Cuatro personas trastean con cables en el local número 6 de un edificio de Puerto Real. No es ni la primera ni la última banda que prepara sus temas en este lugar. Pero quizás, sí sea la más joven que se instala allí con sus instrumentos. Cuando les preguntan qué tipo de música tocan, responden “rock clásico”. A base de riffs y golpes de batería entonan versiones de leyendas rockeras que llenaban estadios entre los 70 y 80. Queen, Lenny Kravitz, Metallica, Jimmy Hendrix, ZZ Top, Gun and Roses…
Nombres de grupos todavía impresos en camisetas —nunca mueren— que acaban de pronunciar con sus labios cuatro niños puertorrealeños de entre 12 y 15 años. Ellos optaron por tocar música de otro siglo, canciones que siguen sonando en los altavoces de cualquier cincuentón o de una joven universitaria que acaba de empezar la carrera, pero no en los de escolares con la cabeza en otras tendencias.
“Tocamos este tipo de música porque la llevamos escuchando desde pequeños, siempre nos ha gustado y hemos seguido ese camino”, dicen Mar González (14), Mario y Daniel Montesinos (12 y 15) y Asier Puyana (12), integrantes de Destroyers.
El grupo desprende el nerviosismo propio de la adolescencia, etapa que disfrutan con una banda sonora de fondo desconocida para la mayoría de sus compañeros. La culpa, de los padres, que les han transmitido los temas que hoy siguen retumbando en sus coches.
En 2014 los hermanos Mario, guitarrista, y Daniel, batería, decidieron apuntarse a clases en la escuela de música D'Arezzo. Manifestaron cierta inquietud por ella y con apenas cinco años comenzaron a aprender. Allí conocieron a Asier, que ya se fundía con la guitarra eléctrica.
“Cuando empezaron, su motivación era tocar las canciones que escuchaban en el coche”, recuerda Antonio Montesinos, padre de Mario y Daniel. “Tenían seis años cuando dieron sus primeros conciertos”, explica. Se trataban de actuaciones en las fiestas de fin de curso que la academia organizaba cada año.
Con el tiempo, subieron de nivel y continuaron formándose. Actualmente, Daniel estudia séptimo de Batería en la Rock School de Cádiz -hay ocho cursos, Asier aprende de Antonio Reina, guitarrista de El Barrio, y Mario practica con un profesor particular.
“Los tres seguimos ensayando las canciones que nos gustaban y decidimos seguir metiendo miembros en el grupo, encontrar a gente para seguir adelante”, cuenta Daniel a lavozdelsur.es. Así llegó el rostro femenino de la banda, Mar, vocalista que también está aprendiendo a tocar el bajo.
La joven —con otras inquietudes artísticas como la pintura— se incorporó hace unas semanas aunque ya había colaborado con ellos en otras ocasiones. Se sumó a esta banda adolescente que nació en 2019, una aventura musical a la que bautizaron como Destroyers en homenaje a un amigo que toca la batería.
“Cuando era chico era muy nervioso y su tía le decía que era un destroyer, nos gustó la idea y le pusimos ese nombre”, cuentan los pequeños rockeros que ensayan todos los domingos por la tarde, durante unas dos horas y están componiendo algunos temas en inglés.
En un principio realizaban los ensayos en San Fernando, en un local de alquiler “muy cómodo” con instrumentos, pero, tras su primer concierto, los padres buscaron un local en la ciudad. “La experiencia fue muy positiva”, comenta Antonio con el sonido de la batería de fondo.
Desde entonces, empezaron a brindar conciertos por la zona como el pub Country RD de Puerto Real. Sin embargo, entre los asistentes no se divisan adolescentes, sino gente que le triplica la edad y pertenece a otra generación. Su público no tiene su edad.
"Nos gustaría que la gente de nuestra edad se interesara por el rock"
A los cuatro se les escapa la risa cuando niegan haber visto a uno de sus iguales en las salas donde han tocado. “Nos gustaría que la gente de nuestra edad se interesase por esta música. Normalmente no escuchan este tipo, se suelen inclinar hacia otra más moderna que a nosotros personalmente no nos llama la atención”, expresan los niños que se alejan del trap, Aitana o Bad Bunny.
No solo asombran sus gustos musicales sino también su forma de ejecución. Ellos tienen un don. “Muchas de las canciones las sacamos a oído”, aseguran. No hay partituras que valgan. Para tocar se nutren de su experiencia y ese órgano que sirve para oír. “Antes teníamos que consultar con el profesor cómo tocar la canción que queríamos y él la sacaba, pero ahora también la sacamos a nosotros y cuando llegamos a clase sale más rápido”, explica Daniel, el mayor.
Además, todas las versiones las graban ellos mismos en un estudio de grabación casero que los hermanos tienen montado en su casa. “Ellos hacen todo, los vídeos de YouTube que no son en directo los han grabado ellos”, comenta Antonio.
La llama del rock está prendida. Enganchados a los ritmos enérgicos, les encanta descubrir grupos nuevos y seguir empapándose de este estilo musical que nunca pasa de moda. No tienen claro a qué se van a dedicar en un futuro. “No sé muy bien lo que quiero estudiar”, dice Mar. Mario tampoco lo sabe todavía “pero mas o menos me gusta el tema de la biología” y Daniel cree que “estudiaré una ingeniería”. Asier, “ni idea”.
Ya se les encenderá la bombilla. De momento, ahora toca ensayar para su próximo concierto, el día 22 de octubre en el festival Rock d'aki, organizado por el Ayuntamiento. Con sus pasos, se consolidan como una nueva generación que cumple con el sueño de Barón Rojo dar “Larga vida al rock and roll”.
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