“Estudié Náuticas, me hice marino, porque yo quería ver mundo”. Y lo ha visto. Más de 50 países de todos los continentes. El último, a finales del reciente verano, las Islas Feroe, “pertenecen a Dinamarca pero tienen una gran independencia. Sólo viven 50.000 personas en casi 1.500 kilómetros cuadrados, ha sido una experiencia asombrosa”.
Más que marino, es viajero. Mantiene un blog con sus vivencias y expediciones particulares. Lo alimenta de forma placentera y disciplinada, “cada tarde de domingo”. Esa apasionada faceta le ha dado más recuerdos que la etapa en la marina mercante tras licenciarse en Ciencias Náuticas en Cádiz, universidad por la que es catedrático, y culminar un postdoctorado en Hamburgo.
“Cuando te embarcas crees que vas a ver muchos países pero luego llega la cruda realidad. De cuatro días amarrado, dos te toca guardia y en los otros dos resulta que el puerto está fuera de las ciudades, apartado, muy lejos de lo que quieres ver”.
Francisco Piniella Corbacho (Cádiz, 1961) es Paco para los cercanos, que son muchos. Afable sin perder carisma, firmeza. Racional y pragmático desde la ligereza, rescata recuerdos a bordo del coche oficial con el que ha realizado “unos 25.000 kilómetros al año” como rector de la Universidad de Cádiz.
Se despide del cargo, en los primeros días de diciembre debe culminar el proceso de elección de sucesor y darse el relevo, tras una etapa fructífera y compleja, se lleva un aplauso casi unánime. Solo cuatro años que no ha querido prolongar con otro mandato. La persona que le suceda, por cierto, tendrá seis años ya y no podrá repetir de forma consecutiva, sólo tras un paréntesis.
"Desde el principio pensé en estar sólo cuatro años pero al poco de tomar posesión llegaron circunstancias personales que me hicieron decidirlo con toda seguridad"
“Desde el principio pensé en estar sólo cuatro años pero al poco tiempo de tomar posesión me llegaron circunstancias personales, familiares, que me hicieron decidirlo con toda seguridad. Cuatro años y nada más”. Con el traje y la corbata, camino de Algeciras para inaugurar un centro de investigación, repasa este periodo que pone fin a muchas cosas.
Con el adiós al cargo llega el final de varias etapas de su vida. La de participación social, en comunidad. La académica, como docente. Casi se jubila de todo. A los 62 años, acumula varias décadas de activa representación. Fue concejal por el PSOE en Cádiz, con Rafael Román de candidato a la Alcaldía, y llegó a competir la secretaría general del partido en la ciudad.
Hace bastante tiempo y no guarda buen recuerdo de la vida de partido. “Mejor pasar rápido por todo aquello”, dice con la sonrisa amable y juvenil que le cierra los ojos. Era miembro de Nueva Izquierda, una formación siempre a mitad de camino entre los socialistas e Izquierda Unida, entre la rosa empuñada y el Partido Comunista. “Ahí llegaron todos desde el PSOE o desde IU pero yo fui de los pocos que entró directamente”.
Hace años que renunció a toda militancia, dice con un desencanto desenfadado. Sin dramas. Se alejó. Lo dejó. Un alto en el camino hacia Algeciras le ayuda a cambiar de conversación. Tiene mucha y esa no le atrae demasiado.
Hay que hacer escala en el notario para firmar un convenio. Le espera la responsable legal de la UCA, Begoña Navas. Ambos se dirigen con tal seguridad y rapidez al despacho que se nota: lo han hecho muchas veces. “Hay que firmar mucho. Y varias personas, por seguridad legal. También hay fórmulas de firma digital, que se usan cada vez más”, detalla a modo de disculpa innecesaria.
De vuelta al coche, un Peugeot algo incómodo, demasiado coupé pero “eléctrico, para dar ejemplo”, luce una de sus principales cualidades. Durante toda esa mañana de lunes y al día siguiente recibe muchos halagos que siempre van en una dirección: sabe hacer equipo, delegar, reconocer con generosidad a los que le rodean.
