El lado humanista de las cosas
Inma Parra viene de una familia que ella misma define como "muy humana y sensible". De ahí cree que le viene ese espíritu humanista que ha sacado por la parte creativa. Esta jerezana estudió Bellas Artes en la Universidad de Sevilla. Seguidamente se trasladó a Zaragoza, donde inició su trayectoria artística y de gestión cultural. Su trabajo está ligado a la videocreación, las artes plásticas y el pensamiento, enmarcado en el arte contemporáneo. De regreso a su ciudad natal, llevó a cabo un proyecto de participación social y transformación que llegó a difundirse fuera de Jerez. Actualmente se dedica a temas de gestión cultural y arte vinculado a la ciencia y a Al-Andalus. "El arte está unido al tiempo actual en el que vivimos", asegura Parra, que participó durante el confinamiento en Paciente 0 Cartografía de resistencias, un proyecto colaborativo entre diez artistas que crearon mapas para transitar por nuevos mundos en mitad del contexto pandémico y hasta que terminó el estado de alarma. Este trabajo logró hacerse libro a través de un crowfunding y se presentó en 2021 con una gran acogida.
¿Qué es Paciente 0?
Un proyecto colaborativo a iniciativa de la artista zaragozana, Margó Venegas, al que me invitó a participar cuando llegó el confinamiento. Para mí ese momento fue como el final del mundo, lo recuerdo como un shock. Y a través de la red comenzamos a construir planos entre diez artistas. Nos contagiábamos los unos a los otros, a través del arte visual y la creación literaria.
El proyecto habla en términos de artista-paciente.
Cuando llegó esta situación, nosotros queríamos ser reflejo de lo que estaba pasando en la sociedad. De algún modo, éramos también pacientes, así que aplicamos este juego para soportar los tiempos de espera e incertidumbre. Intentamos dilucidar lo que estaba pasando a través de la creatividad. Éramos como un virus en positivo.
¿Queda algo del confinamiento?
Yo solo quiero aire puro, libre y la calle. En cuanto a la forma de gestionar proyectos, es cierto que todavía quedan coletazos como el certificado covid. La temática tampoco creo que haya influido mucho, más allá de alguna escultura homenaje.
El libro está teniendo muy buena acogida y eso que la pandemia es algo que no gusta recordar...
A mí sí, pero en cuanto al libro. Aunque a la gente no le guste recordar la pandemia, está ahí y sigue estando. Parece continuo porque nos meten miedo con una y otra historia. Así no se puede disfrutar realmente de la vida y de nuestra propia creatividad. Creo que hay que mirarse a uno mismo, salvar nuestro entorno y ver que realmente no hay una amenaza.
De qué trata tu obra en este proyecto.
Me he dejado llevar. Una primera persona ponía una pieza plástica o visual, y yo tenía que continuarla. Creaba lo que me sugería, no era una cosa premeditada. Me dejaba llevar. A veces por el color, otras por la forma, o por el contenido de esa pieza de la que me tocaba contagiarme. Ha sido un trabajo muy libre, no había tanta parte conceptual, sino más bien visual.
¿Y qué te suscitaba en este contexto tan particular?
Lo que más me apetecía era divertirme. Mucho color, formas planas, todo muy divertido. Abrir la ventana y respirar. Era lo que continuamente veía delante de mi pantalla. Me condicionaba mucho la persona que iniciaba el mapa, aunque me encantaba saltarme las normas y por eso traía frita a Margó, que me lo permitía. La verdad es que nunca pensé que esto se llevaría a formato físico.
Además, Paciente 0 integra música a través de códigos QR.
Margó conocía a la arpista Sonia Millán y la invitó a ver los mapas que habíamos creado. Finalmente hizo una música para cada mapa, que se integró al final y que pueden escucharse a través de códigos QR. Fue algo muy personal.
¿Cómo definirías el proyecto?
Un espacio para sacarnos de la pandemia por placer y por gusto.
Un lugar donde comer.
Cualquiera rodeada de amigos y familia.
Otro para descansar.
El campo mirando las ondulaciones de la campiña.
Una playa.
La playa de los Alemanes en Zahara de los Atunes.
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