En tiempos de abundancia de contenidos y éxitos mundiales que duran ocho minutos conviene poner límites individuales. Nunca existió tanta oferta, tanto aplauso fugaz en cualquier campo. Tanta expectación y demanda. Tanto olvido inmediato.
La música cofrade, ligada a un ritual de recogimiento, tampoco escapa de la tendencia al desbordamiento, ahora tan universal y ubicua. Hasta una expresión cultural tan querida en Andalucía, tan solemne, se acerca a la hoguera de la fama y la prisa.
Ni su condición estricta, ni su asociación a un concepto religioso, riguroso y temporal le alivian de la popularidad. Hasta las marchas, dolidas, marciales y formales saltan las vallas que una vez tuvieron.
Pero siempre hay margen para el prodigio en terreno de milagros. En una aldea gaditana, a las afueras de la isla mínima, un grupo de jóvenes logra resistir ese aluvión de ojos y oídos cubierto con la esencia original e íntima, con el amor a un tipo de música.
Esa banda sobrevive a su presencia en más pantallas cada vez, grandes y pequeñas. Mantiene la protección de su prestigio. En contra de lo habitual en este tiempo, lo inicial permanece frente al bucle de lo nuevo y pasajero.
Un grupo gaditano, con miembros de toda la provincia y de Sevilla, simboliza como ningún otro la perseverancia musical y tradicional en mitad de la explosión, dentro de la ola gigante en un mar de contenidos que desborda cualquier expectativa.
La banda ("asociación musical" es el nombre exacto) Nuestra Señora del Rosario inició su trayectoria en mayo de 1996 como grupo ligado al Santísimo Cristo de Humildad y Paciencia de Cádiz.
La agrupación nació en 1996 al amparo de Humildad y Paciencia, dos años después inició su trayectoria independiente, con las primeras marchas propias
Dos años después pasó a tener la denominación actual, sin vínculo con ninguna hermandad pero siempre cerca de la Patrona que le da nombre. Pasadas más de dos décadas alcanza una celebridad sorprendente dentro y fuera del mundo cofrade andaluz.
A la vista saltan las contradicciones que saben sortear. Hasta en el atuendo, en el lugar del ensayo, se percibe la mezcla que nunca les intoxica. Sus miembros son chavales comunes -abundan los menores de 30 años-, con gorras de beisbol y sudaderas con capucha, zapatillas deportivas. Cada uno con su móvil, faltaría, pero ahora aparcado.
Bajo la luz amarilla hepatitis de las farolas, en una calle perdida de la Zona Franca de Cádiz, para no molestar a vecinos que aquí no existen, se reúnen más de 200 noches del año. Llueva -que no suele, por desgracia- o ventee -que sí acostumbra-.
Practican al paso, repasan una y otra vez las notas, las melodías, caminando porque "hay que acostumbrarse a tocar mientras andan, es lo que van a hacer luego", en las procesiones. Eso sí, un pequeño detalle marca la diferencia.
Muchas de esas noches perdidas en el calendario, martes o jueves, pura disciplina y compromiso, van a verles a ese lugar inhóspito diez, veinte o treinta espectadores, admiradores. "Es gente que viene a Cádiz de turismo o por trabajo y se acerca a vernos". Ensayos con público. Tal es la afición que han creado.
El impacto que ha tenido este grupo es tal que tiene espectadores a diario en los ensayos, "seguidores que aprovechan si vienen a Cádiz de visita o por trabajo"
A pesar de los figurados aplausos constantes, desde hace muchos años, nada parece perturbarles. Están al instrumento, a la música, a la pasión cofrade. Cada uno con su herramienta. Hay mucha formalidad entre tanta juventud.
En pleno e insperado éxito, la banda conserva uno de sus primeros apelativos. La humildad, su primera cofradía, sigue en sus filas a pesar de haber vivido una explosión asombrosa en apenas 30 años.
Su imagen, su sonido, se asocia como siempre con imágenes veneradas por muchos, con la Virgen que preside Santo Domingo, con crucificados y palios en Jerez o Sevilla, con la celebración religiosa de la primera primavera pero desde hace unos ocho años también con nombres que apenas tienen que ver con ese círculo sagrado.
Peter Dinklage (el actor de menor estatura en Juego de Tronos), Alatriste, Viggo Mortensen, C Tangana, campañas internacionales de publicidad, series de televisión y películas son algunas de las sorprendentes compañías que ahora frecuenta la música cofrade, en general, y la banda del Rosario de Cádiz en algunos de los casos mencionados.
