La respiración se acelera y el cuerpo se tensa. Los esgrimistas elevan sus armas, apuntan a sus rivales y se baten en duelo. El desafío de los nobles revive en las paredes del pabellón deportivo Ciudad de Chiclana desde donde un revuelo de espadas, sables y floretes dibujan en el aire movimientos precisos. Bajo la careta, y las mascarillas para protegerse se esconden los aficionados y competidores del Club de Esgrima Bahía de Cádiz, con 70 socios de toda la provincia.
Una tarde cualquiera los pasos de los amantes de la esgrima retumban en una sala en la que la sevillana afincada en Chiclana Carolina de Pando, de 50 años, dirige el entrenamiento. Ella es la presidenta de este club referente en Andalucía que lleva 12 años dedicándose a este deporte milenario. “Me apetecía tener un club hecho a mi medida, con las cualidades que yo pensaba que debía reunir y con cuatro amigos más lo fundé”, explica delante de un cartel que homenajea a Joaquín Campomanes, antiguo director técnico de la Federación Española de Esgrima y uno de los que la ayudó en sus inicios.
Después de haber practicado muchísimos deportes, Carolina se decantó por la esgrima junto a otros titulados de la provincia. Mientras un grupo de jóvenes demuestra un hipnotizador manejo de las armas, cuenta que “siempre me había llamado la atención porque en mi familia hay militares que lo practicaban en las academias”. Aunque dice que entró “tarde en este mundo”, la entrenadora fue escalando, llegando a ser miembro de la Junta Directiva de la Federación Española de Esgrima donde también es presidenta de la sección Mujer y Deporte.
Ya han pasado 15 años desde que se sumergió en uno de los deportes más antiguos de España y el único olímpico de origen español. Proviene del arte del duelo, del ahínco de los duelistas por resolver conflictos a capa y espada, y sus primeras pautas aparecieron en el siglo XV. Los individuos montados a caballo con pesadas armaduras que provocaban con el choque de sus espadas un sonido estridente no quedaron atrás hasta el último tercio del siglo XIX, cuando se prohibió esta práctica viéndose relegada a las escuelas. Precisamente en Cádiz se ubicaba una de las más famosas según explica Carolina.
“Esto es técnica y táctica, consiste en tocar al adversario sin que te toque a ti”
Del techo cuelgan unos cables conectados a las chaquetas de los jóvenes que combaten con el sable para anotar, con precisión, quién es el rival tocado. “Esto es técnica y táctica, consiste en tocar al adversario sin que te toque a ti”, añade la esgrimista. Durante el asalto la mente es su aliado. “Es un deporte muy de cabeza en el que hay que pensar mucho, qué te va a hacer el otro, qué le puedes hacer tú, cómo engañarlo para que crea que vas a hacer una cosa para luego hacer otra”, detalla.
Los reflejos, la fuerza, la reacción, la coordinación o la flexibilidad. Son muchas las cualidades que tiene la esgrima. Además, se “se puede ir moldeando en función de la edad”. En sus entrenamientos, Carolina cuenta con personas de todas las etapas vitales, desde niños de 6 años hasta veteranos de 70 que se especializan en un arma concreta según sus habilidades. De las tres que empuñan en este club el sable es “lo más rápido que hay” mientras que la espada “es mucho más tranquila”. La presidenta explica que la primera, suele recomendarse a los deportistas “que tienen mucha sangre” y la segunda al ser “más pausada, es más de pensar, entonces es para gente un poco más tranquila y sin tanto fondo físico”.
Otra de las diferencias se encuentra en lo que llaman el “tocado válido”. En la pista del pabellón chiclanero, las sextas de España del equipo de sable femenino solo pueden anotar el punto rozando de cintura hacia arriba por su origen en la caballería. En el florete, en cambio, los ojos de los oponentes se deben fijar en el torso y en la espalda, y los que sujetan las espadas, en todo el cuerpo, hasta partes tan inesperadas como los dedos de los pies.
Todo ello con un equipamiento protector. “Los trajes de esgrima están hechos de kevlar, que es con el mismo material que se hacen los chalecos antibalas. El tocado no suele doler, pero sirve para que estés más protegido”, señala Carolina mientras se acerca a su hijo, que también porta una chaqueta eléctrica específica para sable.
Javier Vela, de 19 años, conoce a la perfección el funcionamiento del circuito que delata quién se ha llevado el punto en el asalto. Ya ha pasado una década desde que siguió los pasos de su madre, con la que comparte esta pasión. “Ella tiró un poco de mí”, reconoce el esgrimista que compite en la categoría de junior y senior. “Al principio hacía espada, pero me cambié”, cuenta. Él y el resto de sus compañeros se vieron obligados a paralizar los entrenos en el complejo deportivo cuando estalló la pandemia.
Desde casa, se reinventaron para no perder el ritmo. “Seguimos entrenando online, me mandaban las tareas, al ser individual podía practicar sola con lo que se llama el plastrón, me rellenaba la chaquetilla con cojines, había que buscarse la vida”, dice Eva Nieto. A sus 16 años, es la primera de Andalucía y la tercera en el ranking nacional de sable en su categoría de cadete. La gaditana no dejó ni un segundo este deporte que fue de los primeros en volver a la carga de forma presencial. “Hemos tenido una serie de ventajas, ya solamente con el arma debes tener un metro de distancia de seguridad, además llevamos caretas y la mano armada lleva guante”, destaca Carolina. Su indumentaria ha sido la clave para continuar en estos tiempos con seguridad. Aun así, desde que volvieron a la pista, mantienen las medidas a raja tabla.
"Tienes que anticiparte a los que hace el contrario y saber cómo reaccionar en el momento”
El primer día de regreso, Eva se desplazó desde la capital hasta Chiclana con la misma emoción de siempre. La joven recuerda cómo se quedó prendada de la esgrima cuando la descubrió en una fiesta de su colegio. “Vinieron a explicarlo, dije: -Voy a probarlo, y me quedé dos días enteros entrenando”. La mirada de la esgrimista revela lo mucho que le gusta este deporte al que le dedica su tiempo desde hace más de tres años. “Venía todos los días con toda la ilusión”, expresa. Ahora, es la primera vez que compite en equipo junto a sus compañeras de sable femenino.
Eva solo había escuchado hablar de esta actividad a su madre que le contaba cuando era pequeña cómo su abuelo, militar, lo practica en el colegio. Al principio confíesa que le costó pillarle el tranquillo. Según relata, “es un deporte en el que tienes que estar muy concentrada, cansa psicológicamente porque te tienes que anticipar a los que hace el contrario y saber cómo reaccionar en el momento”. Como ella lo percibe, “debes tener una baraja de cartas”. De momento, ella sabe usarla. En el circuito nacional que se celebra en Madrid han conseguido grandes resultados y los asaltos no cesan. Este fin de semana, Javier y Eva, junto a otros esgrimistas, representan al club en el I Torneo de Sable Junior masculino y femenino del circuito nacional de la Federación Española de Esgrima que tendrá lugar en la sede madrileña. Control mental y a por todas.