De las Bellas Artes a trabajar tras la cámara
Amanda Román (Jerez, 1976) dio un pequeño salto, aunque no una pirueta, de las Bellas Artes al séptimo arte, donde pone en orden (o desorden) lo que se ve en cada escena. A saltos entre San Telmo y Vallesequillo II antes de irse a Barcelona a estudiar, su retorno ha estado marcado por el cine, pudiendo hacer el camino inverso que muchos hacen: tener que irse de Andalucía para trabajar. Su último trabajo, 'La maniobra de la tortuga', llega pronto a las plataformas tras su paso por las salas.
¿Cómo llega al mundo del cine?
Estudié Bellas Artes en Barcelona y nunca había tenido contacto con el cine, pero conocí a Juan Miguel del Castillo. Hice la dirección de arte de su primer corto, Rosario, el Curso de andalú, Techo y comida... Así empecé a trabajar con otros directores como Alberto Rodríguez para La peste.
Si en lugar de hace 15 años hubiese llegado al cine hace 25, quizás habría sido todo más difícil.
Está claro que está el grupo de Sevilla que inició Benito Zambrano (Solas), que vio que sí se podía. Luego llegó Alberto Rodríguez. Hay cada vez más trabajo para más personas y este año es la primera vez que he rechazado propuestas laborales porque se me pisan con otros proyectos.
"Al hacer series se corre el riesgo de perder cosas que da el cine, hay que evitar que sean un 'fastfood'"
Mucha gente, entre la que me incluyo, se pierde un poco en cada una de las funciones que hay detrás de una escena de cine.
Todo lo que se ve en escena de una forma u otra es el equipo de arte. Puede realizarlo el director o puede pertenece a un equipo de atrezzo en rodaje o el de avance, que significa construir la escena antes. Ahí están constructores, carpinteros, decoradores, o el que lleva las cuentas, que es el regidor. No siempre he hecho lo mismo. La dirección de arte es lo más creativo, pero también he estado en pintura o en escena en los días de rodaje, que es la primera línea de batalla, la que tiene más adrenalina y donde conoces al resto de equipos.
Fue directora de arte de Techo y comida. No sé si considera esa película un punto de inflexión para el cine en Jerez.
Creo que lo fue. No se habían rodado muchas películas con directores actuales en Jerez y espero que cada vez haya más gente. En Jerez hay muchos profesionales, para rodar aquí no hace falta traer a gente de Sevilla ni de Madrid.
Se encargó de recrear escenas cotidianas de la vida en Jerez. ¿Fue más difícil o más fácil, al tratarse de recrear por ejemplo viviendas que de una forma u otra ya conocía?
Alquilamos tres viviendas de Jerez y queríamos que fuese natural, así que no construimos nada, porque eso supone además tiempo y dinero. Adaptamos lugares a una historia de pobreza, de carencias, la de una madre soltera. Para otros proyectos, me he metido en casas de vecinas de mi abuela, como para el corto Rosario.
Con la llegada de proyectos en los últimos años, la cuestión es que para muchos profesionales detrás de la pantalla como usted, estar en Andalucía o Jerez es el lugar adecuado y en el momento adecuado, al menos en comparación con el pasado.
Es floreciente, y en Jerez tenemos mucho patrimonio cultural e histórico, con una identidad visual que les encanta a los localizadores, y que estaba por descubrir.
¿Harían falta más series andaluzas para streaming como La Peste? ¿Es bueno el boom de las series?
Veo positivo que se realicen cada vez producciones más largas, porque eso da estabilidad económica. Eso sí, ese tipo de trabajos, a veces, generan un detrimento de creatividad, porque en las series te dicen 'quiero esto', y se pierde algo que te da el cine. Hay que tener cuidado con desproteger a los creadores independientes, porque las plataformas pueden llegar a parecerse al fastfood. Por un lado, esa estabilidad es buena, pero por otro lado hay que seguir cuidando el cine. Se puede llegar a perder lo que sea profundo. Los planos pueden llegar a ser un 'pam-pam-pam', que no busquen un lenguaje nuevo. Por eso digo que hay que tener cuidado, porque si las salas de cine están vacías y consumimos todo en casa, podemos perder el gusto por las películas.
Hubo un tiempo en que Canal Sur apostó claramente por series propias andaluzas, como el caso de Arrayán. ¿Debería volver?
Canal Sur sigue apostando y cada dos años creo que se dan ayudas. No sé si habrá cambios con el nuevo gobierno. Todo lo que sea producción de largo tiempo es bueno para la estabilidad, y en realidad, permite también a los creadores ganar dinero y poder luego emprender sus propios proyectos.
"Las películas duran demasiado poco en las salas"
¿Siente que Techo y comida, que fue una gran película, no está del todo reconocida en Jerez, que no hemos celebrado del todo que fuera una historia tan 'made in Jerez'?
Yo creo que sí está valorada, y la gente está contenta con el éxito que tuvo, con que Natalia de Molina al recoger el Goya se lo dedicara a La Granja, pero creo que con los años cogerá más peso. Ahora puede verse en Filmin.
¿Cómo nota al mundo de la cultura en Jerez?
Se están haciendo muchas cosas, mucha gente que hace cosas. Los programas salen a flote. Y además creo que la gente joven cada vez valora más nuestra cultura, como el vino, el flamenco, donde ahora decimos 'esto es mío'. Hay ahora un sentimiento de cuidar nuestra cultura, la de nuestras abuelas, las tradiciones, hay una vuelta a las raíces, y no solo en la cultura de las grandes letras, sino también en el día a día.
¿Qué tal ha sido la respuesta a La Maniobra de la Tortuga?
Estamos contentos por la gente que la ha visto, pero en cine hoy las películas duran muy poco. Casi se prefiere que vaya a las plataformas para que al fin la vea todo el mundo. Estará pronto disponible.
¿Cuánto ha echado al tanque la última vez que fue a una gasolinera?
Ayer eché unos 50 euros, pensé que ojalá dé para el mes entero.
Un plato de verano.
Almejitas a la marinera.
Un lugar para perderse.
En una peli. A mí, que hoy estoy con la regla, me apetece Una habitación con vistas y chocolate. Una película romántica.
Puesta de sol o amanecer, y dónde.
Puesta de sol. En El Retiro de Jerez.
Un libro o película para el verano.
Un libro de Paula Bonet, Los Diarios de La Anguila, que tengo pendiente para leerlo.
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