Moisés, el conductor silencioso, un galáctico de la discreción y la eficacia como sacado de una película japonesa, sirve para demostrarlo. Mientras toma café, alejado del vehículo y el chófer, Piniella muestra su admiración: “En estos años, jamás le he visto consultar un GPS, un navegador de coche o de móvil que ahora usa todo el mundo. Nunca. He llegado a la conclusión de que estudia la ruta antes de salir de su casa. Otra explicación no tiene que nunca dude, que nunca tenga que dar vueltas buscando una dirección en ninguna ciudad, que nunca se retrase por coger por dónde no es. Ni una sola vez. Es un profesional increíble”.
Ya enfilando el borde de Las Canteras, para coger la Jerez-Los Barrios, trata de hacer un balance personal de estos cuatro años con el Rectorado en la cabeza. Hay un suceso fundamental. El suceso. El que todos recuerdan aunque se haya impuesto un pacto impronunciable para mencionarlo cuanto menos: “Soy el rector del covid, el de la pandemia. Eso se me quedará, claro. En el acto solemne de despedida, junto a los birretes, las togas, las banderas y todo eso, deberían poner una mascarilla gigante en el suelo, en mitad del salón de actos”, ríe con gesto agridulce, con el afán de que el humor reste peso al recuerdo.
"Soy el rector de la pandemia. Eso se me quedará. En el acto de despedida, junto a birretes, togas y banderas deberían poner una mascarilla gigante en el suelo"
“Fue muy difícil. Lo más difícil que me ha tocado. Bueno, como a todos, en todas partes. La Universidad se paralizó. Fue un impacto al principio pero luego tratamos de adaptarnos, como todos, también. Todo el mundo a casa, a trabajar a distancia. Afortunadamente ya teníamos un campus virtual que funcionaba bien pero en aquellos días, y ya desde entonces, triplicó su actividad. Fue complicado para todos, no sólo para el alumnado y los docentes, especialmente para la gestión, para lo administrativo”, detalla con gesto torcido y sin sombra de sonrisa.
“La pandemia fue una etapa muy difícil. No había límite en el horario de trabajo. Al final, con aquello de estar en casa encerrados, estábamos todo el día, todo el día, todo el día trabajando. No había principio ni final de las jornadas. Afortunadamente no perdimos a ningún compañero por la enfermedad. Tuvimos dos casos muy, muy graves. De hecho, en uno, él se recuperó y murió su mujer. También hubo casos de profesores, amigos, ya jubilados, mayores, con enfermedades previas que se les complicaron pero no hubo ningún fallecimiento directo por covid”.
"Con los exámenes no presenciales había mucha desconfianza. Habría algunos fraudes, claro, pero también los hay en los presenciales"
Ya con el coche por Alcalá de los Gazules decide, como ha hecho la mayor parte de la sociedad, dar por cerrado el recuerdo de esa etapa: “Me quedo con que la mayor parte de la gente colaboró. Hubo una minoría que ponía pegas, que si no tengo internet en casa, que si las cosas no se hacen así, que yo no quiero trabajar así... Pero fueron muy pocos. Con los exámenes no presenciales hubo cierta reacción porque, claro, la gente no se fiaba. Yo también pensaba que iba a ser muy difícil. Había mucha desconfianza pero al final salió adelante. Habría algunos fraudes, claro, pero también los hay en los exámenes presenciales”.
El desplazamiento que comparte, la reunión vespertina y telemática con rectores andaluces, la rueda de prensa de balance, al día siguiente, forman parte de una particular agenda, la de la despedida, la del cierre. Se deja grabar y fotografiar en esos días. Son agridulces. Algo se acaba pero son momentos de recoger piropos, reconocimientos y gestos. Unos días antes, en la apertura del curso académico, llegó a emocionarse cuando el aforo le dedicó una larga e intensa ovación.
