Los mayores artistas dicen que hay mucha poesía en las matemáticas. Según esa regla, cabe pensar que la burocracia, está llena de vida. Es la de otra época, la grabada en los registros, imágenes y acuerdos firmados que retratan con detalle una realidad que ya no es.
Aunque tenga cara y aire de biblioteca penumbrosa y silenciosa, el Archivo Histórico Provincial de Cádiz contiene millones de trazos que dibujan la existencia cotidiana de la provincia de Cádiz con la finura del mejor pintor.

"Es la memoria de una sociedad", resume Santiago Saborido Piñero, su actual director. A este técnico vocacional le toca la celebración del 50 aniversario de una institución ajena para una parte de población, aunque contenga su recuerdo, rescatado y celebrado por los investigadores.
El Archivo Histórico ocupa su sede, en la Casa de las Cadenas, "de las mejores fachadas barrocas de Andalucía", desde 1987. Existe constancia del palacio desde el siglo XVII y su primer propietario pudo ser el comerciante portugués Diego Barrios de la Rosa.
Este comerciante portugués, que tiene dos películas y tres series en plataformas digitales, era "sospechoso de ser judío converso" -muy mala etiqueta para la época- y fingió que un aguacero amenazaba la custodia de Corpus Christi durante una procesión ante su casa.
Como católico fervoroso, ofreció su hogar para que no se mojara la reliquia y, milagro, ese gesto le convirtió en salvador del Rey de Reyes, del cuerpo de Cristo, con lo que obtuvo para los restos los exornos, los honores y la catalogación de "casa con cadenas", toda aquella que alojaba a un monarca.
Con los años y los siglos, la Casa de las Cadenas de Cádiz sería convento de clausura, Farmacia Matute y Hotel Paraíso. La rehabilitación de los arquitectos sevillanos Antonio Cruz y Antonio Ortiz la convirtió en el Archivo Histórico que es hoy tras la compra por parte del Gobierno de España en 1980.
El gigantesco relicario de la calle Cristóbal Colón, 12 de Cádiz celebra ahora los 50 años de vida porque nació como proyecto administrativo mucho antes del traslado, el 10 de abril de 1975. De esa fecha es la orden ministerial originaria y, en estos casos, el registro documental es ley.
El edificio-retrato que interpretan los investigadores al bucear en su océano de papel -ahora, también bytes- contiene todas las miserias y las grandezas de una tierra de paso y de vinos, de un mar protagonista en el mundo por ubicación, comercio, batallas, bodas, bautizos y comuniones.

"Es la memoria histórica de la sociedad a la que servimos y nuestras obligaciones son recoger, conservar, organizar, describir, ofrecer y difundir toda esa información", detalla el director.
El punto de partida es tan prosaico y solemne como las actas notariales. A partir de ahí se añaden con el tiempo otras fuentes a la memoria colectiva de Cádiz que reúnen miles de toneladas de documentos.
"Si pusiéramos todos los legajos, las hojas, los folios, carteles y documentos en fila, uno tras otro, se extenderían 15 kilómetros".
Si todo está en los libros, todo pasaba por los notarios, "desde el acuerdo de la boda más humilde hasta la venta de una taberna, todo". Tanto era su protagonismo que "en el Cádiz de finales del XVIII, con apenas 50.000 habitantes, había 17 notarios activos. Hoy hay cuatro".
La fecha del más antiguo de estos registros es de 1513. Los piratas anglo-holandeses quemaron casi todo lo anterior en su brutal asalto de 1596. Algunos sabios supieron esconder algo, un poco.

A partir de ahí, hasta hoy, cinco siglos y pico de papeles empapados de realidad, "testamentos, dotes, contratos y acuerdos" que sirven -en las manos y los ojos adecuados- para ver con toda claridad la realidad de hace 350 años. Tan diáfana como la de hace cuatro décadas.
Un somero repaso -el profundo es inabarcable- a los testimonios que contiene permite ir de asombro en asombro, de un descubrimiento en otro. Con las décadas, a las esenciales actas de notarios y al catastro se añadieron otras muchas fuentes.
El resultado es el mismo, un pormenorizado diario de la vida en la provincia de Cádiz. "El nacimiento de las lindes, de cada territorio, las grandes migraciones a América, las colonizaciones alrededor del Guadalete y el Guadalcacín".
"También el expediente escolar de Manuel de Falla, los planos de todas las fincas rústicas de la provincia, toda su historia. Todo está aquí", recuerda Saborido en un intento imposible de poner ejemplos.

