasta crear una organización para ayudar a esta gente joven, montándose pequeñas comunas y pisos compartidos.
Sobre todo en el 78, que fue muy rápido y pasaron muchas cosas. Hoy es inconcebible, porque cuesta mucho que las cosas cambien, pero en aquellos años había agitación, efervescencia, la acción iba por delante de lo ideológico. Siempre digo que la ideología crea y sectorializa porque el que no piensa como tú no existe. En cambio, las ideas se pueden debatir y discutir. Nosotros éramos partidarios de ideas, cogidas de aquí y de allá, y esto enseguida transformarlo en acción. Creíamos en el activismo, en el hacer y crear cosas y compatirlas, porque además de ser jóvenes todo lo hacíamos colectivamente, no había ni narcicismo ni individualismo. Eso fomentaba la participación, el coleguismo, queríamos cambiar las cabezas y creo que eso se consiguió, porque son las libertades que disfrutamos, desde la liberación sexual a la suspensión de los manicomios y del servicio militar obligatorio. Todo viene de ahí, de aquellos años.
"La época libertaria acaba con el triunfo de la cultura del diseño y de la estética sobre la ética. Todo empieza a ser narcicista y egoísta, el consumismo nos ha transformado"
No se pudo mejorar la democracia y hacerla más participativa con separación de poderes real porque los partidos lo impidieron y porque hubo una crisis económica brutal en el que los precios se triplicaron. La bombona de butano se triplicó, los alquileres también, la gente se tenía que buscar la vida por lo que, por ejemplo, los de los cómics se tuvieron que ir a vender ya no al Star sino a las revistas de Z, que eran medio porno y pagaban el triple. Había subido el nivel de vida, la cultura empieza a cambiar y entra el mercado por lo que hay competitividad e individualismo. Así se acaba esta época libertaria y empieza otra más moderna, con el triunfo de la cultura del diseño y de la estética sobre la ética. Todo empieza a ser estético, narcicista y egoísta, con el consumismo que ha transformado nuestras sociedades y nos ha convertido en lo que somos hoy: un paraíso turístico.
La Movida madrileña empezó en Ediciones Antípodas, en el Ateneo Politécnico y fijándose en los presupuestos de Ajoblanco y de Star, pero hay una nueva ola y de repente aparecen las emisoras públicas como Radio 3, los programas de televisión musicales y todo se va convirtiendo en una especie de enorme carnaval.
Una gran fiesta y un poco un circo, pero también fue necesario porque fue una forma de liberación, pero el sida, la heroína y la subvención acaban con la libertad, como decía, y van conduciéndonos a parámetros totalmente economicistas en los que importa más el que más vende y no la calidad de lo que se hace hasta llegar adonde hemos llegado.
A medias, porque de hecho la sociedad española cambió y se volvió muy liberal. El problema es que, como no se ha contado de dónde partimos y han intentado borrarnos, no existe una memoria. Es el motivo de la publicación de este libro, que dirijo a la gente joven de ahora para que se den cuenta de que cuidado con la extrema derecha, porque en principio es como una salida por el fracaso de la izquierda, sobre todo de Podemos y de todo el sectarismo de toda esta izquierda última. Pero claro, la extrema derecha va a prohibir y está creando una derechización del sistema de vida, con el cual volvemos para atrás y al catolicismo de la carcundia, de los carcas. Tenemos el riesgo de que se prohíba el feminismo y ser gay, de que vuelva el servicio militar obligatorio y de que se acaben con las libertades que conseguimos.
Era impensable, sí, pero hay que ver lo que está sucediendo. Las redes sociales se han degenerado en poco tiempo, todo se convierte en publicidad, en frases cortas, la gente no lee y la lectura te ejercita la memoria. Sin memoria y sin contextualización posible, la gente no sabe lo que quiere ni lo que piensa, se deja llevar por lo último que oye o escucha, y esto es un problema que deriva en la decadencia.
... De conocimiento, de comunicación. Sí, claro, hay un individualismo por la competitividad y por la necesidad de encontrar tu espacio en el mundo, entonces necesitas encontrarlo a empujones, no cooperando. Lo que yo digo es que para recuperar los espacios de libertad necesarios en este momento, en donde la gente joven pueda experimentar lo que realmente quiere ser de mayor, es necesario juntarse sin imponer lo que se quiera hacer en estos espacios comunes, donde se pueda dar teatro, cine y política, asambleas, pero de una forma natural, sin que haya jefes, sin que haya jerarquía, sino debate permanente.
"Algo se mueve, hay jóvenes que quieren y empiezan a vivir de otra manera"
Es que creo que está empezando a pasar, que algo se mueve. Todavía no sale en los medios, pero hay mucha gente que ante la crisis brutal de la vivienda, empieza a vivir de otra manera y a buscar al otro para poder crear cosas porque solo no puedes alquilar un piso, pero entre cinco sí. Igual sucede con una compañía de teatro o un grupo músical.
