La presentadora que ya no ve tele
María Espejo (Jerez, 1983) comenzó en esto de estar de cara al público siendo una niña, en una compañía teatral de El Puerto. Un día, su padre vio un anuncio en el periódico: buscaban a alguna chica para presentar un programa de televisión, sin dar más señas. 25.000 cartas llegaron. Pasó varios exámenes, sobre cultura, canto, danza... Y fue elegida para ser una de las presentadoras de La Banda, el mítico programa de la televisión pública andaluza. Rodeada de niños, ha grabado en platós, en parques acuáticos... "La carta no la mandé yo. La escribí pero vi que era para nada. Fue mi padre el que la echó al buzón".
Desde entonces, no ha parado de trabajar y formarse, explica. Pasó luego de seis años por otros programas de Canal Sur, ha estudiado periodismo, ha trabajado en Madrid para TVE, en Londres, y hace algo menos de una década puso en marcha su escuela en Jerez para trabajar tanto la actuación como las prácticas para aprender a hablar en público. "200 alumnos cada año, y decían que Jerez no era para eso. Sí que lo era, con mucho trabajo, que me apasiona". Últimamente, ha participado en El Show de Bertín, después de pasar muchas tardes con Juan y Medio, y en El verano que vivimos fue coaching actoral, dando muchas pautas sobre cómo se expresa un personaje de Jerez, en esa película rodada y rodeada de viñas.
Fueron muchos años rodando programas en parques acuáticos o playas de Andalucía. Unos veranos diferentes. Vamos, cualquier chaval andaluz de 30 años para abajo ha pasado las tardes con usted.
Lo recuerdo con mucho cariño. Los chavales como tú y más pequeños me paran por la calle. Me dicen: "tú eras mi infancia", porque es una etapa de la vida de la gente, y formas parte entonces de la gente. La Banda fue maravillosa, con mucha presencia de cultura y valores. La televisión no tiene ya en cuenta eso. Lo nuestro era más puro, más de verdad. Fomentábamos jugar, que es lo que hace falta. Ves a los niños hoy con la maquinita en la plazoleta, cuando nosotros animábamos mucho a salir a la calle, a jugar el pañuelito, el matar, todos esos juegos que se han perdido.
Era un entretenimiento infantil en andaluz. Aunque sí bien las tecnologías están hoy más presentes, recuerdo a los abuelos quejarse de que echábamos también la tarde viendo la tele, La Banda.
No recuerdo que nuestros abuelos vieran mal los dibujitos y los programas de antes. Por ejemplo, Heidi enseñaba a cuidar de enfermos, a respetar a los mayores, la naturaleza, a disfrutar del viento fresco… Creo que los dibujitos de antes enseñaban la importancia de la sencillez. Aunque en los colegios hoy se hable de educación en valores, me parece que es algo burocrático. Esa educación se tiene que ver en el día a día. Antes los profesores decían mu y mi madre jamás ponía en tesitura su palabra. Eso ha hecho mella en nuestros niños. Se creen con potestad para exigir ciertas cosas.
"Cuando invitas a un niño a jugar, prefiere el pilla-pilla a la maquinita. Los adultos tenemos que enseñarles"
¿Hoy se atrevería a presentar la Banda para los niños de la generación Fortnite?
No. No me atrevería ni me gustaría. He tenido una experiencia supernegativa pero aprendida con la pandemia. Daba mis clases por internet. Ha sido el peor trabajo de mi vida, aunque por otro lado en la escuela estaban superagradecidos. El problema es que no me gustan los ordenadores, ni los móviles, y hace un mes me quité las redes. Me dijeron en marketing que estaría obsoleta, que cómo iba a hacer eso, pero es que no quiero estar pendiente de las redes. Me pierdo cosas del día a día. No llevaría un programa para adaptarme a los niños de ahora, aunque sí para recuperar que los niños estuvieran de nuevo en las cosas sencillas. Cuando a un niño le invitas a jugar, mil veces prefiere el pilla-pilla que la maquinita. Los adultos tenemos que hacer hincapié en eso.
¿Se siente encasillada años después en La Banda? Me viene a la mente, porque las tres primeras preguntas han sido sobre eso.
No, pero nunca he visto que sea algo negativo. Eso de encasillarme... Yo no me ha encasillado. Soy empresaria, he trabajado en muchos sitios. Cuando me recuerda alguien como miembro de La Banda, me gusta. Ese cariño que te dan no se puede llevar hacia lo negativo. Para mí ha sido positivo que me recuerden como la de La Banda. Ahora también me han dicho que soy la niña de Juan y Medio, y lo agradezco, porque tengo 37 años. Al lado de ese tanquete soy una enana, claro. Ahora, la niña de Bertín, tengo padres por todos lados.