"No, no me quiere todo el mundo. Hay dos o tres que me ponen como los trapos en redes o medios cada vez que sale una noticia o foto mía. Hay gente que no está de acuerdo con uno y así tiene que ser"
"No lo esperaba, la verdad", responde. A las pocas horas, el consejero de Educación y Universidades, José Carlos Gómez Villamandos, que fuera rector de la Universidad de Córdoba, le ponía de ejemplo dialogante, propositivo y resolutivo. Decía que le iba a echar de menos. "Y eso que es del PP", se ríe. Cuando el trayecto en coche hasta el puerto de Algeciras termina, el presidente Juanma Moreno repite ante el micrófono palabras similares de afecto y tributo. Hasta el alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, le califica en ese acto público como "el mejor rector de la historia para Algeciras, para el Campo de Gibraltar".
Todo el mundo quiere a Paco podría llamarse el musical. "Qué va, qué va. Nunca es todo el mundo. Hay dos o tres que me ponen como los trapos, sin falta, en redes o medios cada vez que sale cualquier noticia o foto en la que aparezco. En cada una. Los mismos. Hay gente que no está de acuerdo, siempre. Y así tiene que ser. Hubo algo de tensión en la Universidad en el primer año que llegué al Rectorado, el proceso electoral fue algo difícil y eso se notó luego, algo quedó pero en cuanto pasaron unos meses desapareció. Quizás contribuyó que dijera que sólo iba a estar cuatro años, así los haters se relajaron", dice de regreso a la sonrisa.
Un café antes del acto institucional confirma su relativa y sorprendente popularidad en el entorno universitario. Elige la Escuela Politécnica, Ingenierías, de Algeciras. Al llegar a la cafetería intercambia bromas con los dos camareros, se conocen. Con varios profesores. Todos por su nombre, o con diminutivos. Los estudiantes miran de reojo y cuchichean en susurros. Le reconocen.
En esta pausa entre coche, saludos formales y discursos oficiales, reflexiona sobre la tarea diaria de estos cuatro años. "Puede parecer que el trabajo es más de representación, actos protocolarios y discursos, casi todo siempre por la mañana, pero hay muchas horas por la tarde, en casa o en el despacho, conectado, delante del ordenador, reuniones telemáticas, correos... Hasta las 11 de la noche muchas veces. Yo tengo los trajes preparados y las corbatas con el nudo hecho. Al principio pensaba que los días más duros eran los que tenía que ponérmelos. Luego me di cuenta de que con traje o sin traje, iban a ser muchas horas de trabajo, muchas. Distinto pero trabajo".
Lo esencial de los halagos que recibe estos días, en estas horas, es saber si tienen un origen real, práctico, tangible, visible y numérico, si corresponden a una buena gestión o sólo hablan de afinidad personal, de cariño amistoso. ¿Se está estropeando mucho el ascensor social que era, o debía ser, la universidad?
"Se está produciendo un retroceso durísimo en la función de ascensor social de las universidades"
"Para una generación como la mía, entrar en la universidad suponía un logro porque veníamos de unas familias que no habían podido ir, en las que no había buenos sueldos. Eso, durante la Transición, se consiguió. Ahora me da miedo que la universidad se convierta en un elitismo elitista para élites. Eso de que sólo tal o cual máster privado te va a dar trabajo. O que la universidad privada le va a dar a tu hijo esa determinada carrera aunque no saque la nota media. Lo temo", reflexiona.
Con la vista perdida en la autovía Jerez-Los Barrios, por la ventanilla, concluye: "Para mí se está produciendo un retroceso durísimo en esa función de ascensor social. Hay que defender mucho la universidad pública porque además está dando mucha calidad, mientras que las universidades privadas, muchas de ellas, son muy pequeñitas, dan títulos con muy poca base de investigación".
