Cuando a Alberto Estrada (Chiclana, 1982), con menos de 40 años, le dijeron que tenía Parkinson, no se lo creía. "Pensé que se había equivocado el médico". Pero no, no se equivocaba. Es una de las 160.000 personas que padece esta enfermedad en España, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). En su caso, de forma temprana. Muy temprana.
El 2% de los mayores de los mayores de 65 años la padecen. Y el 4% de los mayores de 80. Un 15% de los diagnosticados de Parkinson tiene menos de 50 años. A Alberto, que llevaba tiempo padeciendo de insomnio y presentaba otros síntomas, lo avisaron de que su diagnóstico podía pivotar entre tres enfermedades: Parkinson, ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) o esclerosis múltiple. Léase muy entrecomillado: cuando supo lo que tenía, hasta sintió algo de alivio.
Antes de ponerle nombre a sus males, tuvo que pelearlo. Le hicieron pruebas en el Hospital de Puerto Real en mayo de 2019, pero no fue hasta septiembre, después de reclamarlas, cuando en el Hospital Puerta del Mar de Cádiz le dieron la mala noticia. Para colmo, "con una falta de empatía tremenda". Abrió la puerta de la consulta y escuchó, de sopetón: "Alberto, ¿qué te dije? Positivo en Parkinson". De esta falta de sensibilidad y de la tardanza en el inicio del tratamiento se queja, y lo visibiliza para que se ponga solución a estos problemas.

De la consulta salió hundido. Pensando que por qué a él. Qué iba a pasar. Cómo lo iba a llevar. Cómo le iba a afectar, a él y a su familia. Las típicas preguntas que cualquiera se haría en su lugar. Pero se repuso rápido. Apenas 15 días después estaba compitiendo en una ultra trail, es decir, una carrera de montaña. En este caso, de 135 kilómetros, con 6.700 metros de desnivel. Concretamente, la del Valle del Genal, en Málaga. Quedó quinto. Porque si algo sabe hacer Alberto, y algo le ayuda, es practicar deporte.
"Llevo muchos años haciendo deporte e interiormente me conozco. La lógica me decía que si el Parkinson es un trastorno del movimiento y una enfermedad que afecta al sistema nervioso completo... ¿Cómo le aporto endorfinas al cuerpo?", se preguntaba. Las hormonas de la felicidad las encuentra corriendo, nadando, montando en bici, esforzándose al máximo, poniendo su cuerpo al límite. De ahí que no pare de buscar "emociones". Seas cuales sean.
Y como lo que mejor sabe hacer es participar en duatlones, triatlones y todo tipo de carreras de resistencia, eso hace. Para olvidarse del Parkinson. Para aplacarlo. Para decirle aquí estoy yo. "Si quieres atacar a esta enfermedad, tienes que estar fuerte. Eso pienso". Y eso pone en práctica. Casi cada día entrena. Cuando lavozdelsur.es lo visita, viene de correr por el Pinar de Hierro, en su Chiclana natal, donde el aire que se respira no puede ser más puro.
Tanto Alberto como su padre, Pepe Estrada, se lo conocen bien. Ambos entrenan juntos cada vez que pueden. El hijo empezó a practicar deporte cuando tenía pocos años. El polideportivo de Santa Ana, la barriada de Chiclana donde se crio, tiene buena parte de culpa. Baloncesto, fútbol, balonmano... lo que le echaran. Con 14 años le hablaron del triatlón. Ni sabía lo que era. Pero hizo el primero en 1998 y desde entonces no ha parado. Una media de más de 20 pruebas anuales.

Y eso le ha "salvado". Le ayuda a sobrellevar el Parkinson, que se ha instalado en casa. El "señor Parkinson" lo llaman en la familia. A este "señor" lo recibe Alberto pleno de energía. Corre, nada, monta en bici, pero también hace entrenamiento funcional en el gimnasio. Todo para que no le pille con la guardia baja. "Físicamente, quiero estar fuerte para eso. Yo me monto mis películas. Últimamente, le doy más vueltas a la cabeza", confiesa.
Y de esas vueltas vienen los episodios depresivos, que también los ha tenido. Y se los ha tratado. "Empiezas a darle muchas vueltas a la cabeza", insiste. Y pasa días motivado, pero también tiene, claro, momentos duros. Con vómitos, mucha rigidez, dolor de brazos y de piernas. Y ahí se convence de nuevo de que el Parkinson no puede cogerle sin energías. "Cuando estoy depresivo mi mujer me dice que me vaya a correr o a andar. Lo que sea".

"El deporte es mi mejor tratamiento", dice Estrada, que se toma tres pastillas diarias. Le gustaría someterse a tratamientos de fisioterapia y logopedia más a menudo, pero con lo que cobra por la incapacidad permanente total que tiene concedida no le alcanza. Por eso intenta, a través de su abogado, que le concedan la incapacidad permanente absoluta. "No me la dan por mi buen estado físico, pero tienen que ver que mi enfermedad va a más, quiero estar bien con 50 o 60 años", proclama.
Un documental para cumplir un sueño
Hace unos días, un hombre paró a Alberto en mitad del Pinar de Hierro, donde entrena, para decirle que es su superhéroe. Que se había emocionado mucho viendo su documental. "Ese estímulo te da ganas de seguir viviendo", comenta. Ya saben, busca emociones y las encuentra, mucha veces de forma inesperada.
Porque cuando Rafa López le propuso hacer un documental para contar su historia, tardó poco en decir que sí. De esa propuesta salió Vivir es la meta. Corriendo 100 millas con Parkinson, una pieza audiovisual en la que narra su vida, sus experiencias, sus emociones, antes, durante y después de cumplir uno de sus sueños: competir en la ultra trail 100 Millas Sierras del Bandolero, lo que es lo mismo que decir que son 27 horas corriendo o andando sin parar. 160 kilómetros por la montaña.

El documental, cuenta Alberto, ha sido aceptado en el Festival de Cine de Málaga, y lo está presentando por distintas localidades. En el trabajo que dirige Rafa López, y produce Zima Visuales, se le ve cruzando caminos y montañas entre Prado del Rey y Ronda, a través del Parque Natural Sierra de Grazalema y la Sierra de Líbar.
"Me dicen que es el mejor documental que han visto, o lo comparan con 100 metros, el de Dani Rovira —que cuenta la historia de Ramón Arroyo, que padece esclerosis múltiple—. Todo eso no hace más que estimularme, además de darle visibilidad a la enfermedad, que no solo afecta a mayores", insiste Estrada, que también quiere aportar su granito de arena para impulsar su investigación.
Alberto Estrada corre, nada y pedalea para olvidar el Parkinson. Para estar fuerte cuando le dé una embestida. Pero, sobre todo, porque no concibe la vida sin hacerlo.
—"Mi mujer es cuidadora de ayuda a domicilio y se llevó nueve años con una mujer con Parkinson. ¿Has visto cómo es la vida?".