Soy periodista, y usted también lo es. Deme tres consejos para que pueda yo presentar La Banda o cualquiera de sus programas.
Formación, frescura, naturalidad... Consiste en no ver la situación como que estás delante de una cámara, sino del público. Hay gente que te ve, y hay que romper esa cuarta pared, que es la cámara. No me veo como presentadora, sino una persona que cuenta cosas. Y añado la empatía, la capacidad de estar en el espectador, de no estar en ti. Lo pasas bien, la otra persona lo pasa bien y se entretiene contigo. Consiste en no ser egoísta.
Dígame un programa de la tele que vea y diga: "Esta es tele bien hecha".
No veo la tele. Veo mucho cine, mucho teatro en directo, muchas series. Y ya está. Como referencia, pongo a Juan y Medio, por su naturalidad, cercanía, desparpajo, por todo eso ha sido un gran maestro.
Yo cada vez leo menos prensa, porque me llevo las manos a la cabeza pensando cómo puede haber publicado ciertas cosas. No sé si le pasará lo mismo.
Totalmente. Hay mucha gente buena en el paro y mucha gentuza dando la cara. Pienso que la preparación ha dejado de ser importante en muchos aspectos. Yo soy natural, tengo capacidad de comunicación, me gusta hablar en público, y eso es superimportante, pero sobre todo tengo trabajo y formación. Yo noto cuando alguien habla con propiedad. No te hablo de un lenguaje reliante, nada de eso, sino sencillo, que llegue al espectador. Enciendo la tele y me da vergüenza, en general. Por eso la veo muy poco. Como referencia, Juan es un hombre culto, preparado, que lee la prensa cada mañana, se documenta bien, está siempre preparado para cada público, que se interesa por los mayores, que viaja un montón, que conoce mundo.
"Defiendo presentar en andaluz. ¿Tenemos que adaptarnos? Adáptate tú"
Hábleme de la formación a Blanca Suárez o María Pedraza para El verano que vivimos. Supongo que les formó en jerezanía.
Ha sido casi un año y medio de trabajo. Trabajamos el acento, la forma de movernos, porque en Jerez somos gente muy característica. La forma de decir carajote es de nosotros, de nadie más. Con la jota muy marcada.
De siempre he pensado que el tesquiiyá -te quieres ir ya- es la verdadera medida para valorar si alguien sabe hablar como aquí.
Es como un idioma. Trabajé con ellos como el que estudia lengua. Escribiendo, escuchando mucho, como un idioma. Mucho speaking de jerezano. Tenemos una riqueza enorme y el acento más bonito. De Andalucía, es de los acentos más bonitos. Está el jerezano con Z, y el que no la tiene. Mis padres usan la S y no sé por qué, aunque ambas son igual de válidas.
"Enciendo la tele y me da vergüenza, en general"
Teniendo que trabajar más allá del Sur, entiendo que le hicieron perder el acento.
En la serie La Peste tuvieron que subtitular algunas partes, porque el director no quería forzar nada en un castellano que no fuera el de Sevilla de la época. Yo creo que se entiende perfectamente. Si como andaluz quieres reforzar la vocalización, vale, pero la forma de acortar palabras se entiende. Defiendo el andaluz a capa y espada. Yo cada vez que voy a tos laos, mantengo mi acento, y punto pelota. Se me entiende aquí y en Pekín. ¿Tenemos que adaptarnos al salir fuera? No, adáptate tú. Si quieres entenderme, lo vas a hacer.
El remate veraneante. Dígame un platito de verano.
Me he aficionado en los chiringuitos de Zahara al pescaíto a la brasa, al borriquete. Buf, me vuelve loca.
Un lugar para perderse.
Bolonia.
Una puesta de sol o un amanecer.
El Palmar para amanecer, puesta en Zahara de los Atunes.
¿Lo de ver amanecer tras una larga noche de verano lo ha retomado?
Lo he podido volver a hacer. Tengo furgo y duermo en la playa. Me despertó con el sol en la cara.
Un libro.
Ahora me estoy leyendo dos a la vez. Cero, de un jerezano, Pablo Pérez Rodríguez-Tenorio. Es como el comienzo de muchas cosas, con relatos cortos que te invitan a volver a la esencia humana. Viene muy bien para acostarse en paz. Y el otro, La vida en un minuto, de José Antonio Lucero, un autor roteño.