Su salida como rector coincide con la aprobación de varias universidades privadas en Andalucía: "Se abrió la puerta y ya es difícil de parar. Como con los conciertos de la sanidad, y ningún partido puede hablar porque comenzaron con el PSOE hace muchos años. Se abrió la puerta a la primera universidad privada y ahora se ha ampliado a cuatro más. Cinco universidades nuevas y todas en la costa, en Málaga. El Ayuntamiento de Málaga, una institución pública, ha cedido espacio a una universidad privada. Es muy fuerte. El mayor síntoma de lo que se puede venir".
Hablando de espacios públicos, estuvo a punto de ser el rector que recuperase definitivamente Valcárcel, frente a La Caleta, en Cádiz, como recinto universitario, como sede de la Facultad de Ciencias de la Educación. Un acuerdo entre Diputación, Ayuntamiento, Junta de Andalucía y UCA parecía hacerlo posible. Sin embargo, tras 20 años de espera y 20 días de ilusión, reapareció la burocracia para volver a frenarlo todo.
"Valcárcel es difícil de explicar. Parecía que sí, luego todo se paraba. Todo lo que tenía que hacer la Universidad de Cádiz lo ha hecho"
"Parecía que sí. Luego todo se paraba. Es difícil de explicar. Todo lo que tenía que hacer la Universidad de Cádiz lo ha hecho. Y si el proyecto de ejecución ha tardado más es porque no pusimos todos los esfuerzos en común, dentro de un mismo sistema, hasta que no se produjo aquella reunión que ilusionó a todo el mundo".
Ya no se atreve a decir si su sucesor o sucesora en el Rectorado será el que viva la inauguración de Valcárcel como facultad: "Si el proyecto se firma alrededor de Navidad o a principios de 2024, por supuesto que sí da tiempo. Aunque entiendo las dudas porque a veces parece que sí y a veces parece que no. Ese edificio tiene que tener ya una utilidad social".
"Hace un año hicimos una visita con periodistas y todos decían que no podía ser, que aquello se está cayendo cuando es un edificio magnífico, histórico, declarado bien de interés cultural. Se intentó con lo del hotel y no se pudo. Y en la época anterior a mí, Eduardo González Mazo e Irene García acordaron este proyecto de facultad con la Junta Andalucía, el proyecto básico. En una de las primeras entrevistas que me hicieron como rector tuve que reconocer que no había presupuesto. Luego vino el consejero y dijo que no se iba a hacer... Entiendo que se vea como un laberinto. Antonio Sanz ha intentado desatascarlo, por lo menos mediáticamente. Y ahora la cuestión es rematarlo todo presupuestariamente".
Aunque ya no estará en el puente de mando de la Universidad, su punto de vista sobre el futuro inmediato de la primera institución académica en la provincia es particularmente privilegiado ¿Puede ser el momento social, histórico, ideal para que la Universidad de Cádiz tenga rectora por primera vez? "No puedo tomar partido, no sería ético. Es una posibilidad porque hasta donde sé hay dos candidaturas y una la encabeza una mujer. Así que es posible".
"¿Una rectora por primera vez en la UCA? Hay dos candidaturas y una la encabeza una mujer. Así que es posible"
La crisis demográfica se prolonga. La tormenta pega fuerte en todos los estamentos de la educación. Educación Infantil, Primaria, hace varios años que pierden alumnos por miles cada inicio de curso. Por orden matemático, esa tendencia llegará pronto a la universidad. Algunos advierten que ya ha llegado. "El descenso demográfico de jóvenes es muy fuerte, muy fuerte. Pero el curso pasado mantuvimos el número de alumnos y en este, el nuevo, ha aumentado. Hay carreras que no solamente cubren el 100%, sino que podríamos cubrir el 400%. Por ejemplo Medicina, Enfermería, Matemáticas...".