Producciones de todo tipo han reclamado, de seis años hasta ahora, el solemne y conmovedor sonido de las cornetas y los tambores para formar parte de canciones de éxito, de largometrajes, capítulos y anuncios. En ese cambio, la banda del Rosario ha tenido personaje protagonista.
Sergio Figueroa Hedrera es uno de los directores de una asociación musical que tiene una estructura "muy similar a las de las cofradías, parecida a la de las hermandades. Con tesorería, presidencias, vicepresidencias, es casi igual", recuerda.
Pedro Márquez ya fue fundador en 1996 y aún mantiene la presidencia. Manuel Bernal Andamoyo tiene un reconocimiento honorífico por su gran colaboración en todos estos años. Pero fue Sergio Larrinaga, Larry, fallecido hace tres años con poco más de 40 años el que está considerado uno de los grandes artífices del reconocimiento actual. Fue coautor de algunas de las marchas que la banda del Rosario empezó a crear apenas dos años después de su fundación, "era un hombre muy creativo", recuerda su compañero.
Ellos y muchos más, con la colaboración indispensable de más de 175 músicos que ensayan dos horas de cada día laborable son los autores de un fenómeno de difícil explicación: actuaciones por toda España, participación en las semanas de pasión más reconocidas, discos que han vendido hasta 5.000 copias, departamento de merchandising y una sorprendente presencia audiovisual.
"La música cofrade es lo que seguimos haciendo. No nos dedicamos a otra cosa. De un tiempo para acá, la banda es solicitada en otros ámbitos pero eso sucede porque la música cofrade está alcanzando unos parámetros que antes nadie imaginaba", razona Sergio Figueroa.
Lejos de cualquier tipo de vanidad o euforia, afirma que no hay posibilidad de cambio por más llamadas del mundo pop o del cine que lleguen: "Seguimos trabajando con la música cofrade. Es nuestra labor y nuestra pasión. No tenemos otra. Lo que pasa es que han aparecido artistas y series de televisión que han querido tomar nuestra música".
Entre sus colaboraciones más destacadas aparecen David Palomar (canción Tiento y sangro) o C Tangana (en la canción Demasiadas mujeres), también la impactante campaña publicitaria Andalusian crush, en busca de más turismo internacional o en dos series producidas por la plataforma Movistar.
Los proyectos no se quedan ahí, Figueroa confirma la presencia de la música del Rosario en otras dos series aún por grabarse "aunque, por ahora, nos han pedido que no digamos los títulos, seamos prudentes".
Uno de los directores de la asociación evita el exceso de protagonismo: "Hay varias bandas que están viviendo lo mismo. Por ejemplo, Triana también ha colaborado en anuncios de televisión. No somos los únicos que participan en este tipo de proyectos. Es una cuestión de toda la música cofrade. Ha superado fronteras. Gusta y llama la atención en otros campos. La Madrugá de Abel Moreno ya sonaba en el cierre de Alatriste (2006). Y otra marcha estaba incluida en esa misma película. Es un ejemplo de una situación que cada vez se ha dado más".
Para el director, la actuación en la Plaza del Callao de Madrid en la víspera del inicio de Fitur es "el culmen" de las actuaciones al margen de la Semana Santa
De todos los momentos vividos en esa faceta externa a la Semana Santa, Sergio Figueroa considera que la presencia en la campaña publicitaria de Andalucía, la actuación al aire libre en la víspera del inicio de la Feria Interacional de Turismo, Fitur, en la Plaza del Callao de Madrid, "ha sido, digamos, el culmen".
El alcalde de Cádiz, Bruno García, el presidente de la Junta, Juanma Moreno, y el consejero de Turismo les acompañaron en una fecha inolvidable, "el 23 de enero, cómo no me voy a acordar".
El contacto con celebridades no ha ido más allá, así que evita chismes o chascarrillos frívolos: "No, no hemos estado con C Tangana, ni hemos coincidido con actores o directores famosos. Los productores de esas obras nos piden nuestra música porque creen que puede encajar, la preparamos, la enviamos y ellos la incluyen en sus trabajos. Nada más".
Aunque el oropel del cine, la tele y la música pop les haya puesto en un extraño escaparate, Sergio Figueroa huye de cualquier tipo de celebridad momentánea. Una y otra vez recuerda que su vocación es "la música cofrade, en la que siempre estamos aprendiendo. Siempre hay que crecer, evolucionar".
Advierte del gran sacrificio personal que implica esta vocación, como casi todas y especialmente las musicales: "Son dos horas de ensayo cada día, de lunes a viernes. Sólo hacemos paradas en Navidad, en carnaval o los dos meses fuertes de verano. El resto del tiempo, ahí estamos".
