De la escuela infantil a la arena política
María José Hedrera (Trebujena, 1982) nunca se planteó meterse en política, pero ahora es teniente de alcalde del Ayuntamiento de su pueblo, y gestiona las delegaciones de Fiestas, Igualdad, Medio Ambiente, Mayores, Participación Ciudadana y Comercio. Una noche estaba bañando a su hija y, sin esperarlo, recibió la visita del anterior alcalde, Jorge Rodríguez, que le propuso ir en las listas para las elecciones municipales de 2019. Aceptó y siguió trabajando en una escuela infantil hasta que, con la remodelación del gobierno y la llegada de Ramón Galán a la Alcaldía, se convirtió en la segunda autoridad del Consistorio trebujenero. "¿Dónde me he metido?", se preguntó tras asumir tanta responsabilidad, aunque a pesar de todo, tiene seguro que quiere continuar en la vida política. "Si pongo en una balanza lo positivo y lo negativo, tengo más cosas positivas, seguro".
¿Cómo se afronta la gestión de una delegación como Fiestas en un Ayuntamiento modesto como el de Trebujena y en plena pandemia?
Con los Presupuestos que tenemos, cuando llega una feria —la de Trebujena se celebra del 11 al 15 de agosto este año—, cuentas con unos recursos limitados, pero apostamos por tener la mejor programación posible, buscando el dinero donde sea. Había que hacer una buena programación, y más este año que hay tantas ganas de feria, por eso traemos a David Palomar y le entregamos el Racimo de Oro a Estrella Morente.
¿Cómo fue el momento en el que le propusieron dar el salto a la política?
Estaba en mi casa bañando a mi hija y me llamó mi primo, que fue en las listas en 2015. Cuando abrí la puerta y vi a Jorge (Rodríguez, anterior alcalde), digo ya está… Me dijo que había pensando en mí para incluirme en las listas y le dije que sí, que iba a consultar con mi marido, pero que sí. No dudé nada, porque a mí me gusta.
"Nunca he sido una persona de quedarme en mi zona de confort"
¿Estar en política era algo que le pasó alguna vez por la cabeza?
No, nunca. Aunque me gustaba, porque he sido una persona reivindicativa en mi día a día y sindicalmente he sido una persona que he luchado por los derechos de los compañeros y las compañeros, no me lo había planteado. Pero la verdad es que nunca he sido una persona de quedarme en mi zona de confort. Este año, con todo lo que conlleva estar en el Ayuntamiento, las delegaciones, la pandemia y demás, me he sacado Integración Social y ahora me he matriculado en un grado superior de Promoción e Igualdad de Género. No me quedo parada. Soy una persona de aspirar, siempre quiero ir más allá, seguir formándome, tener más conocimiento y aprender.
¿De dónde le viene esa vena reivindicativa?
De mi familia materna. El padre de mi abuelo fue asesinado en la Guerra Civil y él siempre nos contaba historias, a mí y a mis primos. Mi abuelo, José El Panza, tenía cuatro pelos y cuando me decía péiname, yo ya sabía que quería contarme alguna historieta. Cuando era pequeña, mi madre trabajaba como temporera en el campo y me dejaba con mis abuelos, que no había marcha, encierro o concentración al que no fueran. Yo recuerdo ser muy niña e ir a una manifestación para defender la viña. Un camión se metió en la cabecera de la marcha y mi madre fue porque allí estaban mis tíos, y a mí me dejó a un lado. Esas cosas las tengo grabadas.
Eso es algo muy en común en Trebujena...
Sí, la conciencia de clase está muy arraigada. A mi hija que va a cumplir ocho años le cuento cosas que en el colegio no le cuentan. Yo quiero que luche por lo que tenga que luchar.
¿Por qué cree que pasa eso en esta localidad?
No lo sé, la verdad. Es como un sentimiento, aunque tenemos que trabajar para que llegue a la juventud, si no la conciencia de clase se pierde. Y la confianza en la clase política te la tienes que ganar.
¿Desde que está en política siente que hay gente que la trata diferente?
Totalmente. He notado que hay gente con la que me llevaba muy bien que ahora mantiene una distancia. Y no he tenido más peticiones de Facebook en mi vida (risas). Pero la verdad es que lo llevo bien, saco muchas cosas buenas de esta experiencia. Trabajar para tu pueblo es una de las cosas más bonitas que hay. Y lo he descubierto gracias a la oportunidad que me ha dado esta organización (IU).
"La política te quita tiempo con tu familia que no vas a recuperar nunca, pero también me ha dado muchas satisfacciones"
Trabajar para su pueblo debe ser lo más bonito, pero gobernar en pandemia lo más duro, ¿no?
Ha sido una legislatura muy dura, muchos frentes abiertos, como el teatro, el castillo, el centro histórico... hay muchos proyectos que culminar antes de que acabe el mandato, pero si pongo en una balanza lo positivo y lo negativo, tengo más cosas positivas.
¿Qué le ha dado y qué le ha quitado la política?
Me ha quitado tiempo con mi familia. Te quita tiempo que no vas a recuperar nunca, pero me ha dado muchas satisfacciones, como que llegue una feria y salga todo bien, que veas a tu pueblo paseando feliz, a la gente que vuelve, esos reencuentros... Son satisfacciones que te llevas.
¿Se planteas repetir entonces?
Sí. Para mí ha sido duro, porque he estado trabajando y llevando las delegaciones, después dejé el trabajo y me vine para el Ayuntamiento, he estado estudiando, con una niña de ocho años... Pero volvería a repetir sin dudarlo.
Un platito de verano.
La sandía o el melón, es lo que más me gusta.
Un lugar para perderse.
La playa de Las Tres Piedras. Ahí dejo a la niña con mi marido y me voy a andar, ahí os quedáis (risas).
¿Puesta de sol o ver amanecer?
El atardecer en la playa. Es un espectáculo. No soy mucho de amanecer.
¿Alguna lectura que recomiende?
Echo mucho de menos leer, ahora no tengo tiempo, pero tengo ganas de leer Los hombres de Federico, de Ana Bernal-Triviño, que sale en octubre.
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