"No voy a tener nietos. Como a mucha gente de mi generación, nuestros hijos ya nos lo han dejado claro. Que no"
Los buenos números del presente tampoco deben impedir un esfuerzo futuro: "Tenemos que captar más alumnado en Iberoamérica. Y creo que es importante que cada vez haya más profesores que puedan impartir clases y grados en Inglés. Hay que atraer gente de otros países, de zonas con otra realidad demográfica, de Sudamérica, Norte de Europa, África porque aquí la realidad demográfica es muy complicada. Yo no voy a tener nietos. Como a mucha gente de mi generación, nuestros hijos ya nos lo han dejado claro. Que no. Ese cambio es irreversible a corto plazo".
Y luego está el prestigio, tan importante en el mundo universitario. Lo que los demás piensan del trabajo propio. La Universidad de Cádiz arrastra la fama de ser poco valorada en algunas titulaciones. Piniella, ya de regreso de Algeciras, con un gran centro de investigación de tecnología marítima recién inaugurado, cree que la situación se ha invertido hace bastantes años, muchos más que cuatro.
"Estamos entre las mil mejores universidades del mundo, aunque fuera en el puesto 999. En las ciencias relacionadas con el mar nos sitúan entre las 500 mejores del mundo. Hay que tener en cuenta la cantidad de universidades que hay. También nuestro tamaño, somos una universidad media. Ni de las pequeñas ni nos podemos comparar con Sevilla o Granada. Es la realidad".
Afirma que su equipo ha intentado fomentar una estrategia: "Es el nombre, la marca lo que estamos intentando promocionar. Especialmente a través de los egresados. Entre los que se formaron aquí tenemos, por ejemplo, el primer Premio Nacional de Investigación para una mujer, Laura Lechuga, que hizo Bioquímica con nosotros; un ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, estudió Derecho en Jerez; Bibiana Aído, otra ex ministra, estudió en Cádiz... Son nombres de una campaña de egresados para vender la marca. A veces la gente piensa que yéndose a otras universidades le va a ir mejor y no es así. No es así".
"Todavía no me jubilo. Me quedan varias tesis que dirigir, una montaña de papeles, tendré que dedicarle meses. Calculo que en 2025, ya con 63 años"
Será que la Universidad de Cádiz arrastra fama de compleja, con cuatro campus, alguno a cien kilómetros del resto, como el que acaba de visitar en Algeciras. O el de Jerez, "una ciudad con más del doble de población que Cádiz y que Algeciras. Es cierto. Es muy complicado. Creo que ninguna otra universidad española tiene cuatro campus tan separados, tan diferenciados. En la gestión, económicamente, implica cuatro bibliotecas, cuatro administraciones, cuatro de todo. Pero es la peculiaridad, la riqueza, de esta provincia y no se puede modificar. Al contrario, hay que potenciarlo".
Al día siguiente de la visita a Algeciras toca rueda de prensa de balance en El Olivillo. Una hora antes repasa los documentos que ha preparado con Paco Perujo, jefe de comunicación. Cifras, datos, gráficos y una conclusión, a medio camino del deseo: "Dejo una universidad más humana". Hablando de humanidad, ¿qué va a hacer ahora, cuando deje el cargo? "Todavía no me jubilo, me quedan varias tesis doctorales que dirigir, tengo trabajo pendiente, una montaña de papeles, así que tendré que dedicarle unos meses a todo eso. Luego, ya con 63 años, calculo, en 2025, sí creo que me jubilaré. Vivo con mi hija Marta y quiero dedicarme a lo que siempre me ha gustado, a viajar y a la cocina. Ah, y a escribir".
¿A escribir? ¿Usted también? "Hace un tiempo terminé una novela y la experiencia me resultó estupenda. Ninguna editorial quería publicarla pero ahora me ha llegado una carta de una que está interesada. No diremos el nombre por no gafar ni comprometer. Así que creo que cuando me jubile empezaré a escribir otra. He disfrutado mucho escribiendo la primera. Me ha resultado un placer".
Pues de eso se tratará en la jubilación, de perseguir el júbilo.
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