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La villa de los poetas, romana, musulmana y reconquistada por los cristianos en 1253, callejuelas laberínticas, altozanos estrujados entre miradores y monumentos históricos. Mucha cal a las puertas de la Sierra de Grazalema y rica gastronomía. Arcos de la Frontera, con su balcón a la peña, con esa luz de atardecer que es poesía desde su lago, es experta en preservar tradiciones. Una de ellas, en boga estos días, es la Zambomba. Y a Arcos también le pertenece. Y mucho.
Junto a Jerez, donde estos fines de semana de noviembre a diciembre hay debate entre vecinos y hay masificación turística a cuenta de esta fiesta, la Zambomba de Arcos fue también catalogada como Bien de Interés Cultural (BIC) en 2015, tras un largo proceso de instrucción de un expediente en el que participaron el etnomusicólogo Manuel Naranjo, los antropólogos Eva Cote y Julio de Vega, y la historiadora Carmen Penélope Pulpón.
Esta celebración típicamente de la antesala de la Nochebuena "constituye una manifestación cultural excepcional, única, múltidimensional y dinámica que se erige como una de las celebraciones navideñas más genuinas e interesantes de Andalucía. Su dimensión social, simbólica e identitaria así como su riqueza lírico-musical son los principales argumentos que sustentan nuestra propuesta de inscripción en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de esta actividad etnológica", recoge el texto del expediente, consultado por lavozdelsur.es.
En cambio, entre Jerez y Arcos hay matices en esta celebración que hasta hace poco típicamente tenía lugar en la antesala de la Nochebuena y que ahora, por mor de la impaciencia y el lucro, se anticipa inusitadamente casi a mediados del mes de los difuntos. "Los escasos treinta kilómetros que separan a ambas poblaciones hacen que compartan un universo común para la fiesta de tradición navideña, si bien es cierto que se aprecian ciertos matices diferenciales que aconsejan la consideración individualizada de éstas", recogen los instructores del expediente que logró que esta fiesta fuese declarada como BIC.
Las Zambombas de Jerez y Arcos tienen un mismo origen, "pero han evolucionado de manera divergente. Mientras que las jerezanas han alcanzado mayor popularidad y carácter mediático debido, en gran parte, a su creciente aflamencamiento, las arcenses han permanecido más en la línea de lo que se podría considerar la Zambomba tradicional".
"Los cambios que han experimentado —abundan— no alcanzan la profundidad de los apreciados en Jerez, han permanecido más restringidas al ámbito privado y el repertorio no se ha visto tan estandarizado. Siendo las jerezanas las más divulgadas y mediatizadas, las arcenses merecen también ser registradas, catalogadas y protegidas al tratarse de expresiones igualmente significativas a la hora de aprehender esta manifestación cultural en toda su dimensión. La Zambomba arcense nos puede aportar una información clave a la hora de rastrear la evolución y desarrollo de las que hoy en día se celebran en Jerez".
Es Calle de San Francisco uno de los villancicos que están en cualquier top de la playlist de las cientos de Zambombas que estos días alberga Jerez, pero hay que conocer que la letra que da título a esta copla de Nochebuena alude a una calle de Arcos.
Ana María Moreno, jerezana que reside desde hace 52 años en Arcos, pertenece a una de las asociaciones de mujeres, Beatriz Pacheco, que más ha hecho por preservar lo genuino de esta singular muestra etnográfica. "Se vio claro que aquella que va para arriba es la calle larga y serena a la que alude el villancico, la calle de San Francisco; el romance es mucho más cercano y familiar, y Jerez ha cogido muchos romances de aquí y los ha aflamencado, y ya el compás por bulerías por ejemplo no es tan fácil de seguir por todo el mundo".
En medio de una de las tres Zambombas BIC que organiza el Ayuntamiento de Arcos, el alcalde de la localidad, Miguel Rodríguez, defiende la pureza cien por cien de la Zambomba arcense. "Trabajamos nuestra tradición, nuestras costumbres, la tradición oral de la Zambomba, sin complejos, tal y como la hemos concebido durante toda la vida". Sin querer polemizar, "somos conscientes de lo que es Jerez de la Frontera, somos conscientes de lo que supone la traslación flamenca del romance, y lo que eso supone a nivel artístico, y lo llamativo que es, pero nosotros nos encargamos de mantener nuestra tradición, nos encargamos de mantener la Zambomba originaria tal y como la hemos conocido, y hoy esto es el legado que hemos heredado".
Rodríguez habla de similitudes entre ambas celebraciones BIC, especialmente en cuanto al repertorio de letras, pero desde el punto de vista de gestión política en su localidad asegura que el Ayuntamiento busca "un turismo más tranquilo, sosegado y sostenible, que conviva con nuestros vecinos y vecinas, y estamos muy contentos con lo que hace Jerez, pero también con lo que hacemos en Arcos".
El expediente BIC entiende que, lejos de comparativas superficiales, entre las celebraciones navideñas de Jerez y Arcos "debe establecerse una relación de complementariedad: representan dos manifestaciones del mismo fenómeno, las dos tipologías básicas de esta actividad etnológica, y por ello las proponemos para su inscripción conjunta". Como curiosidad, el ciclo festivo de las Zambombas se ha extendido en Arcos hasta Nochevieja, mientras que el de Jerez, pese a la controversia por su inicio cada vez más temprano, concluye con la llegada de la Nochebuena.
Ana Palmero, arcense, lleva más de 30 años tocando la zambomba en Arcos. Desde chiquitita. "Me apunté a una asociación de mujeres y llevo más de 30 años en nuestras Zambombas, con panderetas, almirez, botella de anís... lo que es una Zambomba de pueblo". Zambomba, panderos y panderetas, almirez, el traqueteo de la cuchara en la botella de anís, esa hoguera casi de hace siglos, atávica, componiendo el eje de cualquier plazuela o calleja de la villa de los poetas, esa que cautivó a Azorín y a la Generación del 27.
Este pueblo blanqueado en el que nacieron tantos grandes poetas como Antonio y Carlos Murciano, José y Jesús de las Cuevas, Antonio Hernández y Julio Mariscal —el que mejor glosó la magia del 5 de enero—, que hacía las veces de cicerone para sus colegas por las callejuelas serpenteantes y las empinadas cuestas, cuenta con un casco histórico declarado Conjunto Monumental Histórico-Artístico en 1962. Una maravilla, como sus ritos y gozos de diciembre, siempre por descubrir.
"Blanca maravilla del tiempo con la luz", evocaba el poeta, "de la ermita del Romeral al barrio bajo de San Francisco, nos lleva calle del Molino abajo, donde, como escribió Aleixandre, "la piedra toda es claridad". Solo pasear por las callejas del casco viejo arcense ya es un puro placer que hay que disfrutar al menos una vez en la vida. También de sus Zambombas, donde la letras de los romances van de lo religioso a lo profano con la misma naturalidad que pervive la tradición y la esencia en la plazuela de Boticas o en la plaza del Cananeo.
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