Rafael Soto, el jinete olímpico se jubila: "Al caballo hay que susurrarle; sabe qué piensas antes que tú"

El jerezano acaba de culminar su carrera profesional en la Real Escuela del Arte Ecuestre, la cual vio nacer y desde donde proyectó su vertiginosa carrera a escala mundial

Rafael Soto con el Caballo de Oro y la medalla conseguida en las olimpiadas de Atenas.

Sueños hechos realidad

Rafael Soto Andrade, un maestro de la doma. Un genio de la equitación dotado de una sensibilidad tan especial que es capaz de sacar lo mejor del caballo al que, con su monta, adorna aún más la belleza del caballo español. Acaba de jubilarse, al cumplir 65 años, como jinete de la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, donde ostentaba el cargo de jefe de Exhibiciones de la Fundación dependiente de la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía. No cabe duda que es un nombre que da prestigio a Jerez: un icono de la ancestral cultura ecuestre jerezana.

Su vida está unida al caballo desde niño, cuando ya mostraba su talento para la hípica, algo que seguramente forma parte de una genética heredada de su padre, su abuelo y su bisabuelo. En 1987 entró en la Real Escuela, donde ya estaba como alumno desde algunos años antes. Prácticamente la vio nacer y fue protagonista de la especular evolución que ha tenido la institución ecuestre. Allí fue donde se perfeccionó y la plataforma desde la que impulsó su carrera como jinete olímpico y medallista de plata en Atenas 2002 en doma, un hito fundamental en la historia del caballo español y en Rafael como jinete.

Los galardones alcanzados a lo largo de su carrera deportiva son múltiples desde campeonatos de España, Europa y del mundo —más de 30 grandes premios internacionales—, hasta que en 2006 se retiró de la competición; un recorrido que tiene otro nombre propio, el caballo Invasor con el que formó un binomio para la historia ecuestre nacional e internacional. El Pura Raza Española es su raza más amada y mimada. Sus triunfos con ella lanzaron a la órbita internacional el valor y las cualidades del caballo español para la alta competición. Ha participado en tres Juegos Olímpicos —incluyendo una plata—, fue Caballo de Oro en 1996 y Premio del Deporte en 2004.

¿Cuáles son sus orígenes en el mundo del caballo?

Desde niño. Mi padre, abuelo y bisabuelo estuvieron en el mundo de caballo, o sea, que me viene desde hace tres generaciones. Ahora emprendo un recorrido con nuevos talentos como mi hijo Rafael, mi hermano Pedro, mi sobrino Luis, ambos se dedican al caballo profesionalmente.

Si o sí, su mundo iba a ser el caballo.

Me viene de casta, de sangre. Siempre me ha fascinado desde que era un niño con mi padre, desde que tengo uso de razón.

El jinete ante la vitrina donde expone sus trofeos.     MANU GARCÍA
Entrar en la Escuela Ecuestre, ¿fue un punto y aparte en su vida profesional?
Totalmente. Me dedicaba al caballo con mi padre que se mudó a Mallorca después de trabajar en varias ganaderías en Sevilla y en Jerez. Mi padre enganchaba y montaba, sobre todo lo primero igual que mi abuelo, Francisco Soto Peña, que enseñó a enganchar a los Bohorquez. Se dedicaba a dar servicios en una época en la que no había taxis.
 
¿Su apellido es un valor añadido a la hora de entender su magia sobre el caballo?

Yo soy flamenco por la mitad, algo tendrá que ver. No obstante hay que aprender mucho, tener mucha técnica… trabajar mucho durante muchos años para conseguir lo que he llegado a alcanzar, también con un poco de suerte.

"Soy flamenco por la mitad, algo tendrá que ver con esa magia"

Acumular multitud de premios nacionales e internacionales es algo grande, pero ¿ser medallista olímpico es lo más?.
Fue impresionante y además hacerlo con un caballo español que tiene mucho mérito dado lo difícil que es en el panorama de la hípica mundial.
 
El campeón olímpico señalando la medalla conseguida en Jerez 2002.   MANU GARCÍA

 

Para los neófitos de este mundo, ¿por qué es tan difícil conseguir lo que has alcanzado con un caballo español?

Los caballos centroeuropeos son más fuertes y grandes, tienen mucha capacidad atlética. El mejor caballo del mundo es el español que para ese fin creó la Escuela Álvaro Domecq; el caballo español fue muy importante en los siglos XVII y XVIII. Todas las grandes escuelas antiguas como Viena y Versalles usaban estos caballos criados en España. Pero claro, las razas nuevas, después de la guerra sobre todo, los pura sangre, el caballo para el deporte de salto y la doma eran los que mandaban.