Sí, de hecho nosotros nos desclasamos, a diferencia de la generación de Felipe González y de Manuel Vázquez Montalbán. No teníamos apellidos, somos como la primera generación de la masificación, o sea, somos la primera generación en la que llegaban las clases populares a la universidad con lo cual te importaba un rábano ser hombre, mujer y los apellidos que tenías. En nuestras experiencias viviendo en común, los hombres aprendimos a cocinar y a limpiar lavabos porque estábamos en comunas o semicomunas, pisos compartidos en los que todo eso daba igual. Éramos una generación entre dos mundos en los que formamos una especie de limbo libertario y ácrata que nos permitió hacer cosas inauditas e impensables que hoy no se entienden.
Lo he estructurado para que lo lean y puedan entender lo que vivimos y por qué lo vivimos, pero también a los mayores para que recuerden lo que hemos sido. Hay mucha gente que se tuvo que integrar en la administración socialista o comunista en ciudades donde ganó el PSUC o el PCE, pero que evolucionaron y se dieron cuenta de que estaban perdiendo sus ideas, adocenándose dentro del sistema capitalista y consumista. Ojalá que para ellos este libro sea un chute de energía y contextualización, un libro de aventuras donde puedes entender la cotidianeidad de lo que sucede, cómo vivía la gente, cómo se va transformando todo.
Por ejemplo, se ha hablado mucho de las orgías sexuales que se hacían, pero nosotros partíamos de la culpabilidad judeocristiana, de una educación muy religiosa y de unos padres muy retrógrados, aunque afortunadamente no fuera mi caso. Tenías que quitarte la represión de encima, y es un proceso mucho más duro de lo que se ha contado, en esa liberación sexual también hubo mucho pudor y miedo. Todo aquello fue un proceso, que va desde aprender a tocar instrumentos y a hacer teatro a crear movimientos sociales, de aprendizaje constante. En realidad nada de aquello fracasó, porque lo que somos hoy es consecuencia de aquello, y tenemos una sociedad algo más liberal gracias a esa época.
Fue increíble, pero tal vez prematuro porque movilizaron a las derechas y vieron que estábamos iniciando un proceso prerevolucionario cuando no teníamos fijado nada. Todo pasó muy rápido y eso jugó en nuestra contra. La CNT se legalizó en abril de 1977, el mitin de Montjuic con 250.000 personas fue el 2 de julio y las jornadas del 24 al 26 del mismo mes, mientras que la huelga de las gasolineras, que paralizan Barcelona, en septiembre. Necesitábamos cultura, educación, había diferencias entre los que venían del exilio, los que acaban de salir de la cárcel... luego (el atentado de) la Scala, desactiva un poco todo eso, junto a los Pactos de la Moncloa.
Nosotros recuperamos un poco la tradición anarquista ibérica, el pasado libertario en el que había dos mundos: uno más violento, y otro de educación y cultura, en el que se puede hacer la revolución social. Lo que buscábamos era hacer esta revolución en el mundo de la cultura y de la educación, luchando por un cambio en el sistema educativo. Hicimos varios dosieres sobre ello, queríamos crear aprendizaje a través de la experiencia, hacer una pedagogía activa que es la fuerza y guardia de toda la tradición libertaria. La educación es permanente, hay que ir reformulándola.
"En nuestra época tuvimos infiltraciones extrañas, no se aclararon sucesos como los de la Scala o lo de Atocha"
Creo que el pacto Suárez-Carrillo fue necesario, porque evitó un enfrentamiento civil y el retorno de la extrema derecha, pero también, como menciono en el libro, el rey ya tenía pensado cómo iba a ser la Transición e incluso lo explica en una entrevista en Estados Unidos antes de morir Franco. Luego ya lo que sucedió a partir de los Pactos de la Moncloa fue la desindustrialización del país por imperativo de las potencias europeas y de Estados Unidos, que querían quedarse con nuestra producción. Todo eso está muy mal explicado en los libros de historia. En nuestra época tuvimos infiltraciones extrañas, no se aclararon muchas de las cosas que sucedieron, como los atentados de la Scala o lo de Atocha.
El problema es que el 15M acabó con Podemos y Podemos es una estructura jerárquica muy sectaria. No asumieron lo que pasó en los 70 ni en la Transición, lo niegan porque son dirigistas. Es decir, para ellos primero viene la ideología y esta hay que aplicarla. Al mismo tiempo, ya te están diciendo antes cómo tienes que ser, lo que tienes que hacer, cómo te tienes que vestir, lo que hay que leer y cómo compartir política, cultural y vitalmente. Esto es autoritarismo. Sin embargo, en el Mayo francés además de liberalizarse las costumbres, se demostró que la democracia por delegación y la democracia representativa era un error.
Es que si votas a alguien que hace una promesa y luego no cumple nada, ¿qué es eso si no un fraude? El voto en realidad es un contrato que se incumple.