Es posible hacer un repaso por el nacimiento de cada municipio actual de los 45 en la provincia, de todas sus pedanías, el traspaso de las propiedades de la todopoderosa Iglesia a manos paganas, hasta el "origen de los pasaportes", creados por Fernando VII en 1820 como evolución de "los salvoconductos".
Los contratos de las navieras permiten detallar cómo y cuándo salía el vino de Jerez al mundo o asistir al nacimiento de naciones jóvenes. Aparece documentado el primer consulado de Estados Unidos en España, en Cádiz, en 1776, nada más constituirse aquel nuevo país que ahora trae de cabeza al planeta.
Del Colegio de Arquitectos al penal de El Puerto
Con la llegada del siglo XX, el peso político de los testimonios impresos, de los papeles que hablan, se agrava. Siempre existió, pero crece como el dramatismo, quizás por cercanía. A los documentos de origen oficial se añaden los de donaciones particulares o institucionales, de inmenso valor.
Entre las últimas, fondos de la Audiencia Provincial, de los trabajadores portuarios y el Instituto Nacional de Colonización, miles de fichas de trabajadores españoles en Gibraltar o los expedientes de "familias numerosas".
También destacan las aportaciones empresariales, de firmas históricas en la industria y la exportación como Bensusan, González de Peredo, Vigorito y la fábrica de tabacos de Cádiz.
Especialmente rica es la del Colegio de Arquitectos (13.000 instalaciones y 67.000 proyectos). Como las de la contaduría de hipotecas, el Gobierno Civil y, sobre todo, los 10.000 expedientes penitenciarios de la prisión de El Puerto de Santa María, con historias dolorosas de personas cuyos descendientes directos aún viven.

En la conversación provocada por el 50 cumpleaños del Archivo Histórico salen nombres marcados como Luis Ortega Brú, el imaginero de San Roque preso y fichado "por rojo" que acabó por ser gloria de la Semana Santa en los años 60 tras perder, fusilados, a sus padres cuando era un adolescente.
El de Teodoro Miciano, el artista gráfico de Jerez, pionero del diseño, también represaliado, perseguido y vigilado durante toda una vida en la que dejó varias de las creaciones publicitarias o artísticas más vistas del siglo XX.
Como irónico ejemplo, de Miciano es el dibujo del águila imperial de las monedas de un duro de la España franquista. Los dos, entre miles, aparecen como culpables de "adhesión a la rebelión" en fichas policiales y actas judiciales (su remedo arbitrario) que la prisión portuense legó a la Casa de las Cadenas.
La reciente y magna colección Garófano
La vigencia del cofre del tesoro histórico de la provincia de Cádiz es absoluta. Su protagonismo es actual. Mantiene actividad y atractivo. Como pruebas, las últimas donaciones, incluso en 2024, de la familia del almirante Pascual Pery Junquera o del filósofo y exconcejal gaditano Rafael Garófano.
Garófano, fallecido en diciembre de 2023, añadió a su ejemplar trayectoria docente y política una excelsa labor de investigador vocacional, apasionado, sobre la trayectoria de la fotografía, sobre todo, y el cine en Cádiz.
Durante toda su vida buscó y reunió piezas, documentos y datos de todo tipo sobre las primeras proyecciones en la zona, sobre la evolución de ambas artes en la provincia, con la búsqueda y conservación de material técnico, desde "artefactos y fotografías" de mediados del siglo XIX hasta el presente.

Su voluntad particular -tras un enorme trabajo de recopilación de su sobrina, Ana Martín de Oliva- era que las 15.000 piezas de su colección pasaran, tras su fallecimiento, a ser parte del patrimonio del Archivo Histórico Provincial de Cádiz.
Pocos testimonios mejores para respaldar la capacidad de conservación y explicación que contienen las cinco plantas, con miles de toneladas de documentos, disponibles para los ciudadanos y los estudiosos, para todos los curiosos.
El templo de la memoria colectiva, poblado por una enormidad de historias personales y reales que esperan a ser recordadas, cumple 50 años.
El salto a la era digital, con perfiles oficiales en todas las redes sociales y una ingente labor de digitalización permanente, debe permitir que cumpla, serenamente, otros 500. Hasta que la vida de hoy sea remoto recuerdo para los que vengan.