El caballo español ha demostrado que sabiendo elegir y trabajándolos bien pueden llegar a estar dentro de los mejores, como de hecho fue cuando se consiguió la medalla olímpica. Si se logró una vez, se puede volver a repetir. La historia siguió con  el mundial ecuestre todo consecuencia de un recorrido iniciado en la Escuela con el caballo español. Es lo que sucede con el trabajo bien hecho. Cuestión aparte es mi caballo Invasor que en el campeonato del mundo de Jerez quedó sexto individual, en las olimpiadas de Atenas fue octavo individual. Ojo, estaba entre los 70 mejores caballos del mundo en unos juegos olímpicos.

¿Se ha descuidado la marca Jerez Ciudad del Caballo?
Creo que no. No todos los días sale un Messi un Hiniesta o un Xavi. No es fácil encontrar el caballo adecuado, el jinete… el binomio en definitiva: son los dos los que se tienen juntar y marcar hitos.
 
En Jerez se celebraron unos Juegos Ecuestres Mundiales con gran éxito que dejaron una instalaciones de primer nivel. ¿No se ha podido o sabido mantener ese nivel?

Eso depende también de la economía local. Si hubiera sido más fuerte podríamos haber mantenido todo eso, hubiéramos tenido mas concursos, que de hecho los internacionales solo los hace la Escuela. De todas formas se convocan concursos internacionales por todas partes en España y en el extranjero. En Dinamarca se ha celebrado uno al que ha concurrido el equipo español con tres caballos españoles y uno centroeuropeo.

"Mantener el nivel de Jerez tras Juegos Ecuestres mundiales era una cuestión económica"

¿Qué falta en Jerez para seguir como una referencia nacional e internacional en la cultura ecuestre?
Más apoyo, más dinero, más ayudas… Conseguir la medalla olímpica es como si el equipo de fútbol de Jerez subiera a primera, estuviera ahí varios años, clasificarse para la Champion y ser semifinalista. Imagínense eso, ¿a qué es muy difícil? Para eso hay que tener jugadores buenos y que se queden. Esa comparativa la hago para que la gente sepa lo dificilísimo que es alcanzar una medalla en la equitación olímpica. Pero bueno, Jerez es grande y España también pero no es la economía de una Alemania o Inglaterra. La gente que practica la doma en España ha crecido gracias también a esos logros olímpicos pero no llegamos al nivel de esos países. No obstante nos sentimos orgullosos de nuestros caballos. Yo he conseguido hacer realidad los sueños que tenía desde niño.
 
En 1987 entró como jinete de la Real Escuela, después de varios años como alumno, practicante la ha visto nacer.
La escuela es grande; allí se enseña una equitación de gran calidad como lo demuestran los premios y logros alcanzados.
 
Los dos máximos galardones obtenidos por Rafael Soto.      MANU GARCÍA
¿El caballo sigue siendo parte de su día a día tras su jubilación?

Mi proyecto ahora es echarle una mano a mi hijo, que tiene sus caballos, algunos de ellos de gran calidad y que apuntan muy bien. Estando en activo no pude dedicarle el tiempo necesario. Así que mi labor ahora es estar con él.

Es considerado como un maestro de la equitación con un prestigio impresionante. ¿Le buscan para la enseñanza?
Me llama gente y amigos, voy de vez en cuando a dar clases, por supuesto. Alguien que ha conseguido una medalla olímpica tiene un mérito y un prestigio que la gente lo valora.
 
¿Cuántos trofeos y galardones tiene en su casa? ¿Los ha contado?
Tengo una habitación llena de ellos. No te lo puedes imaginar. Internacionalmente he ganado más de 30 grandes premios.
 
¿Qué fue el caballo Invasor para usted?

Fue mágico. Lo vi nacer ya que estaba en la finca de Álvaro Domecq cuando nació el potro. Un caballo con unas cualidades muy especiales que las fui descubriendo. No fue mío al principio, era del jinete Antonio Cid; Invasor nunca dio de sí como se pensaba. Después pasó a mis manos al irse Cid y desde ese momento iniciamos un recorrido común. Y fíjate hasta dónde llegamos. Invasor me enseñó mucho; se cree que en la equitación el jinete es el profesor pero en la mayoría de las veces es el caballo. Hay que saber escucharlo, era como un gran diamante sin pulir. Lo fui puliendo a medida que iba consiguiendo información de él hasta que llegó a ser uno de los mejores caballos del mundo.

"Invasor me enseñó mucho. En la equitación la mayoria de las veces el maestro es el caballo"

Para lograrlo, ¿le habla o susurra al caballo?
Hay que susurrarle bastante. Hay que comunicarse con él con la piernas, el asiento, la mirada… hacer una gimnasia adecuada al cuerpo igual que un deportista de élite y hay que susurrarle porque el caballo es muy sensible. El caballo es capaz de saber lo que estás pensando antes que tú.
 
Ha hablado de sueños alcanzados, ¿le queda alguno por cumplir?

Que mi hijo y mi sobrino puedan seguir mis éxitos, eso sería un gran sueño.