"Son dos horas todos los días, más el desplazamiento, para gente que tiene su trabajo y sus estudios. Alguno, a veces viene casi sin ducharse, casi sin comer después de una jornada laboral completa, desde Jerez, o San Fernando, desde El Puerto, Chipiona, Sanlúcar, incluso hay algunos que son de la provincia de Sevilla. Y apenas faltan, un día detrás de otro".
Y como diría el célebre cantaor, "sin trincar". No hay pago, sueldo ni lucro. "Somos amateur, aficionados, es pura vocación, pasión. Somos 175 personas haciendo música cofrade. Los componentes están entre los 20 y los 50 años en su gran mayoría. El menor puede tener 15 años y el mayor, 55". Figueroa resalta con orgullo que una buena parte son miembros fundadores, están desde el principio, desde el 96.
El reto, ahora es propiciar el relevo generacional: "Como en todas las facetas de la vida, está complicado. Como todos sabemos, cada vez hay menos niños. Los jóvenes son menos y tienen muchas aficiones por las que tirar. Es difícil pero queremos crear una escuela para hacer cantera. Algunos de los que entraron en la banda de niños, en 1996, son ahora padres y ojalá alguno de sus hijos siga este camino".
La banda tiene formato tradicional de cornetas y tambores, aunque hay variantes de esos instrumentos. Por acotar, unos 120 miembros están en la sección de viento y los restantes, unos 40, en la de percusión.
Aunque a lo largo de los años se hayan multiplicado los compromisos para actuar en la Semana Santa de Sevilla, en la de Jerez o Córdoba, en galas de música cofrade en Castilla y León, La Mancha, en Canarias, la banda del Rosario tiene muy clara la prioridad.
"No tenemos otra intención que seguir haciendo lo mismo, participar en la Semana Santa y llevar el nombre del Rosario de Cádiz, de la música cofrade, hasta donde nos quieran oír. El resto de proyectos los veremos según surjan".
Las ofertas constantes y crecientes nunca se interponen en los compromisos anuales, son innegociables. Con la Patrona de Cádiz que les da nombre, por supuesto, pero también han mantenido ese vínculo con La Sed en Sevilla, "muchísimos años con La Sentencia", con Columna en el Martes Santo gaditano y con imágenes de Jerez. Las cofradías, la esencia de su música y su afición, por delante de cualquier otro proyecto.
En esos recorridos que ensayan en una calle lúgubre de la Zona Franca de Cádiz, hay piezas que forman parte de "un repertorio clásico, popular, de toda la vida, de una banda de cornetas y tambores" pero incorporaron muy pronto, apenas a los dos años de existencia, las primeras composiciones propias que ya nunca dejaron de crear.
"Vamos adaptando nuestra manera de entender la música a un repertorio propio, más significativo. Desde casi el principio nos fuimos atreviendo y, como es lógico, fuimos aprendiendo y evolucionando. Aquí nunca se para de aprender".
A la hora de elegir las marchas de su vida, las que nunca dejaría de tocar, le cuesta seleccionar. Entre las propias y las de otros compositores, le salen muchas. "Pasión, muerte y resurrección de Las Cigarreras. También Consuelo, Eternidad, El amor al compás de tu andar despojado... son muchas".
Mover a esas 175 personas que hacen música cofrade implica mucha organización. La estructura ha tenido que crecer pero se mantiene un concepto básico: "No hay ánimo de lucro, todo es amor por la música cofrade".
Aunque alguno de sus discos, de los cuatro publicados, ha vendido casi 5.000 copias, todo lo ingresado va al mantenimiento de la entidad, sin pagos, sueldos o sobresueldos para nadie.
La asociación costea "desplazamientos, uniformes, instrumentos, dietas" con lo que percibe por participar en procesiones, galas o producciones pero nada más. Por ejemplo, los integrantes se pagan sus viajes diarios hasta los ensayos, en algunos casos con más de cien kilómetros entre ida y vuelta.
El crecimiento tiene alguna consecuencia. La asociación Virgen del Rosario ya ha comprado una nave en la Zona Franca, en la misma calle Algodonales en la que ensaya, para poder reunirse, trabajar y practicar en un lugar mejor acondicionado, para tener una sede física.
Es lo único que cambia. El resto, como la música que les gusta, como el sentimiento que comparten cada Semana Santa, permanece intacto hace siglos más allá de plataformas digitales, redes sociales y fama.
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